Editorializar hasta las tiritas

Caliche Caroma

31 de diciembre de 2020, fecha de maratón, casi no llegamos, dijo alguien. Desde el fin del mundo este corresponsal de guerra cultural envía sus estampitas, un eufemismo para editorializar. Tremendo griterío en el cotarro se armó, a pesar/pensar de la pandemia/sindemia. Se han caído muchas cosas, las piedras siguen rodando y no se trata del ruquete Alex Lora, pero para chismes están las redes sociales y este mundo loco loco con su triste soledad, mucho pancho. El meollo del presente cantinfleo es agradecer a los lectores, y ya.

Ya me voy a retirar que al cabo ni falta que hago, pero antes unas estampitas.

Casa Gua Gua en Troncones, La Unión, Guerrero. Viven en ella Yunuén Oviedo, Pedro González, Maverick, Negrita, Peter el gato y otros felinos más. Aquí vine a trabajar, estas son las vacaciones que no tenía el Rey David. Hago como que toco, escribo como si sí. Las olas frente a la casa, por el camino hasta la playa, ni media cuadra de Casa Gua Gua. Sábila y camelinas, verde agua marina, mar en el aire. La gente trabaja, pescado fresco para tiritas, la luna la noche enciende, los tacos del último puesto de la madrugada a las once de la noche, se duerme temprano en este pueblo. Tacos dorados con consomé. A la mañana siguiente puse la cafetera, quise ganarle al sol, pero éste ya estaba ardiente.

No manches, ¿cómo van a ser lo mismo?

Desde esta casa, desde esta playa: ¿Acaso se pregunta el pájaro por los kilómetros de vuelo o por los minutos cantados durante estos doce meses? El gato, que vive más en los sueños que en la vigilia, ¿sabe cuántas azoteas recorrió durante un año? Queremos contarlo todo porque tenemos muy poco tiempo, ¿tenemos?, la casi nada de esta existencia. ¿Qué dirán de nosotros las ancianas estrellas cuando se enteren de nuestro absurdo ritual? Trescientos sesenta y cinco veces Pedro negó al sol y aún así amanece.

Los vientos de los últimos tiempos

El arte no puede parar, escuché que dijeron los vendedores de fayuca afuera del metro General Anaya, a coro. En Morelia el aire habló, así como en el cuento de Lucius Shepard. En Troncones bajó la temperatura, llovió y algunos creen que son señales divinas que advierten de algo mucho peor, como bienal de arte un primero de enero. Oh, Diablo, qué miedo. Lo que importa ese ese plato grande con camarones y no la fútil creencia de que el primero enero las cosas serán diferentes.

Qué mal aspecto da ese borracho

El primero de enero estaba un hombre tirado en la arena, en la orilla, el mar le besaba las patas de crudo, playa La Ropa, el montón de gente quería ver el atardecer, buena vibra y otros viajes, la emoción de capturar el momento. El vato tirado ya llevaba varias horas ahí, como arrojado a la existencia horizontal del suelo, los niños lo saltaban, los perritos chihuahua le ladraban, una señora dijo ¡ay! Después se fueron a sus hoteles a quitarse la arena de los calzones. Cayó la tarde, no aguantó más, la pobre tarde, “comiendo atún pero en Cancún”, nació la noche de invierno con calor, moscos, mosquitos, turistas pidiendo descuento. Entonces el recuerdo, fuegos artificiales, destellos de lo que fue. Don Ubi era el encargado del terreno que va hacia el faro, cocoteros, serpientes, tarántulas negras, gallinas tropicales, victorias bien frías con su república francesa (véase la etiqueta), claro, playa Las Gatas. Se murió porque así son las cosas, qué se le hace, Don Ubi, Don Josué, Don Acá, Doña Chancla. Marioni vende plata en la misma playa. Chido el vato, es la banda, luchó contra el asfalto y le ganó. Norte-sur.

Alucinaciones

Cocodrilos comprando tacos de guisado: requesón, arroz con huevo, barbacoa, mole, chicharrón. El chilangocosteño del semáforo es más zanca que las tiritas. Han pasado tantas cosas, en Morelia se les sigue cayendo la baba a las estatuas, el camión de la basura no pasó, dicen que hay poco dinero, ¿quiénes dicen?, los del dinero, cuáles otros. Retórica, al final siempre es la enfermedad que les da a los animales que tienen lomo. Guerrero, Michoacán, en ambos estados se recuerda a los muertos, a los miles de caídos en esta guerra interminable, se habla de ellos, se mienta su nombre. Frío-calor. Son vacaciones del terror, empeños de enero, reyes narcos, la capacidad de tolerancia, no le jales la cola al gato, el juguete caro y el aventón al otro mundo. ¿Te das cuenta?

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