En el inframundo no hay covid o cómo celebrar a la muerte muriéndose

Beatriz Rojas

El 2020 fue un año etiquetado por la muerte, por la falta de aire y por el miedo, aunque para algunos se convirtió más bien en un largo paréntesis.

Fue un año en que los noticieros ya no hablaron de ocupación hotelera sino de ocupación hospitalaria y donde ir a clases se convirtió en prender la computadora. Un tiempo en el que casi todos aprendieron lo que es una videollamada y la cotidianidad se tiñó de un matiz de irrealidad.

También ha sido un lapso de tiempo suspendido en el que miles de personas murieron por falta de aire. Más de 2 mil personas murieron con los pulmones vacíos y agotados en Morelia, más de 92 mil en el país. Eso supera la capacidad máxima del Estadio Azteca.

Sin aire en los pulmones murieron y siguen muriendo también casi todos los días hombres y mujeres a quienes los perforó una bala, otros ahogados en su propia sangre porque la bala perforó otros órganos y algunos se asfixiaron porque les pusieron una bolsa de plástico en la cabeza. Otros se ahogaron en sus propias lágrimas. Exhaustos.

Así llegó la Noche de Muertos a Michoacán, entre cifras y contradicciones, entre discursos y falsos pésames, en vísperas de un proceso electoral, en medio de una emergencia mundial que en México decidieron nombrar “nueva normalidad” como para no espantar… pero a un buen mexicano, dicen los corridos, no lo espanta la muerte.

Morelianos incrédulos y temerarios abarrotaron el centro de la ciudad del viernes al lunes, luego de descubrir que el panteón estaba cerrado, en un intento fallido de la autoridad municipal de evitar aglomeraciones, misma autoridad municipal que decoró las plazas públicas para recibir a las multitudes.

“No hay riesgo”, pensarían los lúcidos funcionarios públicos que idearon la brillante estrategia de acordonar su ofrenda -dedicada irónicamente al personal médico-, y colocar filtros en donde se repartía gel y se tomaba la temperatura de las manos de los visitantes asintomáticos.

En el resto de la plaza, con y sin tapabocas, la gente se arremolinaba con aire festivo; dentro del kiosco, en cambio, se arremolinaba también, pero sus manos tenían gel.

De nada sirvieron las decenas de boletines idénticos que mandó diariamente desde hace dos semanas el Gobierno del Estado para recomendar celebrar en casa y dar a conocer su protocolo. A siete meses de que se presentó el primer caso de covid 19, la muerte se sigue mirando con la misma indiferencia.

Pero no importa, porque en Morelia y en el inframundo no hay covid y el PIB ya subió 12 puntos y son días de guardar, pero no de guardarse porque el muerto al pozo y el vivo al gozo y el próximo año bailaré sobre tu tumba y que se mueran los feos.

Mientras tanto, en el mundillo virtual, los tradicionales concursos de altares de las escuelas se trasladaron a las redes sociales y se convirtieron en concursos de popularidad de las amas de casa desesperadas, quienes importunaron a familiares, conocidos y gente que ya habían bloqueado con su sed insaciable de likes y corazones.

En esa misma realidad alterna hubo películas, danza, exposiciones y conciertos, de entre los cuales destacó el Réquiem en honor a los fallecidos que el violinista Ara Malikian, acompañado por el Melon Lewis dedicó a las víctimas del covid 19.

Bañados por la luna llena de medianoche y los primeros minutos del primero de noviembre, Mlikian fue introducido al panteón de Arocutín por una mujer de rostro cadavérico y las notas de violín comenzaron a interpretar el Réquiem de Mozart, después sonaron algunas piezas tradicionales enmarcadas por flores de cempasúchitl, ofrendas, veladoras y tumbas.

No faltaron, como cada año, las balaceras, los incendios, los accidentes viales extravagantes -una quinceañera con sus chambelanes, un tráiler ruedas pa´rriba- y en lo más íntimo no faltó un suspiro por quien ya no está, algún recuerdo llenando el vacío de la ausencia, una mariposa, una veladora y una flor. Por los que hace tiempo que ya no están, por los miles que se fueron este año, por los que faltan y por nosotros mismos, que no sabemos en qué plano estaremos visitando el altar el próximo año.




Fragmento de covid de la portada: Vector de Fondo creado por GarryKillian – www.freepik.es

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