¿Cultura en línea?

Caliche Caroma

Más rápido que lento, varios estados de la república mexicana regresan al temido semáforo rojo, es decir, todo cerrado por el maldito virus y la enfermedad que éste provoca, la Covid-19. Si para otros sectores es difícil sobrevivir a esta pandemia que lleva más de un año de haber trastocado la supuesta normalidad en el mundo, para el sector cultural se ha vuelto insostenible la situación. A pesar de que algunos foros se abrieron en los últimos meses de 2020, hoy vuelven a cerrar sus puertas, dejando así a miles de artistas sin posibilidad de generar recursos para sobrevivir en este 2021.

Ante la catástrofe mundial, las autoridades culturales han tenido que migrar sus ya de por sí mermadas actividades a las plataformas digitales (Facebook, Youtube, et al): conciertos virtuales, visitas guiadas a museos, charlas, debates, conferencias, teatro, clases de danza y todo lo que quepa en el lenguaje binario. Una patada de ahogado burocrático para paliar el gran golpe que ha sufrido el arte y la cultura en los últimos años, es decir, el daño viene de mucho antes, no se trata únicamente de la pandemia.

En Michoacán, las dos secretarías de cultura, la estatal y la de Morelia (junto con el Poliforum), presumen sus programas de transmisiones vía redes sociales, poniéndolos como exitosos ejemplos, aunque la mayoría de sus videos andan en las trescientas reproducciones, muy pocos superan las mil reproducciones y varios de estos videos son de actividades oficiales. Para darse una idea de la medición de audiencia en redes, tómese cualquier video de un youtuber, el menos popular, el cual supera las diez mil reproducciones (a veces en un par de horas). El éxito es relativo y con presupuesto se pueden hacer auto-milagros (a los funcionarios se les olvida que la publicidad pagada en Facebook aparece así, con la etiqueta de «publicidad»).

Pero esto no es lo más importante. Estamos hablando de los artistas, de la gente que se dedica al arte y a la investigación cultural, seres humanos que cantan, bailan, pintan, escriben, en fin, personas de carne y sangre que comen, beben, pagan renta, servicios, cursos… ¿Se les retribuye por las transmisiones en vivo y los contenidos grabados que se suben a las plataformas de las secretarías de cultura? Veamos, dijo el ciego cuando bailaba con sombrero ajeno.

De un poco más de diez artistas, a los que se les preguntó sobre las colaboraciones que han tenido con la Secretaría de Cultura de Michoacán (Secum), Secretaría de Cultura de Morelia y Poliforum de Morelia, obtuvimos la siguiente información (los nombres de los artistas se omiten por precaución).

A casi nadie le pagan, y a los que les pagan, aún no les pagan, hay que esperar porque los trámites “llevan su tiempo” y qué tanto es tantito. De los que sí obtuvieron remuneración de parte de la Secretaría de Cultura de Morelia, les redujeron el monto aduciendo que el dinero lo necesitaban para comprar despensas; una de estas personas obtuvo $1000 pesos por tres colaboraciones (aunque realizó muchas más), no le preguntamos si era esto menos impuestos.

En el caso de la Secum, algunos contenidos los paga, como una obra de teatro por la que desembolsó $8000 pesos, menos impuestos, pero el cheque no sale todavía, «espera un poco, un poquito más». Los otros contenidos de su página de Youtube casi en su mayoría están hechos por sus propios trabajadores, algunos con más de diez videos cada uno, cosa que se repite con la Secretaría de Cultura de Morelia, es decir, no son remunerados. El Poliforum invita a los artistas a “promocionarse”, les presta las instalaciones y equipo, pero no paga, no vaya a ser que se acostumbren los artistas a que les den dinero por lo que hacen.

Éste es un poco del “éxito” de las plataformas digitales de las instituciones encargadas de la cultura en Michoacán, he aquí el apoyo desigual que se le brinda a una población que desde antes de la pandemia ya estaba en crisis, pero que en tiempos de elecciones sirven para hacer alaraca al candidato o candidata en turno. Se dice que se apoya al arte y a la cultura, eso se dice.

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