El Batman, el ácido y la música

Caliche Caroma

Llegué al cine para la última función del día, 10:45 p. m., la sala lucía medio llena y no había ningún Hombre Araña. Media hora antes tomé la dietilamida de ácido lisérgico, mejor y más barato que cualquier combo Cinépolis, excelente inversión para el aprovechamiento del entretenimiento. Michael Giacchino, el encargado de la música original para The Batman (El Batman), lo volvió interesante desde el comienzo, eso y la hipersensibilidad. ¡Cuidado, hombre radioactivo!

Como ya es una bonita y colectiva costumbre, todo el mundo tenía algo qué decir sobre Batman: el actor de Crepúsculo no tenía lo suficiente para ser un caballero de la noche, el director Matt Reeves había cambiado el reparto más de una vez, la historia conocida y por conocer difícilmente superaría lo antes hecho, las comparaciones con las anteriores versiones del murciélago sobraban. ¿Era necesario otro Batman, El Batman? Murmullos, chismes, habladurías, críticos, expertos, y qué tiene, también la opinión vale, ¿cuánto vale?, las diez cosas que no sabías sobre The Batman y el párrafo más largo de este texto.

Y luego, sin querer-queriendo, te van contando la película: es un Batman más humano, más jorobado, uno de los villanos es El Acertijo (¿cómo superar a Jim Carrey?), es muy oscura y larguísima, que si Robert Pattinson, que si Zoë Kravitz, la escena en la que Bruno Díaz rebota como pelota, la motocicleta no es tan rápida, John Turturro salió en The Big Lebowski y lo peor de todo, al final Batman se muere y el PRI vuelve al poder.  

Ya había visto The Batman antes de ver The Batman. Vi la serie de televisión con Adam West, las películas de Tim Burton, la caricatura Batman: The Animated Series de Bruce Timm; asistí a la “batiaventuras” de George Clooney, Ben Affleck y Val Kilmer; me emocioné de nuevo con la trilogía de Nolan, The Dark Knight. La precuela, Gotham, y un montón de animaciones, incluyendo Batman Ninja y The Lego Batman Movie. ¡Santos remakes, Batman!

Por eso el papelito, el cuadro, LSD, el empujón a la percepción, algo de oscuridad en el alma para volar y caer con el hombre murciélago, la motivación necesaria para acompañar al protector de Ciudad Gótica en su lucha contra el ¿mal? El vigilante nocturno, huérfano y rico, no está solo, Gatubela lo ayuda, lo salva, lo besa. No hay escenas sexuales, y qué bueno, ¡queremos rock! No murió Batman, habrá trilogía.

El ácido va y viene, aprieto el botón, estoy en la sala vip de Espacio Las Américas, Morelia, Michoacán, México, América, Mundo. La mesera llega y me da la carta. Pido agua, tengo la boca seca. Cuando parece que la película va a terminar, sigue. ¿Han pasado tres horas?

Como parte de la banda sonora, el único tema que no es de Michael Giacchino, aparece y suena “Something in the Way” de Kurt Cobain. Me emociono hasta las lágrimas porque tengo 38 años y las drogas destruyen, pero la verdad me gustó The Batman y la canción de Nirvana, los sombríos edificios de Ciudad Gótica, la lluvia sobre la ciudad, el tren subterráneo, los pandilleros, las golpizas y los gatitos que salen, para mi mal gusto, poco tiempo. Volvería a tomar LSD para ver El Batman de nuevo.

Escalofríos, estremecimiento, euforia. Sé que es tarde ya, The Batman no es tema de moda, aunque sigue en cartelera. Ahora Jared Leto y Marvel promocionan Morbius, ¿acaso un Batman de un universo paralelo? Sí recomiendo eso de ir bajo los influjos de los enteógenos a las salas de cine, sobre todo para saborear esta frase:  “La ciudad está enojada, con cicatrices. Las cicatrices pueden destruirnos, incluso después de que hayan sanado. Pero si sobrevivimos a ellas pueden transformarnos, pueden darnos el poder para resistir y la fuerza para pelear”.

Ficha técnica: The Batman, 176 minutos, DC Films. Director: Matt Reeves. Guion: Matt Reeves y Peter Craig. Música: Michael Giacchino, Fotografía: Greig Fraser. Producción: Matt Reeves y Dylan Clark.