25 Instantáneas de Imanol Caneyada o Mi gente aquí da la vida, así es como corre el agua

Héctor Alvarado Díaz

1. ¿Cuándo el cuento y cuándo la novela?

Estoy más dedicado a la novela, el cuento es como un paréntesis en el que me siento totalmente libre para experimentar, un descanso en la tensión, tedio, por momentos, y disciplina que exige la novela.

2. ¿Por dónde empiezas?

Aristóteles diría que por el principio. A veces es una imagen, a veces una idea. Pero casi siempre, por los personajes, son mi obsesión y mi placer. Se convierten en sombras que me acompañan todo el tiempo y que poco a poco empiezan a existir en el lenguaje. Ellos le dan forma a la historia, la cuentan como les da la gana.

3. ¿Te peleas con tus personajes?

Sí, claro, pero procuro, sobre todo, escucharlos y verlos. Hay un punto en el que se emancipan del autor, que reclaman su independencia. Es un momento clave. A partir de ahí, el relato sigue caminos insospechados, los planes se desbaratan y empiezan los descubrimientos.   

4. ¿Sabes tocar el piano?

No, ojalá. Una de mis hermanas lo toca. De niño, por rebelde e inquieto, perdí la oportunidad. Toco algo de percusión, totalmente diletante.

5. ¿Te llevas bien contigo mismo?

La verdad es que, la mayor parte del tiempo, no. Tal vez tenga que ver con mi educación católica (aunque soy ateo), pero me recrimino mucho, me cuestiono, me juzgo y, sobre todo, me culpo. La maldita culpa judeocristiana.

6. ¿Y con tus amigos?

Me considero un buen amigo de mis amigos, pero tengo que reconocer que me cuesta mantener lazos duraderos, quizás por mi condición de nómada. Más que en la amistad, creo en la solidaridad, estar ahí cuando alguien te necesita. En ese sentido, procuro no fallar porque luego me siento muy culpable. Ves, otra vez el lastre judeocristiano.

7. ¿Alguna vez escribiste nota roja?

Oh, sí, muchas veces. Hubo un periodo de mi vida en el que la escribí y, por desgracia, la viví, cuando asesinaron al director (y amigo) de un pequeño periódico de Sonora en el que trabajaba. Fuimos, los compañeros de redacción, testigos de cómo lo mataban a las puertas del diario. La pesadilla que inició en ese momento duró muchos meses.

8. ¿La mayoría de tus historias son realistas?

Sí, la mayoría, sobre todo, si se trata de novela. A pesar de que de un tiempo a esta parte leo y escucho cada vez más un cierto desdén por eso que han llamado narrativa mimética, en el sentido de su obsolescencia, soy un amante y un defensor, en tanto lector y autor, del realismo. 

9. ¿Te has metido en problemas por lo que escribes?

Como periodista, sí, como narrador, la verdad es que nunca; creo que aquellos que pudieran causarme algún problema por lo que escribo, desprecian la ficción y desconocen su poder.

10. ¿Cómo llegaste a México?

Muy joven, jovencísimo, con la mochila y el deseo de conocer el país para luego seguir viaje hacia el sur. Me fui quedando y, cuando me di cuenta, habían pasado los años y seguía fascinándome esta geografía que se ha convertido en mi país, aunque cada vez creo menos en ese tipo de palabras tan peligrosas: nación, patria, etcétera.

11. ¿Tienes corazón de norteño?

Sí, lo confieso. He vivido en diferentes partes de México. De hecho, hace casi dos años que estoy en Aguascalientes, pues mi pareja es de ahí, pero el norte, Sonora, terminó de formarme como persona y eso pesa mucho.

12. ¿Apuestas por la historia o por el lenguaje?

Me cuesta separar ambos aspectos, no creo en esa división. Absolutamente todo (los personajes, la estructura, la trama, la voz, el tono, la atmósfera) existe en el lenguaje, fuera de él tan solo tienes un proyecto dando vueltas en tu cabeza, es en el lenguaje donde se revela.

13. ¿Cuándo supiste que serías escritor?

Bueno, es difícil saberlo. Desde adolescente quería serlo, pero en el camino se cruzaron muchas cosas: el teatro, el periodismo, la docencia, así que ya fue algo tarde cuando me reencontré con ese anhelo y comencé a tomar conciencia de lo que significa serlo, aunque siempre con muchas dudas. 

14. ¿Hay un vicio con el que no has podido?

¿Te refieres a un vicio escritural? Porque de los otros, el cigarro sigue siendo mi yugo. En cuanto a la narrativa, el exilio al que condeno a mis personajes, creo que es inconsciente, cuando me doy cuenta, ya están los pobres expatriados del mundo y de sí.

15. ¿Hablas de tus historias antes de escribirlas?

Muy poco, nada diría. Con Adriana, mi pareja, pero prefiero pasarle lo que voy escribiendo y, sobre eso, charlar, discutir, aunque es tan aguda lectora que poco le discuto, más bien, acepto.

16. ¿Te encierras para escribir?

No exactamente. Tengo un espacio para ello, pero no me aíslo. Con nueve perros en casa, es difícil; tampoco lo necesito. Puedo escribir con ruido alrededor.

17. ¿El escritor aprendió del periodista o viceversa?

Me parece que ambas cosas. Cuando empecé a hacer periodismo, ya era un lector voraz y tenía algunas cosillas escritas, poemas, cuentos (nada publicado). Eso me ayudó como periodista; y el ejercicio reporteril me aportó otros aspectos que pesan en mi forma de concebir las historias.

18. ¿Siempre sabes cómo van a terminar tus libros?

No. Suelo tener un final esbozado, muy tentativo, que casi siempre termina siendo otro. Sí necesito tener una idea del final (Piglia afirma que el final define el relato), sabiendo que va a cambiar a lo largo de la escritura.

19. ¿Participas en proyectos colectivos?

He participado en antologías de cuento, revistas, fuero de eso, no. Si te refieres a escribir a cuatro, seis u ocho manos, no sabría cómo hacerlo. Para mí el proceso escritural es muy íntimo. 

20. ¿Lees poesía?

Sí, sí, leo poesía, aunque no sea un buen lector de la misma. Pero constantemente regreso a ella, a ciertos autores que siempre me han acompañado.

21. ¿Cómo resuelves tus atorones creativos?

Me concibo como un artesano. Soy muy aburrido: disciplina y horas nalga. No hay tormento ni angustia. Cuando me atoro, leo y releo, corrijo y rescribo lo que llevo, el propio texto suele darme las claves para seguir. 

22. ¿Has escrito guiones?

No. He escrito teatro, muy poco, es el único acercamiento que he tenido con la escritura dramática (en el sentido griego del término).

23. ¿Tienes buena memoria?

Un desastre de memoria. Y cada vez peor. No sé si es por los tiempos que vivimos (de saturación de contenidos, muchos de ellos prescindibles) o por la edad. Espero que sea lo primero.

24. ¿Qué detestas de un escritor?

La petulancia, la soberbia, el artificio, los prejuicios, la egolatría. ¿Los hay que no sean así? Sí los hay.

25. ¿Escribirías una novela a seis manos?

No, imposible, apenas puedo con mis dos manos, qué haría con las otras cuatro.


Imanol Caneyada (San Sebastián, España, 1968)

Narrador y periodista de origen vasco pero mexicano por adopción. Radica en México desde 1989, país del que ha adoptado la nacionalidad y en el que ha desarrollado su trabajo periodístico y literario.

Ha colaborado en diferentes publicaciones como Replicante, Revista La Otra, 10-4, Tierra Adentro, Hermano Cerdo, Shandy, Pez Banana, Jueves, de Excélsior y Laberinto, de Milenio.

Como narrador ha publicado los libros de cuentos La nariz roja de Stalin (Premio Nacional de Cuento Efrén Hernández 2011), La ciudad antes del alba (Premio Regional de Cuento Ciudad La Paz 2009), Los confines de la arena (Premio Nacional de Cuento Gerardo Cornejo 2008) e Historias de la gaya ciencia ficción;  y las novelas Un camello en el ojo de la aguja, Espectáculo para avestruces, Tardarás un rato en morir (premio Concurso del Libro Sonorense 2008), Las paredes desnudas, Hotel de arraigo, novela premiada con el Premio Nacional de Literatura José Fuentes Mares para Obra Publicada 2015; La fiesta de los niños desnudos, 49 cruces blancas y Fantasmas del oriente.

Cuentos de su autoría han sido incluidos en diversas antologías, tanto nacionales como internacionales.

Ha impartido talleres de novela y cuento para diferentes instituciones culturales y académicas, como la Universidad Autónoma de Nuevo León, la Universidad Veracruzana, la Universidad de Sonora, la Universidad Kino, el Diplomado de Creación Literaria del INBAL, entre otros.

En 2020 obtuvo los premios Bellas Artes de Novela José Rubén Romero, por su obra “Nómadas”, y el Nacional de Cuento Agustín Yáñez por su cuentario “Una vieja próstata y un país nuevo”.

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