Érase una vez una mujer que quería matar al bebé de su vecina 

Gerardo Pérez Escutia

En esta ocasión nos vamos a salir de la temática habitual de este Bufete Negro, hablaremos de una obra absolutamente singular y difícil de clasificar, escrita por Liudmila Petrushévskaia (Moscú, 1938), novelista, dramaturga, pintora, compositora e intérprete de sus propias canciones, y una de las autoras más importantes de la literatura rusa contemporánea.

Entre sus obras destaca Svoig Krug, considerada un clásico moderno y de denuncia de la intelectualidad soviética en la última década de la era comunista. Ha sido traducida a más de 30 idiomas y en 2010 recibió en Estados Unidos el Premio Mundial de Literatura Fantástica por la obra que hoy reseñamos: Érase una vez una mujer que quería matar al bebé de su vecina (Atalanta, 2011), es una colección de relatos dividida en cuatro secciones: “Canción de los eslavos orientales”, “Alegorías”, “Réquiems”, y finalmente, “Cuentos de hadas”.

Liudmila Petrushévskaia

Heredera de la gran tradición narrativa rusa, las historias de Petrushévskaia están desprovistas de cualquier oropel, son narraciones sencillas que relatan hechos y circunstancias a veces bizarras, pero siempre entrañables, acerca de la gente sencilla que habita la gran patria rusa, y recuerdan a la tradición oral de los relatos de este país, como también lo demuestran los libros de Svetlana Aleksiévich, quien también ha dado voz a los relatos de la gente común, que en su sencillez y diversidad crean un universo literario único.

“Canción de los eslavos orientales”, nos recuerda a Edgar Allan Poe, con personajes absolutamente creíbles en medio de escenarios irreales o fantásticos. A mi en lo particular me impacto “El brazo”, relato que se desarrolla de manera cruda y sin sentimentalismos, el periodo de la Gran Guerra Patria, que logra transmitir el horror de la guerra, el dolor de la ausencia de los seres queridos, y que es aderezado con un toque terrorífico.

“Alegorías”, nos brinda relatos instalados en la vida cotidiana de la clase trabajadora rusa, principalmente de mujeres, que narran en primera persona sus historias, en esta sección hay un relato en particular, “Los nuevos Robinson” que en su momento causó gran polémica en la extinta Unión Soviética, y que sin hacer alusiones específicas, nos describe a una familia que vive al filo de la nada, en lo más profundo del bosque, donde pasan de una situación adánica a una desesperada, en la que cualquier brizna de hierba se convierte en una posibilidad de alimento, metáfora de la hambruna de Ucrania en los años 30.

“Réquiems”, relatos instalados entre la realidad y la fantasía, mezclan a personajes vivos con muertos (que por momentos nos recuerdan a Juan Rulfo), tienen un dejo funerario y terrorífico, en “La sombra de la vida”, nos habla del dolor por la pérdida de los padres, de la búsqueda de señales que nos hablen de ellos, y una resolución trágica que por desgracia nos será familiar.

“Cuentos de hadas”, nos presenta relatos macabros, donde las historias son grotescas y oscuras, que nos llevan a territorios fronterizos poblados de seres extremos colindantes con la locura. En “El secreto de Marilena” nos habla de una mujer “gorda, cetácea, enorme” que necesita tres sillas para sentarse, capaz de devorar un buey entero, trabaja junto con otros freaks de circo para deleite del público. Marilena guarda un secreto, por las noches durante dos horas se desdobla en dos gráciles bailarinas de ballet, María y Lena, hermanas gemelas que fueron hechizadas por un brujo que se enamoró de una de ellas.

Liudmila Petrushévskaia es considerada la madre de la literatura feminista rusa, como se demuestra en este libro de relatos, donde la mayor parte de sus personajes son mujeres en todos sus estratos y condiciones. La obra de esta autora nos lleva a un universo fantástico y terrorífico, dotando a sus historias de un realismo pocas veces visto en la literatura contemporánea.

Los invito con entusiasmo a leer este libro.

Las opiniones expresadas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor y no necesariamente representan la opinión de el-artefacto.

Imagen de portada: Imagen de Taken en Pixabay

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