Esto no es una reseña: diez comentarios sobre “Ya No Estoy Aquí”

Oscar Eme Mora / @asterioonn

1. Película mexicana del 2019 escrita y dirigida por Fernando Frías de la Parra, protagonizada por Juan Daniel García Treviño como Ulises Sampiero, ganadora del premio a Mejor Película en el último Festival Internacional de Cine de Morelia (FICM 2019).

2. Según la ficha oficial de la cinta, la trama se desarrolla en las montañas de Monterrey durante el 2006, el inicio de la llamada guerra contra el narco proclamada por el entonces presidente Felipe Calderón. Ahí, Ulises junto a su pequeña pandilla “Los Terkos”, pasan sus días escuchando cumbias rebajadas (kolombias), mostrando y luciendo sus particulares peinados y vestimenta y creando alianzas y rivalidades con otras pandillas a través del baile y la música. Tratando de proteger a sus amigos, Ulises termina en envuelto en un problema con una organización criminal local que lo lleva a huir de Monterrey y refugiarse en una comunidad migrante ubicada en Queens en el estado de Nueva York. En este lugar Ulises trata de asimilar la vida y cultura estadounidense, pero los recuerdos de la vida con “Los Terkos”, lo llevan a cuestionar su permanencia en Estados Unidos y su largo retorno a un hogar que ya le fue arrebatado.

3. Contada a través de varios saltos en la línea temporal, Ya No Estoy Aquí profundiza en algunos temas como el crecimiento y la madurez personal; el sincretismo y la apropiación cultural; el exilio migratorio y el desplazamiento a causa de la violencia; la irremediable llegada e instalación del crimen organizado en la vida cotidiana; y la música y el baile, como escapes reales y mentales a un ambiente asfixiante, aún y cuando se vive, en los cerros de la ciudad con que más aporta al Producto Interno Bruto.

4. Según el periodista y cronista mexicano Diego Enrique Osorno en su libro La Guerra de los Zetas, hasta no hace mucho, fue que verdaderamente se empezó a tener interés por lo que sucedió y sigue pasando, en el noreste del país. Según el reportero, no fue hasta mediados finales del sexenio de Calderón e inicios del de Peña Nieto, que la presencia del narco fue notada y evidente en estados como Monterrey, Tamaulipas, Coahuila y Durango, y donde durante décadas, el Gobierno tuvo conocimiento y cierto control sobre los grupos de traficantes. En el citado libro, Osorno cree que esto se debió a que anterior a estos mandatarios, existía una percepción de que las organizaciones del noreste no representaban una amenaza real a la soberanía del Estado mexicano. Sin embargo con la caída del “Mata Amigos” Osiel Cárdenas Guillén; sucesor de los traficantes Juan García Ábrego y Juan Nepomuceno Guerra, y el ascenso de sus ex escoltas de élite “Los Zetas” y su disputa con el Cártel de Sinaloa, la violencia en ciudades como Monterrey, Reynosa, Matamoros y Nuevo Laredo por mencionar algunas, ascendió a niveles nunca antes vistos. Entonces fue que el noreste mexicano pasó de ser “la nota roja local” a noticia nacional de interés político, social, económico y hasta cultural. Hasta donde tengo conocimiento, Ya No Estoy Aquí es la primera película a nivel comercial que ahonda, (más allá de las típicas historias de capos locales) en la compleja relación entre los barrios del noreste mexicano, la violencia como el común diario y el éxodo que ha provocado la multiplicación de los grupos armados.

5. Sobre las cumbias rebajadas, también Diego Enrique Osorno dice que contrario a lo que se piensa, que éstas no fueron creadas por algún DJ ingenioso en los sonideros. Según él, hay por lo menos dos versiones que explican el origen de este particular subgénero musical. Asimismo, en la propia cinta, el personaje de Ulises le explica a una migrante colombiana, el origen de las kolombias. Tanto la película como Enrique Osorno coinciden en que las cumbias rebajadas nacieron porque al reproducir las cintas de cumbias vallenatas (la mayoría, de origen colombiano pero reproducidas y replicadas en Monterrey) en los aparatos electrónicos, éstas comenzaban a escucharse lentas conforme se iban acabando la batería. El sonido rebajado nació por la escasez de pilas. Son lentas dice Ulises, para darle más sentimiento. Más pasión. Más acá. Enrique Osorno coincide con la versión y propone que finalmente, este estilo se popularizó hasta llegar a las consolas. Sea o no la única explicación, las kolombias al igual que chopped and screwed del hip-hop, nacieron junto a la normalización de las drogas “que alentan” el pensamiento y avivan las sensaciones. Más rebajada, más lenta, más acá, dice Ulises mientras baila quedito y suave una kolombiana a la altura del cielo.

6. Al igual que la música, en Ya No Estoy Aquí, el baile es otro elemento importante tanto para la libertad, como para la prisión personal. Durante la cinta son varias las transiciones que hace el personaje protagonista a través del baile. La primera a unos cuantos minutos de iniciada la película, y donde vemos, a un sonidero chúntaro en todo su esplendor. Posteriormente vemos a Ulises bailando con su pandilla y bailando antes de buscar un reproductor de música. En estos momentos el personaje es dominio de su cuerpo, manejo entero del tiempo y amo y señor de los tumbados. Sin embargo en su exilio, el baile de Ulises no consigue los mismos efectos que su natal Monterrey. En Queens es visto como desde algo exótico y curioso hasta criminal e incómodo, tanto para los ojos de sus propios paisanos migrantes, como para los méndigos y autoridades de Nueva York. *ALERTA DE SPOILER* Finalmente en el tramo último de la cinta, vemos que a Ulises, no le queda más que bailar ante el nuevo contexto que lo recibe tras su regreso.

7. Tanto “Lejanía” de Lisandro Meza como “Quiero Decirte Hoy” de Octubre 82 son kolombias que hablan de la nostalgia, de la pérdida de la identidad y del país, de algo que ya no estará más y se ha perdido, tal vez, para siempre. Más lentas para que peguen, para más acá, según Ulises.

8. De acuerdo a la crítica de cine Fernanda Solórzano, Ya No Estoy Aquí sobresale por encima de otras cintas gracias a que su contexto -la guerra del narco y la migración- no es el motivo principal de la trama sino el telón que sirve para contar la historia de Ulises. Esta opinión puede complementarse si se piensa que el contexto, a dos sexenios de distancia, resultó ser un escenario tan prolongado que aún lo seguimos viviendo. No obstante, el análisis de Solórzano no alcanza para discernir entre la ambigüedad moral de los “malos” (buchones, migrantes que expulsa a Ulises, sistema policial y migratorio) y los “buenos” (Terkos, la familia, el propio Ulises) ni la compleja intersección de la violencia entre ellos. La película, contrario a lo que piensa la crítica, no abandona narrativas donde “el narco” es agente del mal que padece y presiona al resto. En esto último, el cine aún tiene mucho que avanzar.

9. Al igual que en la película, parece que el México contemporáneo quedó muy lejano de aquel país donde los niños y adolescentes podían pasearse libremente por sus barrios, vestir lo que quisiera, hablar como les diera en gana, bailar donde fuera y vivir sus vidas libres de presiones económicas, invitaciones a ganarse la vida fácil y crecer alejados de amenazas de muerte violenta. Hoy pareciera que como Ulises, perdimos a nuestra pandilla.

10. Ya No Estoy Aquí puede provocar diversos comentarios, desde el cuestionamiento a sus cualidades técnicas y narrativas, hasta la aprobación, identificación o rechazo a lo que ahí se ve y se cuenta. Una conocida me dijo que a ella la puso a pensar en los privilegios que ella gozó durante su infancia, a comparación, de una parte de su familia que creció en barrios y colonias populares. Estos contrastes también pueden observarse en los comentarios que ha provocado la cinta, tanto en sectores conservadores del noreste mexicano, como en fracciones de la población de carácter más abierto a la autocrítica y el cuestionamiento. Por esa razón, la cinta que puede verse en la plataforma Netflix, es un primero e importante paso, para construir narrativas que nos hablen de más gente como Ulises Sampiero y la profunda transformación de la sociedad mexicana que propició el trauma llamado guerra contra el narco. Que así sea.

P.D. para leer otra propuesta de cine con nueva narrativa ver Sanctorum de Joshua Gil

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