25 Instantáneas de Efraín Bartolomé o No es posible tocar el corazón humano sin mancharse de sangre

Héctor Alvarado Díaz

1. ¿Leer, escribir o vivir? 

Amar.

2. ¿Los niños entienden mejor la poesía? 

La más señorial de las artes puede tocar el alma de algunos niños, pero, inevitablemente, incidirá mejor en los espíritus más pulidos por la cultura.

3. ¿Qué nos dejará la pandemia? 

Me gustaría que nos dejara una mejor preparación para afrontar la próxima que, indudablemente, será más agresiva, según los investigadores. Y que nos deje también un compromiso para volver a honrar a la madre Deméter, cuyos misterios hemos violado irresponsablemente al ensuciar las aguas, el aire y la tierra.

4. ¿Has visto los ojos de un tigre? 

He visto los ojos de varias tigresas en cuyas pupilas he bebido el sueño. Aún guardo en el dorso de mi mano izquierda la sensación que me dejó la larga y cálida lengua de una de ellas.

5. ¿En dónde está el poema antes de ser poema?

En el fondo del alma del humano sensible, ese que es capaz de mirarse a sí mismo y nombrar por escrito las emociones extraordinarias que unas veces lo queman y otras lo iluminan.

6. ¿Tuviste prisa por publicar?

Mi pequeña historia indica que no. Publiqué por primera vez a los 31 años, cuando la mayoría de los autores de mi edad tenían ya tres o cuatro libros. 

7. ¿Tienes una relación simbiótica con Chiapas? 

Sí, pero aprendí a ser ciudadano del mundo.

8. ¿Has llevado la poesía al diván? 

Soy psicoterapoeta: trabajo en ambas áreas con la palabra. Y aplico los poderes de la poesía para nombrar emociones, o para hacer llegar más eficazmente a los pacientes una habilidad de autoconocimiento y, por lo tanto, de autodominio.

9. ¿Recuerdo mal o tienes una pasión por la cactáceas? 

Recuerdas bien: tengo una fuerte pasión por la flor y por la espina. Y por las formas en que esas esculturas vivas se modifican continuamente y alteran el espacio y hacen feliz al ojo que las mira.

Comenzamos jugando con los cactos mi mujer y yo: le dedicamos un jardín al poniente de nuestra casa. Nos acabamos el terreno que le destinamos inicialmente y luego invadimos la barda hasta agotarla. Luego nos salimos a la calle y también llenamos las partes de la acera que podemos cuidar.

Un día nos dimos cuenta que teníamos ya más de 300 especies que, con el tiempo, fueron creciendo y multiplicándose. Tenemos ahora ejemplares soberbios y casi atemorizantes por su erizada coraza y su volumen. Cuando mi amigo Ignacio March, que fue director de Áreas Naturales Protegidas, conoció nuestro jardín, lo elogió con exultación.

Un día dije algo que todavía sostengo: los cactos se parecen al poeta. Sobreviven en las más áridas condiciones, sacan vida del aire, de la luz, de la arena y de la roca. Y a esta última la hacen florecer de vez en cuando con los blancos más puros, los amarillos más intensos, los púrpuras más desesperados, los rojos más neronianos, deslumbrantes y asesinos.

10. ¿Has abandonado proyectos? 

Soy humano y ningún abandono me es ajeno. O, lo que es lo mismo: abandono, luego existo. Aunque, para rimar, en los proyectos poéticos persisto.

11. ¿Tienes otro talento además del literario? 

A lo largo de mi vida he sido un disciplinado cultivador de todos mis sentidos y he refinado mis gustos. Pero tengo también talentos no cultivados (aunque sí ejercidos) para las artes tridimensionales como la arquitectura y la escultura. Me gusta que mi hijo, que es artista visual, celebre esos talentos y me anime continuamente.

12. ¿Lees a tus contemporáneos?

Sí, pero menos que en mis primeros años. Porque me doy cuenta que estoy en la recta final de mi vida y no quiero andar explorando si puedo zambullirme en las obras mayores ya palomeadas por la historia.

13. ¿La verdad está en los ojos del que mira?

Te respondo parafraseando unos versos de mi libro Música lunar:

En sus ojos he visto la mitad de la vida.

La otra mitad la tengo yo.

14. ¿Cómo llegaste a escribir para niños? 

No lo he hecho. He escrito poemas necesarios para mí que, después de publicados, según mi percepción y la de algunos editores, podían estimular el alma infantil. De ahí surgió la decisión de publicarlos en libros ilustrados para niños.

15. ¿Ha habido otros poetas en tu familia? 

Mi abuelo materno, que se llamó José Emigdio Rodríguez y perteneció a la generación conocida en Chiapas como Fiesta de pájaros. Tal fue el título de la antología que los reunió, una joya preparada por Héctor Eduardo Paniagua y publicada en 1932.

16. ¿Te has espinado con la burocracia? 

Sólo con la universitaria: trabajé diez años como profesor. Luego me manumití a mí mismo y desde entonces no cambio por nada las mieles de la libertad.

17. ¿Nunca te cansas? 

Sí, pero descanso haciendo adobes.

18. ¿Vivirías en otro país? 

No. Aunque he pasado temporadas deliciosas en Alemania, en Francia, en Suiza, en España y en Estados Unidos, la tierra mexicana me atrae poderosamente y yo, dócilmente, me dejo imantar.

19. ¿Los poetas crean una lengua propia? 

Tanto que algunos exageran: un buen porcentaje de los mexicanos que escriben versos, requieren con urgencia traducciones al español.

20. ¿Son importantes los sueños? 

       Claro, tanto que de ellos estamos hechos, según Shakespeare. A veces son la guía de nuestra vida y le dan sentido. Conviene merecerlos.

21. ¿Tus libros componen un solo gran libro? 

Me gusta pensarlo así, aunque sus facetas y registros sean tantos y tan diversos.

22. ¿En qué lugar tienes a la amistad? 

En uno más alto que la hermandad. Suelo mantenerme a prudente distancia de la manada pero les soy rabiosamente leal a mis contados amigos.

23. ¿Trabajas a diario? ¿Cuánto tiempo? 

Trabajo profesionalmente cinco días y descanso dos: los miércoles y los domingos.

Y trato de que el trabajo profesional no afecte mi relación con la poesía. En este campo trato siempre de ir, tanto en el tiempo como en el espacio, con el alma abierta de par en par:  en el sueño, en el ensueño y en la vigilia. Estar siempre dispuesto para tomar el lápiz cuando la Diosa quiera dictarme lo que sea.

24. ¿Estás convencido de algo? 

Sí: de que el amor, la naturaleza y la poesía, son los tres rostros de la Diosa.

25. ¿Vuelves a leer el libro una vez publicado? 

Una y otra y otra vez. Es la única forma de pescar erratas. Y es que en el trabajo humano casi siempre hay algo que corregir, algo que precisar, algo que pulir, para que el diamante destelle con más fuerza y quede mejor engastado en la página que lo recibe.


Efraín Bartolomé (Ocosingo, Chiapas, 1950).

Su obra poética, que supera ya los veinte títulos, ha sido reunida en los volúmenes antológicos Agua lustral. Poesía 1982-1987, Lecturas mexicanas, Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, 1994; Oficio: Arder. Obra poética 1982-1997, UNAM, 1999; El ser que somos, Editorial Renacimiento, Sevilla, 2006; y Cabalgar en las alas de la tormenta, Editorial Balduque, Cartagena, España, 2015. En 2015 apareció la décima segunda edición de Ojo de jaguar (Universidad de Ciencia y Tecnología Descartes y Juan Pablos Editor.

Premio Ciudad de México, Premio Nacional de Poesía Aguascalientes, Premio Carlos Pellicer para Obra Publicada, Premio Internacional de Poesía Jaime Sabines, entre otros.

El Gobierno de la República le otorgó el Premio Nacional al Mérito Forestal y de Vida Silvestre en 1994. Recibió el Premio Chiapas de Arte 1998, máxima distinción que concede el Gobierno del Estado de Chiapas a sus artistas. En 1999 recibió la Ledig Rowohlt Fellowship, en Suiza. En 2001 se le otorgó en Estados Unidos el International Latino Arts Award. En el 2002 fue elegido Stipendiaten por la Landeshauptstadt München Kulturreferat, en Alemania. En 2005, las Fundaciones Salamanca Ciudad de Cultura, y Camino de la Lengua Castellana, lo eligieron para representar a México en la Primera Cumbre Poética Iberoamericana.

Su obra figura en unas 200 antologías nacionales e internacionales. Hay traducción de poemas suyos al inglés, francés, portugués, alemán, italiano, gallego, árabe, maya peninsular, náhuatl y esperanto.

Ha sido miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte.

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