Homenaje a las rebeldes de un país

Liliana David

Hablar repara, y este texto quiere reparar el daño hecho por aquel que sigue callando y cuyo silencio, por ser silencio, significa también algo. Callar de ese modo ante un artero ataque es colaborar con la perpetuación de todo tipo de violencia contra la mujer, si por violencia entendemos, entre otras cosas, que a la mujer se le pueda agredir ya no sólo gritándole toda clase de obscenidades, calificando su cuerpo, sino también descalificándola.

En el momento en que escribo esto, he visto cómo las luchas feministas han cobrado más fuerza y visibilidad; pero, sin lugar a dudas, hace falta que estos esfuerzos trastoquen incluso aquellos espacios en donde la violencia contra la mujer no se ve, pero existe y es disimulada por unos, mientras que por otros es cínicamente alumbrada bajo el rostro de falsa información que difama. Ahí, hay un flanco al que quiero apuntar.

Poder decir cualquier cosa, bajo el estandarte de una supuesta libertad para informar sin justificación, ni argumentos, como es el caso en el que se amparan ciertos medios de comunicación, desde luego permite que la irresponsabilidad avance, avasalladoramente, a pasos agigantados. He ahí el crimen, el acto canalla. Así pues, veo con preocupación -parafraseando al escritor Pascal Bruckner- cómo continúa levantándose el imperio del iletrado, el cínico, el inmoral, que quiere reinar en exclusiva en nuestra sociedad, que pretende que un ser culto pase por idiota, por extraño espécimen en una tribu en vías de extinción, que todavía reverencia el trabajo, el rigor, la honestidad y la reflexión.

Avanzar como sociedad o transitar hacia un escenario de respeto hacia las mujeres se vuelve una tarea titánica, si son las propias instituciones las que en su fango impiden que las cosas cambien y luego pretenden enlodar a la mujer que, oponiéndose a ese ambiente, dice: “no”. He ahí la mujer rebelde, la que no renuncia a su intuición de saber que tiene razón.

¿Razón de qué? De defender la cultura. Esa es la mujer que lucha, defendiéndose de las intimidaciones cotidianas, de los obstáculos para realizar sus funciones, de la hostilidad de su entorno. Esa mujer no combate por los intereses propios, sino en nombre de todos aquellos que aún vemos en el respeto a la cultura y educación un espacio para difundir los valores más preciados por toda sociedad cuidadosa con su propio desarrollo y, sobre todo, por su futuro.

A esa mujer que por trabajar y luchar en representación de los intereses de muchos, es decir, de la ciudadanía en general, se la agrede, intimida, obstaculiza en sus desempeños y luego se la quiere desacreditar. No basta con poner a mujeres al frente de cargos públicos, para que una administración se precie de practicar una verdadera “igualdad de género”, mientras sea la violencia contra las mujeres la que siga perpetuándose a través de sus formas más diversas (las más expresivas e irreparables como son los feminicidios, una de las trágicas caras de la sociedad actual), hasta muchos otros modos de violencia latentes que, por su sutileza, suelen pasar más desapercibidos; por ejemplo, el de la mano que, escondiéndose, escribe una serie de insultos y calumnias para ser arrojadas como “piedras” con el propósito de golpear a una mujer. ¡No! He aquí otra mujer rebelde, la que esto dice…y no calla.

Quizá convenga recordar por ahora cómo el invierno en días pasados nos había nublado la vista, impidiéndonos una mirada lúcida e indignada. Sin embargo, se acerca la primavera y es tiempo de que el pensamiento florezca, de que el campo seco, sobre el que se tiende, en general, un espíritu de pobreza mental, haga el esfuerzo de caminar sobre los surcos de la fertilidad, para que estos le abran el paso a los seres rebeldes, a todas esas mujeres y hombres que rechazan el mundo que vive en la inercia, frente a los múltiples rostros de la violencia cotidiana. A ustedes, les dedico estas palabras en homenaje a su dignidad, a su rebeldía.

Las opiniones expresadas en esta colaboración son de exclusiva responsabilidad del autor y no necesariamente representan la opinión de el-artefacto.

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Un comentario sobre «Homenaje a las rebeldes de un país»

  1. rafael fraguas de pablo

    Artículo tan necesario y apremiante como sincero, sentido y cierto. Cuánta valentía hay en la mujer que, como tú, se enfrenta a solas al monstruo arcaico y sin alma del patriarcado. La mujer que provista de la razón por arma única, ve nublada su mirada por la honda pena de no hallar enfrente el latido de humanidad que su corazón busca siempre enfrente, incluso en los páramos desolados donde solo se escucha el desgarrador grito de tantas mujeres indefensas. Gracias Liliana por poner tu inteligencia al servicio de una causa titánica como esta a la que te enfrentas en nombre de tantas y por aleccionarnos para unirnos a un combate en el que tod@s debiéramos pelear a tu lado. Si aprendo a ser útil, cuenta conmigo en ese combate. Uniré mis hombros a los tuyos y con miles, con millones más, veremos resplandecer el horizonte y en un ponto de lontanaza, recobraremos todo aquello que nos hace distint@s y libres.

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