Carlos Enrique no volverá a pedalear

Caliche Caroma

Diez de mayo de 2021, fecha terrible en la que la unidad 52 de los camiones blancos con líneas naranjas, que van y vienen de Villas del Pedregal y de otras colonias de la salida a Quiroga, atropelló a un ciclista de nombre Carlos Enrique a la altura de Domino’s Pizza de la avenida Madero Poniente, aquí en Morelia, Michoacán, donde ya se ha hecho una abominable costumbre que los transportistas, quienes se sienten los dueños de la ciudad, pasen por encima de peatones y ciclistas (biciclistas).

Nuevamente la imprudencia de conductores irresponsables se lleva entre las llantas a un ser humano. Como se dice coloquialmente, “este chófer no tuvo madre”, pues se dio a la fuga, pero hay un dios o un video que todo lo ve… Y gracias a este registro es posible que el atropellamiento no quede impune, pero a veces la especulación es sólo eso, una aproximación a lo que nunca pasará, la impunidad se repite porque los designios de la Comisión Coordinadora del Transporte Público de Michoacán (Cocotra) son inescrutables. Luego, es posible, también, que no pase nada, como otras tantas veces.

En protesta por este crimen, más de media centena de personas salieron a las calles y organizaron una rodada que partió de Catedral y llegó al lugar de los tristes hechos para exigir justicia. La manifestación comenzó alrededor de las dieciocho horas de este lunes diez de mayo y terminó una hora y media después. Las caras de los biciclistas estaban desencajadas, el coraje y la impotencia marcaban sus rostros, gritaron con encono, pero sus gritos también eran de miedo, ellos son las potenciales víctimas de próximos atropellamientos. Tarde nublada del quinto mes, una vida que se apaga, mejor dicho, que fue apagada, aplastada, frenada para siempre. Carlos Enrique no volverá a pedalear.

A veces las investigaciones de redes sociales resultan más productivas que las que corresponden a las autoridades, si es que las hay, investigaciones y autoridades. El supuesto nombre de la bestia que conducía el camión que atropelló a Carlos Enrique fue dado a conocer por usuarios de Facebook, en unas cuantas horas se supo quién era el responsable, repetición, el “supuesto responsable”. Fernando Z. huyó después de pasar por encima de un joven que conducía su bicicleta por la avenida Madero, aunque podría ser otro el nombre del homicida, las equivocaciones no sólo ocurren al manejar, bajo la sombra del accidente se oculta la estulticia y la mala fe. El error puede perdonarse, pero ¿por qué huir?

¿Por qué no se detuvo? ¿Acaso no se dio cuenta? ¿De dónde salió la imagen para identificar el camión, dónde está el video? Muchas preguntas, y aunque hubiera respuestas, qué importan, la muerte es inapelable, nadie ha regresado para aceptar disculpas y, al parecer, Fernando Z. no tenía intenciones de excusarse, él siguió su ruta como si nada hubiera pasado, como si Carlos Enrique no importara.

Las pancartas y cartelones de los biciclistas lo decían casi todo: “Exigimos justicia”, “Respeta a los ciclistas”, “Más ciclovías en la ciudad”, “Cocotra, responde”, “El día 10 de mayo un ciclista no llegó a casa”, entre otros mensajes funestos. Carlos Enrique murió atropellado, la persona que manejaba el automotor que lo arrolló no se detuvo, no se bajó de su unidad de transporte público porque, suponemos, tenía cosas más importantes para hacer, queremos escuchar sus argumentos o preparar la batea para su saliva. Quisiéramos que Carlos Enrique estuviera vivo, pedaleando su bicicleta. La realidad es otra, desgraciadamente.

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