Atlanta, el arte de fracasar

Caliche Caroma

El equilibrio del universo se rompería si no existieran los perdedores, con sus continuos tropiezos ellos armonizan la existencia, algo así dice un fantasma con su perro pastor australiano en “Atlanta”, serie que trata sobre la derrota. Earn, el personaje central, intenta recuperar a su esposa e hija, a la par que quiere lanzar a las grandes ligas la carrera de su primo rapero, Alfred «Paper Boi» Miles, todo esto para resarcir su imagen después de haber abandonado la universidad. No logra mucho, más bien empeora las cosas y capítulo tras capítulo nos damos cuenta de que siempre puede ir peor, aun cuando creíamos que ya no era posible, para este hombre el fracaso no tiene límites.

Defraudar una y otra vez a los demás, a la familia, amigos y a sí mismo. Earn no se cansa de intentarlo, carismático, agarra vuelo, avanza desesperadamente, pero sus alas están rotas. El golpe contra el pavimento no lo detiene, lo observamos levantarse, sacudirse el polvo, aguantarse el dolor y seguir en la intentona aerodinámica. La vida del protagonista es material idóneo para libros como “Caldo de pollo para el alma”, “El caballero de la armadura oxidada” o “20 poemas de amor y una canción desesperada”.

Afortunadamente, ¡vaya paradoja!, los realizadores logran ir más allá de la supermasturbación personal, unos toques de humor bien forjados permiten la sublimación de la derrota a través de sendas fumadas de hierba, una constante en esta serie. Las referencias a la cultura afroamericana son ricas, pero también están los guiños al espectador que van de la literatura universal, pasando por el cine hasta llegar a las benditas redes sociales.

El director de origen japonés, que lleva por nombre Hiro Murai, hace poesía a partir del fracaso, poesía como la síntesis del lenguaje, nada que falte, nada que sobre, lo cotidiano y lo mediocre alcanzan la catarsis. Los diálogos más que inteligentes son precisos, la desconfianza vuelve suspicaz a la gente y las palabras pisan con cuidado el camino del significado.

Paráfrasis. En algún momento de “Atlanta”, Earn visita a sus papás para preguntarles sobre la dirección de su primo Paper Boi, el padre lo frena antes de entrar a la casa, la mamá ni siquiera voltea a verlo. “¿No me vas a invitar a pasar?”, “No, me sale muy caro”, “Soy su hijo, ¿recuerdan que vivía aquí?”, “Es bueno que eso haya terminado, además no bajabas la palanca del baño”, “No fui yo”, “Sí fuiste tú, revisé con un palo, deberías dejar de comer tanto caramelo”.

Además, hay mucho ritmo en esta producción, gran parte de los capítulos involucran a cantantes de rimas egocéntricos y varias marcas de audífonos. La música acertada, Ludwig Göransson nos llena de hip hop, rap, trap y alguno que otro tema pop. Una mención especial para Lakeith Stanfield (“Get Out”, “Straight Outta Compton”, entre otras), que interpreta a Darius, el alucinante amigo de Paper Boi, un tipo fuera de serie que con frases como “Señor, ¿podría medir su árbol?”, rompe toda lógica en las conversaciones.

Creada, codirigida, escrita y protagonizada por Donald Glover, “Atlanta” ha ganado muchos premios que a nadie le importan, lo importante es que quien vea la serie se sienta atrapado por ella, reflejado en la caída, ¿quién no ha fracasado más de una vez? 

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