Asesinato en el Jardín Botánico

Gerardo Pérez Escutia

El siroco llega intempestivamente a Sicilia con su carga de calor y arena sahariana que sofoca y abruma a todos a su paso, el profesor Lorenzo La Marca se encuentra en su despacho del Instituto de Biología Aplicada de Palermo, agobiado por la llegada del viento se lamenta una vez más haberse quedado en la ciudad y no haber hecho caso de las “señales funestas” para largarse al campo donde vive su hermana a esperar a que pase el fenómeno en un ambiente fresco, acompañado de un buen vino y comida abundante a su disposición.

En esas cavilaciones está mientras mira por la ventana de su despacho hacia el jardín botánico anexo al Instituto, cuando de repente su vista se posa en el enorme ficus que se encuentra a unos doscientos metros en el extremo del lugar, y nota una figura aparentemente humana que cuelga ominosamente de una de sus ramas.

Así comienza Asesinato en el Jardín Botánico (Editorial Siruela, 2017), novela que reseñamos en este Bufete negro, del biólogo y escritor Santo Piazzese (Palermo, 1948), de él ya hemos reseñado La doble vida de M. Laurent y ahora vamos a hablar de su obra más famosa y laureada, aunque publicada en Italia en 1996 fue hasta el 2017 cuando se tradujo al español y ahora se considera un clásico de la novela negra europea.

Santo Piazzese

Lorenzo La Marca avisa a don Mimi (Filipo Serradifalco), director del Instituto, sobre su hallazgo en el jardín botánico, y a su amigo de toda la vida Vittorio Spotorno, comisario de policía, quien comprueba que hay un hombre colgado de una de sus ramas, el cual aparentemente se ha suicidado y cuya identidad resulta ser Raffaele Montalbani, hijo y heredero del finado Ruggero Montalbani, exdirector del Instituto y uno de los hombres más ricos e ilustres de la sociedad panormitana, también amigo de juventud de La Marca.

La policía inicia su investigación y con ayuda de la forense Michelle Laurent, amiga y expareja de Lorenzo, se determina que la causa de la muerte de Raffaele no fue suicidio sino asesinato, La Marca se siente involucrado y obligado a colaborar en la investigación por su cercanía con la víctima, y así comienza a indagar de la mano del comisario Spotorno.

A La Marca y a Spotorno los une una añeja amistad que data de los agitados días del año 68, en los que ambos siendo estudiantes participaron en las protestas que marcaron una época y dieron carácter a toda una generación, ahora Spotorno es un hombre casado y hogareño, La Marca es soltero, misántropo, cínico, irónico, un poco snob pero dueño de una mente sagaz y ordenada, ocasionalmente ayuda a Spotorno en sus investigaciones a la vez que lo saca constantemente de sus casillas por su propensión a saltarse procedimientos, abusar de la amistad y burlarse permanentemente de todo aquello que sea autoridad. La Marca conserva la rebeldía del 68 aderezada con un espíritu lúdico y descreído que pone en tela de juicio todo lo que encuentra a su paso, sus únicas certezas son: el Jazz , el cine negro, el western y un amor/odio por Palermo… su ciudad.

La investigación se va complicando, La Marca recibe una carta que le había enviado Raffaele antes de venir a Palermo (él radicaba en Estados Unidos) donde le avisaba que vendría a casarse y le pedía a su vez que fuera su padrino de boda. En medio de todo aparece Darline, una bella norteamericana del mid west con quien se casaría Raffaelle, La Marca en su papel de padrino frustrado, se asume como chaperón de la consternada mujer con algo de culpa y desasosiego.

La estructura de esta historia es la clásica de la novela negra, hay un crimen que resolver, un misterio que aclarar y un final inesperado, pero precisamente en esta sencillez de premisas está la magia de esta novela, está construida con un detalle preciosista que ya casi no se encuentra, y se agradece. En esta historia no hay truculencias, las descripciones de los crímenes son pulcras y no buscan estimular el morbo del lector, los personajes interactúan entre sí con familiaridad, pues casi todos se conocen, hay largos e inteligentes diálogos, Lorenzo La Marca es un personaje que nos recuerda a momentos a Salvo Montalbano de Camilleri y a Pepe Carvalho de Vázquez Montalbán, a quienes el autor hace algunos guiños en la trama.

Mientras avanza la investigación aparecen otros singulares actores: Cannaroso, el viejo jardinero del jardín botánico; Mimi, el eterno director del Instituto; el “fatuo” Benito De Blasi Bosco, a quien Lorenzo apoda con toda la maledicencia como “el balón inflado”, quien es un ilustre miembro de la sociedad panormitana y esposo de Michelle Laurent, la médica forense; todos estos personajes son construidos con minuciosidad y picardía, resaltando sus respectivas personalidades como su carácter singularmente mediterráneo.

Así se va construyendo una historia que en su filigrana se torna casi costumbrista al describirnos en detalle a Palermo con sus calles, sus rincones y su proverbial desorden urbano. La Marca se mueve a sus anchas en la ciudad mientras ata cabos y hace conjeturas, entre tanto, escucha a Miles Davis, a Charlie Parker y se asume como un personaje de algún western de John Ford, se enfrasca en discusiones bizantinas que desesperan a Spotorno y despliega su sarcasmo como método para llegar a descubrir el misterio, Lorenzo “cultiva gozosamente una idiosincrasia congénita contra todo lo que es formal, burocrático, jerárquico, numerado, catalogado, archivado, encasillado, empolvado, descafeinado o solo aburrido”.

Lo que hace excepcional a esta novela es que recupera la tradición del relato sobre “los crímenes sanos, buenos, misteriosos, esos que hacen habitables todos los países civilizados del mundo”, donde predomina la inteligencia como arma de investigación, la violencia es solo la estrictamente necesaria, nos describe una sociedad específica con sus claroscuros y hace que disfrutemos plenamente una narración pletórica de referencias históricas, culturales y gastronómicas, todo ello aderezado con altas dosis de humor y toques justos de erotismo.

Por todo lo anterior los invito a que lean y disfruten esta novela que como ya lo mencioné al inicio se ha convertido en un clásico de la literatura negra europea.

Las opiniones expresadas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor y no necesariamente representan la opinión de el artefacto.

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