El hombre que rotuló el Jesuita

Caliche Caroma

Raúl Calderón Gordillo pasará a la historia como el director que le puso rótulo, después de 20 años de existencia, al Centro Cultural Antiguo Colegio Jesuita. Pero no es todo lo que él ha hecho en este recinto patzcuarense, desde que llegó, en noviembre de 2016, la situación ha sido otra. El también artista visual, gestor y promotor nos platicó de su trabajo en una de las dependencias de la Secretaría de Cultura más activas de Michoacán, aquí está la entrevista realizada en su automóvil, carretera Morelia-Pátzcuaro, después de unas ricas carnitas que bien pueden ser interpretadas como chayote.

Háblanos de ti, bella señora, la de-formación de Raúl Calderón Gordillo contada por él mismo: “Inicié muy joven en este pedo, hice un bachillerato de artes y humanidades en el Cedart de Morelia; luego estuve un año con el maestro Alfredo Zalce, porque no había todavía licenciatura, cuando hubo, la estudié en Bellas Artes de la UMSNH. En realidad, mucho de lo que he aprendido, lo primordial, fue por andar yendo y viniendo en lugares de arte dentro y fuera de México. Como creador vi la necesidad para hacer algo con la promoción, gestión, vinculación, pues no había nada en qué apoyarse para catapultarse a otros horizontes”.

Funcionario que funciona, qué cargos y descargos para Calderón Gordillo, actividades oficiales y subterráneas en la vida del burócrata sin buró: “Tanto así como puestos oficiales, no, he estado en diversas sinergias que tienen que ver con dineros públicos. Asesoré un rato a Movimiento Ciudadano en el tema de las artes y la cultura, pero al final era una estructura un poco cerrada, como lo son todos los partidos políticos. En la universidad michoacana fui parte del Consejo de Arte y Cultura, proyecto muy importante que desgraciadamente se abandonó. En el Clavijero coordiné varios proyectos expositivos. Por la libre tuve un espacio experimental en Santa María, tenencia de Morelia, se llamó La Alberca, estaba abierto a todos los públicos, llegaron al balneario sin agua artistas como Víctor Muñoz, Richard Martel, Adanowsky, entre otros”.

Cómo ha sido esto de ser director del Jesuita: “La verdad es que ha sido una faena en muchos frentes, me he puesto el objetivo de hacer visible la dependencia, pero hacerla visible es generar una agenda de proyectos y, a la vez, resanar algunas cosas, malas decisiones, trabajos incompletos, descuidos. Recibir un espacio, revisar y contar, ver cómo se está organizando, qué se tiene y qué no se tiene, los pros y contras, a la par, pensar en un programa a corto plazo para tener cierta movilidad. Al mismo tiempo, generar otro plan a largo plazo para que, en tres o cinco años, se tenga una claridad del Antiguo Colegio como un verdadero centro cultural. Es complejo, vas sumando lo que tienes a favor y en contra, sin olvidar la vinculación con la comunidad local, nacional e internacional, con otras áreas; han ido apareciendo resultados después de estos tres años, por ejemplo, el premio internacional que recibimos por un proyecto en conjunto con artistas de Cherán. Hicimos ruido y ahora tenemos el reconocimiento y colaboración de la Dirección Nacional de Artes Visuales del INBA, la UNAM, la galería Kurimanzutto, etcétera; se van sumando logros que sólo con el tiempo y el trabajo se pueden reflejar en un centro cultural”.

Sobre las actividades del Jesuita, de los artistas que han visitado Pátzcuaro y su cuantía, Calderón Gordillo expresa su punto de vista: “Yo la importancia de los artistas la puedo ver en dos sentidos. Uno, su currículo, trayectoria, respaldo; el otro, qué tan bondadosos son con el centro cultural. Hay que cruzar estas dos vertientes. Hemos tenido la participación de creadores como Perla Krauze, Daniel Guzmán, Demián Flores, Carlos Maldonado, un sinfín de colaboradores. Creo que la fortaleza consiste en no sólo recibir a los artistas con trayectoria, sino que compartan y que se comprometan con el Jesuita. Como muestra, hace unos meses tuvimos a Salvador Jacobo un chavo que acaba de ganar un premio de novela gráfica internacional, él estuvo por aquí y su premio nos ayuda a que se voltee a ver el recinto. Por acá anduvo Cuauhtémoc Medina, jefe curador del MUAC, él quedó muy contento con lo que conoció. Al final de cuentas se trata de compartir experiencias, entre foráneos y locales”.  

El Jesuita trae para este veinte-veinte grandes sorpresas, globos y confeti: “Este año, a partir del posicionamiento del que platiqué antes, tendremos en febrero el acervo del maestro Francisco Toledo (a cargo del INBA) que incluye obras de Picasso, Miró, Chagall, Vicente Rojo, Posada, muchos más. Muy pocas veces, las obras de autores de esta talla han visitado un espacio geográfico como Pátzcuaro. A esto se suman varias actividades más. Se viene lo del documental de la historia del huarache de Tacámbaro. Recibiremos la Bienal Femsa, esta mañana (09/01/2020) platicamos con Carlos Amorales sobre este tema, recorrió el Jesuita. También nos interesa conectarnos con la gente de la ribera del lago, vincularlos en nuestros proyectos. El maestro Feliciano Béjar tendrá su centenario este año, queremos hacerle un homenaje modesto pero honesto a este gran artista de Jiquilpan. Estamos en un lugar lleno de artesanos, la meta es colaborar juntos, crecer”.  

Para quien no conozca el Jesuita, Calderón Gordillo nos regala un recorrido platicado, paseo virtual para que se animen a conocer el edificio del siglo XVI: “Desde la calle ya se ve imponente el centro cultural, una mega explanada con una fachada de más de cincuenta metros de frente (largo) y ocho de alto. Hoy ya se anuncia el nombre en la entrada, tenía más de veinte de años sin este rótulo. Tenemos un texto informativo al ingresar que narra la historia y lo que pretendemos sea este espacio. Nos recibe una extensión de la librería del Fondo de Cultura Económica, del otro extremo está la Biblioteca del Libro Ilustrado, iniciativa de Artemio Rodríguez, grabador local. También en la planta baja, en el pasillo, encontramos una muestra de gráfica y platos de cerámica a media temperatura de artistas de diez estados de la república mexicana. Descubrirá el visitante, además, una cafetería con deliciosos granos de Tacámbaro, sitio a cargo del artista Prisciliano Jiménez. En el mismo primer nivel, el público admirará nuestro telar de muestra, llevaba ochenta años sin usarse, lo echamos a andar para que conozcan esta labor. El patio anexo tiene un campirano remate, un patio para gozar silenciosamente, próximamente lo activaremos con diferentes actividades. Junto a éste se ubica el huerto de los Jesuitas, donde el año pasado tuvimos una extensión del Festival Cervantino, queremos que este huerto tenga mucha más vida, caben alrededor de quinientas personas, pronto albergaremos un encuentro de mujeres que estuvieron en Chiapas con el EZLN en enero de este año. En el segundo nivel se encuentran las salas de exposición con frescos de principio del siglo XX, de cuando este lugar era escuela, ahora está expuesta la obra de Demián Flores, totalmente recomendable. Los salones para talleres libres están a disposición de quien tenga cualquier propuesta creativa. Y bueno, el taller de gráfica, uno de los más importantes de México, hemos recibido a más de cuatrocientos artistas, se han producido más de cinco mil piezas, el acervo con el que contamos supera las dos mil unidades. Se anexó un taller de cerámica, de aquí salieron los platos de la expo del pasillo. Es un poco de lo que podemos platicar en este paseo de palabras”.

Biblioteca del Libro Ilustrado
Taller de gráfica

Y como todo tiene su final, nada dura para siempre, el director del Jesuita reflexiona sobre su quehacer y lo que podría hacerse en México si se replicaran planes de trabajo como el del Jesuita: “Abrir centros culturales en México va en contra de ciertas políticas, más bien me gustaría abrir espacios donde uno pudiera discernir, dialogar, debatir nuevas formas de acercarse y aprender en temas culturales y artísticos, pero no sólo eso, sino también que sirvan de plataformas para proyectar una política cultural en México, porque somos muy importantes a nivel mundial en esta materia, sólo que por una falta de autoestima, como diría Felipe Ehrenberg, no hemos explotado, en el buen sentido del término, toda esta riqueza, sobre todo para que sea compartida, si esto no es compartido, no tiene caso el esfuerzo”.

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