Danza de entrañas

Livier Fernández Topete

La voz “tango” la encontramos en al menos dos culturas: africana e hispánica. En una de las lenguas africanas tang significa palpar, tocar y acercarse, también significaba “lugar de encuentro”, al principio se usaba para designar lugares en los que se intercambiaban esclavos y después para referirse al sitio en el que bailaban los negros; nombre también de una tribu africana. Onomatopeya del sonido emitido por el tambor. La palabra “tango” en castellano es considerada como derivación de tangir, que en español antiguo equivale a tañer, y de tangere, que significa tocar en latín.

Porque es beso manso, el tango, esa danza nacida en burdeles bonairenses, es caricia inevitable entre dos cuerpos. El contacto físico no es algo azaroso o accidental que ocurre en la interacción del baile, sino que es fundamento, necesidad saciada por el dictado de su música, ensamble espontáneo que permea la mirada de quien especta.

Pero no sólo es terneza, también es lenguaje que lacera, porque es daga fuerte que provoca, es emoción oscura, energía nocturna en el ambiente. Tango coreografía proyectada por la fuerza lunar, enredo de dos que palpitan.

Tiene adiós de muerte el baile de la tristeza, tiene gusto a amor la danza de la sensualidad, condensa las dos pulsiones como quien trazara en la pista una imagen bicolor: cuervo de alas doradas. Tiene algo de Vida, tiene algo de Muerte, el tango es moneda de dos caras, sabiduría inscrita en sus letras, conocimiento tatuado en los cuerpos que se han movido a través de sus notas.

Imposible la insipidez en el bailable del tango, la gravidez y la ingravidez a un tiempo hallan senda a través de sus pasos. Marcha que dibuja un cuadro que deviene redondez por su erotismo.

Existe un baile entrañable, una urdimbre compuesta por filamentos cardíacos, por hebras de dos sexos, por hilos de dos vientres.

El hombre ha llamado tango a ese tacto profundo, a ese tañido del alma, a la sacudida que otro cuerpo produce, al golpeteo de las emociones, a la exaltación de la vida y la conmoción por la muerte. Tango es el nombre que dimos para esa danza de entrañas.

Del mural del tango en el distrito de San Telmo en Buenos Aires, Argentina

Las opiniones expresadas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor y no necesariamente representan la opinión de el-artefacto.

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