Camilleri o el universo en una isla…

Horacio Cano Camacho y Gerardo Pérez Escutia

La novela negra es un género duro, rasposo, difícil. Esa es su naturaleza. Contar historias de los lados más oscuros de la sociedad y meter al lector como testigo “privilegiado” de las miserias humanas. Cuando leo a John Connolly, Ray Celestine, Nic Pizzolatto o Bernard Minier, por ejemplo, me queda una sensación de cierta desolación. Me encantan, he de decirlo, pero el mundo que describen y como lo describen, me asusta.

Ese es un propósito del género, lo entiendo. Sin embargo, hay algunos autores que nos provocan otra sensación. Digamos que a pesar de los temas que tratan, son disfrutables de otra manera. Como que proyectan bonhomía. No lo se, es difícil explicarlo. Pasó con Fred Vargas o Henning Mankell. Pero de manera particular lo sentmos con Manuel Vázquez Montalbán, uno de los grandes renovadores de la novela negra contemporánea y desde luego, lo hemos sentido siempre con uno de los alumnos más aventajados de este último: Andrea Camilleri.

No creemos que a Camilleri le molestara que pudiéramos mapear las influencias hasta el autor catalán. De hecho Camilleri nombró a su personaje más conocido y respetado en honor de su gran amigo: Salvatore Montalbano (Salvo, de cariño). Al mismo tiempo y ello es parte de la magia de Camilleri, el nombre de su detective también era un homenaje al sur de Italia, ya que Salvatore y Montalbano son nombres muy comunes en esa geografía.

Andrea Camilleri

Esa capacidad de síntesis es notoria en Camilleri, pero vamos por partes: Andrea Camilleri es un autor que comenzó su carrera en el género negro a los 53 años y lo hizo de manera muy intensa. Su titulo más reciente se publicó -en español- apenas hace unos días, El carrusel de las confusiones, libro número27 de su serie más afamada, de más de cien libros publicados entre otras novelas, ensayos, crítica.

Salvo Montalbano nació en 1994 con La forma del agua. Con esta novela, nosotros, como varios millones de lectores, quedamos prendados. Salvo era la síntesis perfecta de un buen detective. Honesto, con un código de ética a toda prueba que hasta sus enemigos respetan; legal, aunque no duda en torcer ciertos caminos para salvar a las victimas y entrampar a los villanos; muy inteligente; de muy mal genio; solitario… pero, a diferencia de los cánones de la novela negra, no es un personaje quebrado. Disfruta de la vida, se enamora, es leal a Livia, su gran amor, quien vive a cientos de kilómetros de distancia, en Génova y lo visita de vez en vez.

Salvo no es el policía de una gran urbe, donde el hacinamiento, el trafico y la miseria empujan al crimen. Ni siquiera es un agente al que los más altos mandos de Italia recurren. Es un policía de pueblo. Sus historias transcurren en Vigàta, en la Provincia de Montelusa, al sur de Sicilia. Al principio yo busque en los Atlas este pueblo y esta región a fin de hacerme un marco situacional del personaje, hasta que me enteré que tal lugar no existe. Fue una manera de Camilleri de inventar, como Borges, un mundo donde existan todos los mundos. Hacer la síntesis de Italia, de Europa, en realidad de todo el mundo en esa comunidad en donde Salvo es comisario.

Y Vigàta es su Aleph. En esta comunidad sucede todo. Hay celos, amores no correspondidos, herencias no asignadas, trafico de inmigrantes, de drogas, de órganos, de todo aquello que suele estar detrás de los crímenes, de los premeditados y de los provocados por la locura momentánea.  De manera muy especial, en esa comunidad se expresa con toda claridad la connivencia entre el poder económico y el poder político que es en gran medida el origen de muchos de los males del mundo, comenzando con el sostenimiento de la mafia, que existe no por la maldad de unos cuantos, sino porque sirve al poder, algún poder.

Cuando alguien nos pide una recomendación para iniciarse en la novela negra, solemos recomendarle que comience por Salvo Montalbano. Y no es por que sea light, no nos malinterprete. Es fácil de leer, es cierto, pero no por un intento deliberado de pulir las aristas más agudas de este género. Es fácil de leer por la enorme capacidad de Camilleri para narrar, para construir personajes. Salvo es un ejemplo muy acabado, extraordinariamente empático.

Montalbano es un policía sagaz, metódico y de un enorme compromiso con la justicia y la legalidad. No es un burócrata más. Está convencido que todos los males se producen por la desigualdad que engendra injusticias y él cumple su parte, al menos con lo que controla, para hacer al mundo, su mundo, más justo. Al mismo tiempo es un tipo muy culto y refinado. Amante de la comida y aquí encontramos otro paralelismo con la literatura de Vázquez Montalbán, sus libros antojan. Es una delicia verlo disfrutar de la cocina siciliana, del buen vino. Nosotros esperamos que, como sucedió con Vázquez Montalbán con un libro de cocina de Pepe Carvalho, su personaje, alguien publiqué La cocina de Montalbano, un enorme y feliz libro de recetas, descripciones y paseos por la comida…

En su pequeño universo, Montalbano se enfrenta con aquello que nos está doliendo cada vez más en todos lados. Las injusticias cometidas contra los inmigrantes que no hacen otra cosa que intentar sobrevivir; la corrupción que todo lo mancha y lo pervierte en contra de los más débiles; el trafico de niños y de mujeres; la incomprensión, muchas veces calculada de los políticos en cuyos números solo entra la justicia cuando les conviene.

Montalbano es un tipazo, fuerte y decidido, pero de una gran ternura. Enamoradizo, pero leal, amigo y cómplice justo de sus subalternos… Comenzó con La forma del agua, a la que le siguieron El perro de terracota, El ladrón de meriendas, La voz del violín, La excursión a Tindari, El olor de la noche, Un giro decisivo, La paciencia de la araña, La luna de papel, Ardores de agosto, Las alas de la esfinge, El camino de arena, El campo del alfarero, La edad de la duda, La danza de la gaviota, La búsqueda del tesoro, Por la boca muere el pez, La sonrisa de Angélica, El juego de los espejos, Un filo de luz, Una voz en la noche, Un nido de víboras, La pirámide de fango y El carrusel de las confusiones y varios libros de relatos cortos, todos publicados en español por Salamandra.

Puede leerlos en orden o comenzar por cualquiera. Son historias independientes, vertiginosas, divertidas en lo que cabe, cuyo hilo conductor es el personaje central y su universo contenido en una pequeña comunidad.

Existe una serie de televisión con doce temporadas y un enorme éxito de público en Europa. Recientemente se estrenó El joven Montalbano, una reinterpretación de sus textos abarcando sus años de formación policíaca, ambas se transmiten regularmente por el canal de cable Europa Europa.

Camilleri comenzó ya mayor su carrera en la novela negra, pero de hizo de manera muy intensa y llena de éxitos. Hay varios títulos publicados en un mismo año y su nombre se asoció a escritores jóvenes a los que se sumaba para enseñarlos y apoyarlos y sin duda alguna ha influido en la nueva novela negra italiana. Fue un militante de izquierda, consecuente con las grandes causas de la justicia. Es el autor más leído de Italia y se sabe que quedaron muchos planes, proyectos, libros sin terminar sobre su escritorio. Murió a los 93 años. Este es nuestro muy modesto homenaje a un grande de la novela negra: Salve Camilleri, salve Montalbano.

Las opiniones expresadas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor y no necesariamente representan la opinión de el-artefacto.

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