Diccionario apasionado de la novela negra

Horacio Cano Camacho

De niño me encantaba “leer” el diccionario. Pasaba tardes enteras hojeando alguno de sus tomos y me encantaba abrirlos al azar y a partir de allí comenzar mi recorrido y dejarme sorprender por las palabras, fotografías o mapas de los más diversos temas. No tenia ningún sistema ni orden. Tal vez eso es una de las cosas que más añoro de los “libros analógicos”. Por eso el libro que ahora comento me remontó a esas tardes, pero con el añadido de que es un diccionario y es sobre otra de mis pasiones, la novela negra.

El autor de este diccionario también es uno de mis preferidos y uno de los nombres más influyentes de la novela negra contemporánea: Pierre Lemaitre, autor francés, creador de una de las mejores sagas de la novela negra contemporánea, Camille Verhoeven, comandante de la Brigada Criminal de París.

Menciono la saga porque es el antecedente directo del Diccionario apasionado de la novela negra (Salamandra, 2021), en ella ya se aprecia el deseo de su autor por rendir un homenaje a la literatura, en particular al género negro, con guiños y referencias a los autores y cineastas a los que Lemaitre sin duda admira, muestran su erudición, pasiones y fobias en el género.

Pierre Lemaitre

La editorial francesa Plon le encargó en 2020, un diccionario sobre el “polar”, nombre con el que se conoce en Francia a la fusión de la novela policiaca y la novela negra. Desde un inicio se propuso prescindir de “definiciones rigurosas, monografías exhaustivas, análisis temáticos” para las que ya existen trabajos más indicados y por el contrario, dar la visión del novelista y escritor y sobre todo del aficionado. Y cumplió, el diccionario es realmente una declaración de lo que le gusta, de lo que respeta y con sus ausencias, de lo que se le olvidó, no le apetece o abomina…

Y yo lo leí como creo que se lee un diccionario, al azar y buscando la sorpresa. Comencé por la letra M, buscando al gran reformador de la novela negra francesa y claro, recalé en Manchete, Jean-Patrick que con solo tres novelas (murió muy joven) “pulverizó la rutinaria novela negra francesa” en palabras del propio Lemaitre y transformó las -hasta entonces- historias pequeñoburguesas en verdaderas descripciones de la realidad social, comprometiéndola con el entorno y el sistema político.

Luego, en un ejercicio mío de retar a Lemaitre, busqué con mucha angustia en la letra C, y encontré con mucha felicidad, El complot mongol, escrita por Rafael Bernal. Esta novela y su autor, son a México lo que Manchete es a Francia, la novela verdaderamente fundacional del género negro en México.

Bueno, ya entrado, me fui a la letra T, que inicia por supuesto con Taibo II, Paco Ignacio, que por supuesto es de los grandes nombres de la neo novela negra internacional y de un estilo que marcó Manchete en Francia y PIT II junto a Manuel Vázquez Montalban en español: no escribir novelas policiacas, sino novelas que describan la realidad social, con su cauda de corrupción, de la asociación mafiosa del poder político y el poder económico y todo con un aire muy local, muy mexicano. PIT II, dice Lemaitre, escribe fundamentalmente “novela mexicana”.

Por supuesto, luego de la T fui de inmediato a la V y recuperé dos nombres, Vázquez Montalbán, Manuel, el creador de Pepe Carvalho, el otro gran protagonista de la novela negra contemporánea y responsable de que esta tenga como coprotagonista a la realidad social circundante a las historias por las que se aventura. Lemaitre cita estas declaraciones de Manuel Vázquez que pintan muy bien su estilo, “Cuando empecé a escribir, uno de los paradigmas culturales de la izquierda era la austeridad: el placer representaba la decadencia pequeñoburguesa. Al introducir  la cocina y la sexualidad en mis libros, no asombraba al burgués, sino al marxista”…

De inmediato retrocedí unas paginas para buscar a Vargas, Fred, otro de mis nombres favoritos y que me tienen siempre en alerta de sus nuevas entregas. Fred Vargas creó al Inspector Adamsberg, un tipo tierno, completamente inductivo y protagonista de un estilo muy original, creado por Vargas. Fred Vargas es una científica, especialista en las enfermedades de la edad media que le permite crear un universo a medio camino entre la ciencia y la mitología medieval aún vigente en muchos lugares de Europa.

Es imposible en esta pequeña reseña decirlo todo, pero me encantó encontrar a Mankell, Henning y su Kurt Wallander, Márkaris, Petros y su Kostas Jaritos, Massimo Carlotto y su vida junto a la ultraizquierda italiana, saber que aunque Lemaitre admira al escritor y sus novelas, detesta (como yo) al derechista James Ellroy, que disfrutó y sigue a Don Winslow con El poder del perro o de Le Corré, Hervé y su novela negra histórica o Littel, Jonathan y la tremenda Las benévolas, junto a su padre Robert…

Una sección muy sentida por mi está en la letra S, en donde habla de Luis Sepulveda, un autor imprescindible de la novela negra latinoaméricana, sobre todo por un estilo que hace un homenaje a la multitud de perdedores de la historia en la que yo muchas veces me siento y que ha sido injustamente ninguneado por las capillas literarias de nuestro país, de manera que fue un gusto encontrarlo y saber que, efectivamente, compartimos autores favoritos con Pierre Lemaitre, lo que vanidad aparte, me sacó muchas sonrisas esa tarde en que leí el diccionario.

Le dedica una sección a la saga Millenium, la realmente escrita por Stieg Larsson, no la continuada por encargo y analiza muy bien el papel de la trilogía en el apogeo de la novela negra y su consolidación como fenómeno, ya no de unos cuantos iniciados, sino de masas y, con un potencial económico inusitado… A pesar de lo caótico de muchos pasajes y lo notable de algunas costuras debidas a la pluma de un autor novel, la saga si refleja las preocupaciones de Larsson por la decadencia lenta, pero al parecer inexorable del estado de bienestar nórdico y es notoria también la mano del periodista e investigador, sobre todo en lo referente a los movimientos neonazis, el vínculo corrupto de políticos y empresarios y de manera destacada, la violencia contra la mujer. Por cierto, además de la saga Millenium, encontrada -como no- en la M, en la L vemos un análisis de Larsson, Stieg y su historia trágica.

En este sorprendente diccionario, también están “presentes” las ausencias, no está Andrea Camilleri y su universo de Vigata o Danna Leon y su estilo antigentrificación. Tampoco Bernard Minier, ni Connolly, pero esto también tiene su encanto, nos permite ver que el género negro es basto y poderoso y tiene algo para cada cual. Anímese, pasará una tarde deliciosa y tal vez se anime a dejar el prurito “intelectual” y salir del closet de la novela negra…

Las opiniones expresadas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor y no necesariamente representan la opinión de el artefacto.

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