Indomable

Caliche Caroma

Fue Carlos Bomba quien me presentó a los Cabezas de Cera, estudiábamos ambos en el Colegio de San Nicolás (UMSNH), él en sexto y yo en cuarto semestre, nos hicimos amigos por los gustos musicales y los pelos alborotados. Llegó a mi casa aquella tarde de 2002 con el disco Un segundo, mi vida no sería la misma desde entonces (cuando escucho el disco, ni el disco ni yo somos los mismos). Ignoro cuántas veces lo pusimos, pero fueron muchas, y sin drogas. Increíble.  

¿Qué instrumentación era ésa? La seductora mezcla que invadía mis pensamientos, aun después de finalizada la música, estaba compuesta de flauta, saxofón, clarinete y voz de Ramsés Luna; en la guitarra y el Chapman Stick, Mauricio Sotelo; percusiones y batería de Francisco Sotelo. Lo anterior más mucha electricidad y magia, ¡qué buen viaje!

Al poco tiempo, Bomba regresó con la primera producción de CDC, disco homónimo. Decir que me gustó, es decir poco. Las rolas Al aire, Un pueblo escondido y Encantador de serpientes se me quedaron en la maceta, insistentes, aunque todas son exquisitas, visuales y poderosas (más adjetivos). Producido por Angelito Editor, éste al igual que el otro, estaban hechos con calidad e ingenio, propositivos y lúdicos desde el empaque. Quedé prendado de los CDC y no me da pena decirlo.

Quizá fue 2003, porque Metalmúsica/Aleaciones aleatorias (2004) todavía no llegaba, cuando los escuché en el programa de Roberto Aymes, Panorama del Jazz, que siguen retransmitiendo por Radio Nicolaita. Contaron el origen del nombre, si no me equivoco, explicaron que lo habían sacado de la novela El reino de este mundo, escrita por el cubano Alejo Carpentier. Yo acababa de leer El siglo de las luces, las coincidencias emocionan por inesperadas. En el mismo programa de radio conocí, porque ellos lo mencionaron en repetidas ocasiones, al cuarto CDC, el señor Edgar Arrellín Rosas, el encargado de hacerlos sonar como sonaban/suenan, que no son enchiladas ni guajolotas. Un tipazo el Edgar, respetado en el medio como pocos, con una oreja envidiable, gusto fino y un corazón que lo ha puesto en el camino de la gente correcta.  

Llegó 2004 y le siguió 2005, ponía a los Cabezas a la menor provocación, me gustaba oírlos por las noches, cerrar los ojos e imaginarme lo que fuera, lo más importante era la banda sonora, “estamos al aire/no se quede fuera de él”, fragmento de Al aire, parafraseando el haber sido. Los tres discos por la madrugada, CDC, Un segundo y Metalmúsica/Aleaciones aleatorias; esta tercera producción continuaba la historia de éxitos sonoros de los dos primeras, y de aquí surge el tema que provocó toda esta memoria nostálgica y musical, Indomable. Hablaré al final de él.  

La desaparecida peña cultural El León de Mecenas, a cargo de Ernesto Ayala, fue el primer lugar en Morelia donde tocaron los CDC, no estuve presente y desconozco la fecha, ¿circa 2007? Ahora ya no recuerdo cómo conseguí su contacto, pero pude hablar con ellos y proponerles una nueva tocada en la capital michoacana, dijeron que sí y se hizo la machaca. En 2010, 22 de octubre, sonó de nuez el cuarteto en la tierra de las marchas y los ¿si di? Estuvieron en un foro del centro moreliano, en la avenida (siempre viva) Madero. Memorable tocada de la que quedan algunas rolas grabadas en el youtube.

Y un mes después, en noviembre de 2010, CDC regresó a tierras michoacanas para el Encuentro de Arte y Pensamiento Iberoamericano. Igual tuve oportunidad de hacer las gestiones en esa ocasión. La tocada tuvo lugar en la colonia Santa Cruz, al norte de la ciudad de la cantera pink. Les abrió el desaparecido grupo Ciudad Psilocybe. La banda de la Santa Cruz le cayó al encuentro con los CDC, salieron alucinados, sus oídos florecieron. Había muchos niños, hacía frío, Ramsés tenía unas agruras terribles y, sin embargo, salió a tocar así.  También hay algunos videos de este concierto.

Además de la moreliana experiencia CDC (que no LCD), me lancé a la CDMX, al Alicia, multiforo perrón que está en la avenida Cuauhtémoc, fui un par de veces para toparlos en su hábitat. Una de esas visitas de un provinciano a la capital la hice acompañado de mi buen amigo Álvaro García al cuadrado. Antes de la música, el precopeo, nos lanzamos a una pulquería cercana, cuando regresamos, al buen Álvaro le cayó mal el pulque y se aventó una parte del evento en el baño, ¡que viva el rock! La otra vez que los topé ahí mismo fue en 2011, parece, porque siempre me ando equivocando, que era la última tocada de los cuatro en ese formato para el Alicia, aunque después hicieron varias tocadas más con Ramsés, la última, según me cuenta Edgar, fue en el país de Kali: “La tocada que mencionas no la recuerdo ahora, pero la última tocada del formato que conociste fue en la India”.  

Al mismo Edgar Arrellín Rosas le pregunté sobre sus experiencias en Morelia con los CDC: “A mí me tocó pernoctar en tu cantón algunas de las veces que estuvimos, de lo que me siento honrado; la primera vez que tocamos fue en el León de Mecenas, aún no te conocíamos. Luego recuerdo un bar de la calle central de Morelia (Madero) y en otra ocasión, un centro cultural de alguna colonia ruda (Santa Cruz), esa vez nos llevaron a cenar a un restaurante chingón del centro”. El restaurante al que se refiere Edgar ya no existe, era La Casona de los Portales. Luego hubo más encuentros con él y Ramsés, a propósito de Luz de Riada, pero ésta es otra historia para otro momento.  

No menciono varios discos más de CDC por espacio/tiempo y también porque la intención de la nota es otra. Faltaron varios, el CDC Live USA, Hecho en México, el recuento llamado Fractal Sónico y los nuevos que sacaron a dueto los Sotelo; lo he escuchado todo de ellos, tienen un tema en vivo con Lety Servín que recomiendo ampliamente. Considero que su música trascenderá más de lo que ya lo ha hecho, quizá su público apenas está naciendo, puede ser, son palabras de un simple aficionado a escuchar “cosas raras”.

Termino estas memorias cabezonas con lo que mencioné párrafos arriba acerca de la canción Indomable. Hace unos días apareció esta misma rola con el nuevo formato de CDC, los hermanos Sotelo más el saxofonista (y multiinstrumentista) Adrián Terrazas-González, a quien escuché en vivo hace poco aquí en Morelia. La nueva versión tiene lo suyo, existe en ésta el esfuerzo por diferenciar el antes y el ahora, incluso el ritmo y el desarrollo de los instrumentos cambia, se vuelve más espesa la atmósfera del tema, tiene lo suyo. Sí me latió. Al escuchar Indomable de nuevo, regresé a una época de mi vida en la que CDC estaba hasta en la sopa (pero no Maruchan), lo seguirán estando. Ambas versiones de Indomable me representan, sólo que la primera me hace volar y la segunda, pensar. Las comparaciones sirven para saber qué tan viejo es uno, y ya ven, yo no puedo ni recordar con exactitud lo que pasó hace pocos años. Como dijo Jean Paul: «La memoria es el único paraíso del que no podemos ser expulsados».

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