La restauración del retablo principal del Templo de Santa María Huiramangaro

Joselia Cedeño Paredes

Los franciscanos llegaron por primera vez a territorio michoacano en 1525, estableciendo su sede en Tzintzuntzan, antigua capital del imperio p’urhépecha.[1] Desde este punto, salieron a evangelizar los territorios circunvecinos,  por ejemplo llegaron a Uruapan en 1534, iniciaron actividades del templo de Pátzcuaro en 1545[2] y se establecieron en Erongaricuaro en 1547.[3] En el caso de Huiramangaro se presume que llegaron en los primeros años de expansión, posiblemente entre 1529-1530. De acuerdo con la Dra. Lelo de Larrea, inicialmente se construyó una capilla en el cerro de San Mateo, lugar donde fue el primer asentamiento poblacional, sin embargo, al poco tiempo se cambiaron al espacio actual, iniciando las construcción del templo de Santa María.

El retablo principal debió haberse construido inmediatamente después de la edificación del inmueble, ya que se necesitaba para que la imagen patronal fuera expuesta de forma digna.  La Dra. Lelo de Larrea data su manufactura aproximadamente por 1535, lo que se refuerza con las características estilísticas platerescas del retablo, con su estructura reticular y en la iconografía de las obras que lo integran, propias de la corriente artística imperante en esos años. El retablo formó parte del culto desde su concepción y fue así como lo conocieron los habitantes de Huiramangaro hasta el siglo XX, en que sufre graves transformaciones en su imagen ya que toda la superficie fue recubierta con dos capas de pintura blanca (en algunas partes se encontró una tercera mano de pintura, siendo zonas menores en comparación con toda la obra). Las molduras y elementos de los relieves escultóricos  (alas de los querubines y ángeles, hojas de las columnas, manto de Dios Padre) fueron cubiertos con una capa de base de preparación, bol rojo y hoja de oro también de principios del siglo XX.

Con el tiempo se perdió el recuerdo de la imagen anterior del retablo y quedó la idea en las generaciones siguientes de que el retablo era blanco. Si bien personas mayores comentaban de que debajo de la pintura había “oro”, eran historias consideradas como leyendas.

En el 2015 se detectó que el muro testero estaba inclinándose con el riesgo de su desplome, incluso había movido el segundo cuerpo del retablo hacia atrás. Es por ello que se intervino el muro testero lo que implicó el desmontaje del retablo el cual fue realizado por especialistas del Instituto de Antropología de Michoacán quienes corroboran que el retablo estaba repintado completamente. Este momento marca también el inicio de las gestiones para la obtención de recursos económicos encaminados a la restauración del retablo, pero es hasta el 2020 que, gracias a la participación el Ayuntamiento de Pátzcuaro, Gobierno del Estado de Michoacán a través de la Secretaria de Cultura y la comunidad de Huiramangaro, que se efectúa su intervención integral, la cual aún se está realizando en el presente. La restauración ha involucrado las siguientes acciones: limpieza en seco, fijado, fumigación preventiva, consolidación y relleno de galerías producidas por insectos xilófagos, eliminación de repintes de pintura blanca y de base de preparación, eliminación de repintes de pintura dorada, remoción de la hoja de oro y base de preparación aplicada recientemente, limpieza de capa pictórica original, reposición de faltantes de madera, eliminación de elementos aplicados en intervenciones anteriores, resane, reintegración cromática, aplicación de hoja de oro y montaje a su lugar original.

De los procesos que se han llevado a cabo hasta ahora y que han sido relevantes por los resultados que han arrojado han sido la remoción de las capas de pintura blanca, eliminación de la pintura dorada y la limpieza de la policromía. El proceso de eliminación de los repintes se ha justificado plenamente ya que se trataban de pinturas vinílicas que se colocaron a principios del siglo XX posiblemente con la intención de cubrir los deterioros de la obra, dándole un aspecto acorde a los cánones estilísticos de la época en que se aplicó el primer repinte. Además, se cubrió la hoja de oro con pintura vinílica dorada que con el tiempo fue tornándose café. En zonas de las columnas y transcolumnas se presentaba también una hoja de oro de origen reciente, aplicada sobre una gruesa capa de base de preparación que cubría los detalles en la talla de hojas de acanto de las columnas. Es por ello que la remoción de los repintes fue uno de los procesos más complejos debido a que todo el retablo se encontraba repintado y por tratarse de un proceso delicado que implica el uso de solventes  aplicados con algodón e hisopo teniendo cuidado de no dañar la hoja de oro.

Originalmente el retablo se encontraba dorado casi por completo, con excepción de las transcolumnas que presentan un color rojo con decoraciones blancas, los entablados de la predela que se encuentran policromados con representaciones de los Padres de la Iglesia Latina (San Gregorio Magno, San Agustín de Hipona, San Ambrosio de Milán y San Jerónimo de Estridón) y ángeles que enmarcan el sagrario. Las tallas de ángeles y querubines se encuentran estofados en su cuerpo y alas respectivamente, además de presentar policromía en sus rostros. Se encuentran además corladuras en tonalidades verdes y rojas en las entrecalles del primer y segundo cuerpo, así como en tallas adosadas que se encuentran distribuidas en todo el retablo.

Ejemplo del aspecto original de las transcolumnas. Anteriormente se encontraban cubiertas con las dos capas de pintura blanca.
Foto:Gabriela Fernanda Contreras González.

Como se ha indicado, la predela tiene pintados a los Padres de la Iglesia Latina, éstos se encontraban oscurecidos debido a una capa de suciedad que impedía  la correcta valoración de su policromía. Se realizó la limpieza de la superficie con solventes recuperando así la intensidad de sus colores. Del mismo modo, las caras de los querubines estaban sumamente oscurecidas por el hollín y mugre que llegó a la superficie de la obra, capas que se pudieron remover de forma efectiva.

Proceso de remoción de suciedad que estaba sobre la policromía.
Foto:Gabriela Fernanda Contreras González.

La finalidad de este proyecto es recuperar el aspecto primigenio de la obra, conservando sus materiales originales, su manufactura prístina, removiendo elementos que no son relevantes desde la perspectiva histórica y estética y trabajando en los daños que afectan su estabilidad estructural,  para volver a colocarlo en su sitio y así apreciarlo como estaba desde hace más de 400 años. Cabe referir que todos los procesos que se están ejecutando son bajo los lineamientos establecidos por la teoría de restauración y con la supervisión de personal del personal del INAH designado para el caso.


[1] PAREDES Martínez Carlos Salvador, Al tañer de las campanas. Los pueblos indígenas del antiguo Michoacán en la época colonial, Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas, Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social, México, 2017, p. 135.

[2] RAMIREZ Romero, Esperanza, Catálogo de monumentos y sitios de Pátzcuaro y región lacustre, Primer tomo, Gobierno del Estado de Michoacán, México, 1986, p. 104.

[3] SILVA Mandujano Gabriel, Erongaricuaro. Una fundación franciscana del siglo XVI, en Dialnet.ErongaricuaroUnaFundacionFranciscanaDelSigloXVI-5626449.pdf.

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