Libros, egocentrismo y derroche presupuestal

Caliche Caroma

Varios son los descubrimientos cuando uno trabaja en librerías de usado, viejo y raro (invertir el orden de estas tres últimas palabras puede ser peligroso). Entre esos descubrimientos están las primeras ediciones, las infaltables erratas, los ingeniosos separadores, las cartas no enviadas, los libros autografiados por los autores, las dedicatorias inverosímiles, como aquella de un famoso filósofo michoacano que le escribió a una historiadora recientemente fallecida: “Ojalá aprendas algo de este libro”. Ah, qué fauna la de la literatura, y qué poca es la vida para leer tanto libro que se publica.

Y entre todo este desorden semiclasificado, encontré dos libros que consideré importante comparar, tanto en su edición como en su contenido. Sin más preámbulo, los dos libros son Orquesta Sinfónica de Michoacán: Memoria 2012-2015, Miguel Salmon Del Real (sic), editado por la Secretaría de Cultura del Estado de Michoacán (Secum), Conaculta y la misma Osidem (acrónimo de la Sinfónica de Michoacán), se imprimió en Morelia, septiembre de 2015, en los talleres de Morevalladolid, 700 ejemplares más sobrantes para reposición; y Liebe, Stadt und Vergessen, Gaspar Aguilera Díaz, editado por el propio autor, el Afro-Asiatisches Institut Salzburg y el Institut für Romanistik der Universität Salzburg, impreso en Salzburgo, junio de 1994, no trae información sobre el tiraje.

El primero de estos libros es una memoria visual, cosa que no se específica en ninguna parte de la edición de lujo, el otro es un poemario bilingüe (español-alemán). ¿Por qué compararlos entonces? Varios son los motivos. Aunque las temáticas son diferentes, ambos están el rubro “cultural”, los dos fueron realizados con dineros públicos y, por si no fuera suficiente, están relacionados con asuntos (asustos) y personajes michoacanos. El que se hizo en México, por supuesto, tuvo los mejores materiales, las pastas son duras, tiene su sobrecubierta muy mona, es gran formato, fotografías a colores, en fin, la casa (del pueblo) por la ventana. El poemario de Gaspar Aguilera es tan sencillo como su poesía: “y todo es fuego / en su exacto dibujo”.

Liebe, Stadt und Vergessen traducido al español es Amor, ciudad y olvido. Este librito de apenas 62 páginas reúne textos en dos idiomas, de ahí lo bilingüe, poemas traducidos por Marietta Calderón, Peter Blaikner, Kristin A. Müller, Ulrike Hofmann y Dieter Messner; no se dice, pero se supone que también el autor, Gaspar Aguilera, estuvo al cuidado de la edición. Encuadernación rústica, sin más pretensión en el interior que mostrar la poesía: “En todas las ciudades, el amor y el olvido van renaciendo en cada rincón, en cada calle, café o río entrañable, como una parte vital de su propia historia”, es parte de lo que nos dice el autor en la Advertencia.

Amor, ciudad y olvido

Así en lo corto, el suspicaz lector ya habrá notado las diferencias, más allá de si es o no plausible comparar una memoria dizque fotográfica con un poemario, entre los libros. Ambos, como ya dije arriba, salieron de presupuestos públicos, pero uno de ellos es sólo un monumento a la personalidad del director Salmon Del Real, el otro, el poemario bilingüe, es un esfuerzo por unir dos lenguas bajo la sensibilidad de un escritor que habla de lo que ha vivido: “Estos poemas de diferentes libros y épocas, que se han escrito en distintos espacios, no hacen más que volver a nombrar las cosas de la memoria y de los afectos, recordar las ausencias o festejar los encuentros que van justificando nuestra efímera existencia”.

El libro editado por la Secum es de escaso contenido informativo, pero eso sí, las tres primeras páginas están llenas de los nombres de los funcionarios de las instituciones que pagaron (con dinero público, insisto) esta edición, sobresale el nombre del gobernador Salvador Jara Guerrero (¡!) y el secretario de Locura (sic) Marco Antonio Aguilar Cortés, famoso por llamarles “pus de la sociedad” a los que protestaron por los desaparecidos de Ayotzinapa. Directorios de funcionarios, ínfulas institucionales. Las fotografías son de varios fotógrafos, entre ellos: Ramón Merino, Carlos Cuín Jr., Rafael Verduzco, Marco Ayala, Eduardo Rubio, entre otros. La composición, diagramación (¿?) y diseño editorial brillan por su ausencia, el modesto libro de Gaspar Aguilera tiene mucho más sentido del orden que el costoso libro de la Osidem.

Orquesta Sinfónica de Michoacán: Memoria 2012-2015

Un ejemplar de la Memoria de la Osidem, haciendo cálculos (matemáticos y biliares) rápidos, más o menos anda en $250-$300 pesos, multiplicado por 700 nos da la cantidad de $210,000 pesos. Así es, esto se gastó en el homenaje a Salmón Del Real, el director aparece en 104 fotografías, muchas de ellas a doble página, los nombres de los músicos se leen hasta el final, y algunos casi ni se pueden leer porque le encimaron una imagen. La resolución de muchas fotografías es deprimente, término que quizás no corresponde al lenguaje gráfico, pero esto es lo que sentí, depresión, al ver y darme cuenta del poco cuidado con el que se hizo este libro. El costo de Liebe, Stadt und Vergessen, a ojo de buen cubero, es de $30 pesos por unidad, si lo multiplicamos por el mismo número de ejemplares que sacó la Osidem, el gasto es de $21,000 pesos, diez veces menos que el otro.

Claro, el libro de la Osidem es de lujo, aunque hay pixeles por doquier, y esta maravillosa frase de Marco Antonio “Pus” Aguilar no tiene precio: “Es necesario dejar registro gráfico de la trascendente labor realizada por la Orquesta Sinfónica de Michoacán durante los años comprendidos entre el 2012 y 2015”. Nunca dice porqué es necesario, solamente lanza loas a Salmón Del Real, de quien no dudo que sea un gran músico, aunque guapo no es. El texto de Bismarck Izquierdo Rodríguez, en ese entonces secretario técnico de la Secum, nos aclara que: “…en este género de publicaciones la literatura tiene un rol secundario”, aunque debió decir que la calidad de las fotografías también tiene un rol secundario. Luego vienen tres pequeños textos de Jesús Gutiérrez Guzmán, Marco Antonio Bribiesca y el ubicuo Salmon Del Real, textículos a los que una corrección de estilo y ortografía no les hubiera caído mal. Es toda la información que hay en esta Memoria, misma que nos recuerda que no hay dinero para pagar los adeudos con los artistas, pero sí para sacar publicaciones de malísima calidad.

Con estos dos libros, el de Gaspar y el de la Osidem, con sus diferencias temáticas, editoriales, socioculturales, etcétera, podemos darnos cuenta de cómo funcionan las instituciones en diferentes países, y no por malinchismo, sino para señalar lo que hay que señalar: la falta de control de calidad, el despilfarro presupuestal, el egocentrismo y el silencio que hubo hasta hoy, cinco años después. Si usted entrara a una librería de usado y se topara con estos dos, ¿qué libro compraría?

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