Esa oscuridad pensante: Pablo Querea

Caliche Caroma

En la calle Serapio Rendón, muy cerca de la avenida 5 de Febrero, Centro de Morelia, vive Pablo Querea, artista visual que viste de negro porque “así se nota menos lo mugroso”. Asistimos a su casa-estudio para preguntarle varias cosas, entre ellas sus felinos generales, como decía el poeta Ramón Méndez Estrada; también platicamos de su obra, la ruta que ha elegido, cambiante, como corresponde a los viajeros. Pablo es uno de ellos, un nómada de la definición y un explorador de las penumbras de la psique humana.

Oriundo de Uruapan, con raíces purépechas, vive y trabaja en la capital michoacana. Estudió en la Facultad de Historia, al poco tiempo supo que lo suyo no estaba ahí y, dentro de la misma UMSNH, ingresó a Bellas Artes: “Yo me dedico al dibujo, es lo que me gusta hacer, el grabado también. Utilizo diferentes materiales, técnicas y estilos. Es difícil delimitar mi trabajo. La revista Picnic me eligió para participar en una exposición en la galería José María Velasco de la CDMX, según ellos reunía a los mejores ilustradores del país, pero yo no me siento ilustrador, pocas veces he ilustrado algo”.

En la continuación sobre esto del encasillamiento y su distancia, Pablo Querea habla: “Me gusta más pensar mi chamba como dibujo; haciendo una analogía con la literatura, lo que hago yo es ensayo. Me pongo frente al papel como si escribiera. Comienzo a construir sin pensar en lo narrativo. De las influencias mías está, principalmente, Francis Bacon”, el artista fuliginoso va por un mezcal de Oaxaca que nos invita, mientras tanto observamos el libro de Jean-Michel Basquiat que está en el librero, su ropero lleno de playeras y pantalones negros, lo tenis y zapatos del mismo color que la noche.

Sobre la mesa están desplegados dibujos de Querea, diferentes épocas y etapas aparecen conforme él va pasando sus obras para mostrarlas, algunas figurativas, otras totalmente oscuras y abstractas: “Al principio yo creía que mis dibujos hablaban sobre la violencia, los primeros proyectos que hice, a nivel profesional, eran sobre el narcotráfico, en 2009 Sicario: Morir matando; después vino Enfermedades de la pobreza, le siguió Conversaciones, entre otros. Estudié algo sobre una enfermedad que se llama noma, la cual, por falta de higiene, ocasiona una especie de necrosis. De ahí vino el tema de los dientes, es la última arma que nos queda como animales, lo que se contrapone a nuestra supuesta superioridad intelectual”.

“Con estos trabajos seguía creyendo que mi tema era la violencia, pero hubo cambios en mi vida, pasaron los años, hice varias series. Y en 2018 empecé a pensar mi producción artística desde otro punto. Era del dolor de lo que yo hablaba. Lo que me interesa del narcotráfico, la pobreza y las enfermedades es el sufrimiento. La violencia provoca dolor, el sistema en el que vivimos nos hace sufrir. Hago representaciones de la psique, construcciones mentales, trato de representar ese sentimiento doloroso”, son un poco más de tres décadas de vida, el autor ha descubierto que son pocos los momentos de felicidad en este trayecto.

Y qué hacer, cuál es la propuesta del creador artístico: “La labor del artista no es proponer soluciones; vemos lo que hay en la realidad y lo plasmamos desde nuestra subjetividad; pienso que lo que hacemos es poner sobre la mesa cuestionamientos, un espacio de realidad que interroga al espectador. Pero esto es en un mundo ideal, donde alguien asiste a una exposición y sale iluminado sobre cualquier tema, aquí difícilmente sucedería algo así. La expectativa es muy perjudicial. Hay muchas limitaciones que se insertan en el inconsciente generadas por la expectativa”.

¿Por qué el negro? La pregunta como sorpresa: “El negro, creo que nadie me lo había preguntado, sucedió a partir de la gráfica, del grabado. Me ha costado trabajo entrar al color, me acostumbré al lenguaje gráfico, al contraste del blanco y el negro, por la fuerza expresiva que se logra con los negros. En algún momento hice unos estudios sobre él, para mí este color tiene que ver con el luto, el miedo, la ansiedad. Para fines comunicativos el negro es más útil, sobre todo si quieres representar estos procesos oscuros de la psique”.

Sobre lo que lo ocupa, Pablo Querea es maestro en la ENES, colabora en el Centro Cultural ExConvento Jesuita, su más reciente participación en una exposición colectiva se puede visitar dentro de las actividades del Festival Cervantino 2019, en las Galerías de la Universidad de Guanajuato que están en el centro de la ciudad capital: “Encontrarán una retrospectiva, hay piezas que yo no veía desde hace mucho tiempo. Y también están muchos de estos retratos de la psique, piezas que pienso seguir construyendo a lo largo de mi vida. No sé, encontrar algo en mi mente a través del dibujo.

Nos despedimos, al salir a la sala, la casa es chica, no enseña obras de amigos suyos, de otros artistas, en la pared está un Cristóbal Tavera, del otro lado un Pasaye, en la ventana cuelga un papalote de Francisco Toledo, un pequeño museo para solaz de los invitados. Nos cuenta, ya de salida, que hace tatuajes, quizá regresaremos para que nos plasme en la piel algo de esa oscuridad pensante que lo acompaña.

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