25 Instantáneas de Selma Ancira o Todo lo sacrifico a tu memoria

Héctor Alvarado Díaz

1. ¿Al traducir escuchas tu voz o la del escritor que traduces?

Las dos, porque entre ambas se establece un diálogo, y el resultado de ese encuentro es la traducción.

2. ¿Siempre estás estudiando?

Siempre estoy aprendiendo. No sólo de los libros o de las lenguas. Aprendo de la naturaleza. Aprendo de los animales y de las plantas. Aprendo cuando guiso y cuando tomo fotos…

3. ¿Pides/das consejos?

Claro. ¿Qué habría sido de mí sin los inestimables consejos que en su     momento recibí de Sergio Pitol en Moscú o de mi queridísimo Emilio   Carballido? Los atesoro y cada vez que se presenta la ocasión, comparto             tanto los consejos recibidos como la experiencia que he ido adquiriendo            con los años. Creo que es algo esencial en el camino de la vida.

4. ¿Hay lenguas más difíciles que otras?

No sé. Quizás. Aunque cada lengua es difícil a su manera. Ahora estoy entusiasmadísima estudiando italiano. Se suele creer que porque es una lengua hermana se puede aprender sin más, y no. ¡Por cuántos maravillosos e inesperados vericuetos me está llevando el aprendizaje de este nuevo idioma!

5. ¿Cuál es tu ambiente ideal para trabajar?

La soledad y el silencio. También cuenta, y mucho para mí, la belleza alrededor.

6. ¿Viajas mucho?

He viajado mucho. Desde muy pequeña supe que quería viajar. De niña, uno de mis juguetes favoritos era una maletita de tela color marrón con etiquetas de distintos países pegadas en el exterior. Jugaba a haber estado en esos lugares. Inventaba historias. Lenguas. Sentía un ansia inmensa de conocer el mundo. Hice mi primer viaje sola a los 14 años, y desde ese momento no he parado. Cuando comencé a traducir, comencé a viajar en pos de mis autores. Me gusta visitar sus parajes, los lugares que describen en sus obras… Para mí es fundamental poder adentrarme también de esa manera en el universo de los creadores que recreo en español.

7. ¿Qué escritor/a ha sido tu más grande reto?

Cada escritor es un reto a su manera. A mí me gustan los escritores difíciles de traducir. Me gusta el desafío. Con los escritores que no me suponen un verdadero desafío, no me interesa trabajar. Me aburro. Pero si he de elegir de entre todos sólo a uno, Marina Tsvietáieva sería el nombre.

8. ¿Pesan las tradiciones literarias a la hora de traducir?

Por supuesto. Sería un despropósito traducir a Tolstói siguiendo las reglas del Futurismo, por ejemplo. Y lo mismo se puede decir de cada uno de mis autores.

9. ¿Comparas tus versiones con las de otros traductores?

Suelo tener en mi escritorio las traducciones que se han hecho a las lenguas que conozco. Cuando existen, por supuesto. Porque no siempre es así. En ocasiones he sido yo la primera en traducir alguna obra. Pero si las hay y las tengo cerca, acudo a ellas en momentos críticos del texto, cuando estoy en un atolladero. Me ayuda ver de qué manera mis colegas han resuelto en otros idiomas el problema en que me encuentro. A veces surge una luz, a veces no, pero siempre es un apoyo.

10. ¿Haces pausas entre un libro y otro?

No. Generalmente no. Es más, cuando ya estoy en la recta final de una   traducción, comienza a revolotear a mí alrededor la siguiente. Primero   tímida, porque mi cabeza está inmersa en el libro por terminar, pero poco a poco va cobrando fuerza y no me da paz hasta que empiezo. Me emociona terminar un libro por muchas razones, una de ellas es porque puedo comenzar el siguiente.

11. ¿Cuánto le dedicas a leer?

Mucho. Por placer, por una parte. Y, por otra, como parte del trabajo. Y es que me gusta adentrarme en el universo de mis autores, leer lo que   han leído, descubrir a los escritores que fueron importantes para ellos.   Leo, además, los otros libros que escribieron. Es una manera de comprenderlos mejor y de poder moverme con mayor soltura por las páginas que traduzco. Leo mucho, también, en busca de palabras. Esas que aparecen como por arte de magia cuando más las necesitas.

12. Cinco poetas de cabecera.

¿¡Cinco!? ¿Cinco por cada lengua que conozco? ¿Cinco en total? Yo creo que esta pregunta bien daría para otra entrevista…

13. ¿La memoria es importante?

¿Qué sería del mundo sin la memoria? ¿Y del ser humano?

14. ¿Qué música es tu favorita?

Soy melómana perdida. No me imagino la vida sin la música. Herencia familiar… Adoro la música clásica, pero también la música griega. Manos Hadzidakis es una presencia casi cotidiana en mi vida, por ejemplo. Crecí con Serrat y lo sigo escuchando. Lo mismo puedo decir de la guitarra de Antonio Bribiesca. Pero hay otra música que también me apasiona, la de la poesía.

15. ¿Tienes tiempo libre?

¡Claro! Y, por lo general, lo dedico a caminar. Por la montaña, a la orilla del mar, siguiendo el cauce de algún río. Caminar a buen paso y rodeada de naturaleza es lo que más me tranquiliza, me devuelve la armonía. Suelo volver nueva de mis caminatas.

16. ¿De qué te mantienes?

Básicamente de mi trabajo. Pero han sido muy importantes y un grandísimo apoyo para mí, las becas que he recibido del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes. Una parte muy significativa de mis traducciones existe gracias a ellas.

17. ¿Puedes con varios proyectos a la vez?

No. Nunca he podido. No sé hacer dos cosas al mismo tiempo.

18. ¿Batallas con los editores?

Jamás he batallado con ningún editor. Son aliados, no enemigos.

19. ¿Vas con la tecnología?

Intento entenderla, pero no es lo mío.

20. ¿Qué tan importante ha sido la familia?

Fundamental. Nací en una familia donde el arte ocupaba el lugar de honor. Mis primeros recuerdos están ligados al teatro. De la mano de mi padre, el actor Carlos Ancira, descubrí la literatura, el arte dramático, la música, el cine… Mi mamá tenía una sensibilidad distinta, pero no por   eso menos exquisita. Su manera de percibir el mundo y sus gustos se complementaban. He sido muy afortunada de nacer en una familia en la que se cultivaba el amor por las facetas más sublimes de la vida.

21. ¿Eres fiestera?

Más bien ermitaña.

22. ¿Te llevas bien con los animales?

Mucho. Me gustan, los admiro, aprendo de ellos constantemente. Me    llevo maravillosamente bien con Niki, mi perrita. Una cocker spaniel color canela, nacida en Rusia y con nombre griego, con la que he convivido ya más de diez años y que es mi fiel compañera de andanzas. Nos queremos.

 23. ¿Qué te saca de tus casillas?

La cháchara vacía. El ruido. La vulgaridad.

24. ¿Tienes otras pasiones además de la literatura?

La fotografía. De adolescente dudé mucho entre la literatura y el cine.   La balanza se inclinó, por fin, del lado de la literatura, pero la pasión por la imagen sigue tan viva en mí como entonces. Tomar fotos es como   respirar… He tenido la fortuna de exponer mis fotografías en distintos    lugares. Ha habido exposiciones individuales con mi obra en Atenas, Nicosia, París, Moscú, Barcelona, Kazán, Santo Domingo, Querétaro, Elábuga… Una expo más pequeña, pero no menos importante, fue la que dediqué a dos elementos, el agua y la piedra, y que se pudo ver en mi amada Naxos durante todo un verano.

25. ¿Qué proyecto tienes en puerta?

Varios, y se van acumulando… ¡Ojalá me dé la vida para realizarlos todos!

Selma Ancira (CDMX, 1956).

Estudió filología rusa en la Universidad Estatal de Moscú, en donde se especializó en literatura rusa del siglo XIX. Más tarde hizo estudios de lengua y literatura griegas en la Universidad de Atenas.

Ha traducido una gran cantidad de autores rusos entre los que destacan Marina Tsvietáieva y Lev Tolstói. Del griego moderno cabe resaltar sus traducciones de Yorgos Seferis, Yannis Ritsos, María Iordanidu y Nikos Kazantzakis.

Ha recibido prestigiosos premios como la medalla Pushkin (2008) y el premio de traducción “Ángel Crespo” (2009). En 2011 recibió el Premio Nacional a la Obra de un Traductor, otorgado por el Ministerio de Cultura de España. Y en 2012 fue galardonada con el primer premio de Traducción Literaria Tomás Segovia, en México. En 2016 se le concedió en Moscú el premio “Read Russia” por su antología Paisaje caprichoso de la literatura rusa, publicado por el FCE. El último galardón que ha recibido es el primer Premio Hispanoamericano de Traducción Literaria, (Tabasco, México, 2019).

Traduce para editoriales mexicanas y españolas.

Reside en Barcelona desde 1988.

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