Lugar de amorosa creación y no grises oficinas: Casa Taller Alfredo Zalce

Caliche Caroma

Y tristemente la historia se repite en las peores cosas, van otra vez las oficinas de la Secretaría de Cultura de Michoacán, alias Secum, para la Casa Taller Alfredo Zalce (también en el Clavijero meterán otras oficinas, rumores en el río). Es el cuento de nunca acabar, mala suerte para este recinto que forma parte de la identidad michoacana, pero que se le quiere dar el tratamiento de “estatua” o pretexto sólo para los discursos oficiales.

Hay aquí un suelo nutritivo, alimento para los artistas, no puede ser sepultada así la memoria y la presencia de un artista, espacio y tiempo en un carpetazo. Zalce habitó (y sigue habitando) este lugar, por eso merece respeto, pero un respeto del hacer artístico, el gerundio poético. Nada más equivocado que traer a los burócratas de la cultura a la Casa Taller, ¿no tiene el gobierno del estado otras propiedades? ¿El antiguo recinto ferial no está a la altura de la Secum? Pantanos presupuestales aparte.

En el nombre, Casa Taller, lleva su definición, no dice “Casa Oficina Alfredo Zalce”, ¡y ni lo quiera dios, ni lo mande el diablo! Heidegger escribió que construir es habitar (Construir, habitar, pensar), y Alfredo Zalce construyó-habitó el número 409 de la avenida Camelinas, colonia Félix Ireta, en Morelia, Michoacán. En las paredes, en el jardín que circunda la construcción, en cada rincón hay algo de Alfredo Zalce: vibra de vez en vez el eco de la voz del Maestro. En los muros se siente el trabajo creativo, se palpa el hacer, impregnó de imaginación su casa, porque él era/es también su casa. Hasta en el último rincón, algo queda del Güero Zalce.  

Beatriz Zalce

Beatriz Zalce, hija de Alfredo Zalce, en entrevista telefónica, dio a conocer que se comunicó con la titular de la Secum, Gabriela D. Molina Aguilar, para frenar esta barbaridad: “Me dijo que era temporal, pero yo le dije que lo temporal puede durar una eternidad”. Parte del conflicto histórico de la Casa Taller Alfredo Zalce se puede conocer en un texto de la misma Beatriz Zalce, publicado el 9 de diciembre de 2017 en la página de Desinformémonos, aquí les dejamos la liga: https://desinformemonos.org/el-caso-de-la-casa-taller-alfredo-zalce/

Esto es parte de lo que expresó Beatriz Zalce para el-artefacto, su reacción al enterarse de este atentado para el arte y la cultura de México y el mundo:

La gestión de la Casa Taller Alfredo Zalce ha significado un proceso complicado después de que lo adquirió el Gobierno del Estado de Michoacán, en 2008. En 2018 se comenzó a usar como oficinas de la Secum, logramos echar para atrás esto y trabajamos para que la Casa Taller tuviera su funcionamiento natural, un espacio para las artes.

Al enterarme de esta decisión de la actual administración me indigné mucho. No entiendo a los gobiernos, primero le hacen la deferencia a mi padre, el artista michoacano por excelencia, homenajes y discursos, pero en la práctica le dan un golpe bajo. La casa de un artista no puede y no debe ser jamás una oficina. Es como si la casa de Frida Kahlo o Pablo Picasso las convirtieran en oficinas, no es posible.

Yo lo que quiero es hablar con el gobernador Alfredo Ramírez Bedolla, pedirle que se respete la esencia de Alfredo Zalce, que se dignifique el lugar donde mi padre estuvo por más de 50 años formando artistas y personas, porque mi padre formaba seres humanos sensibles, y sensibilidad es lo que les falta para no convertir en unas grises oficinas lo que está destinado para ser un colorido crisol creativo. Sé que el gobernador entenderá, por eso quiero hablar con él.

Cuando hace años metieron oficinas, yo escribí una carta en donde pedía que la Casa Taller funcionara como un foro para las artes. La carta la firmaron más de 500 personas, entre ellas Elena Poniatowska, Francisco Toledo, entre otros artistas e intelectuales. En la administración pasada se le dio un empujón a las actividades artísticas, poco a poco se fueron dando las exposiciones como la de Pedro Valtierra, las presentaciones de libros, las charlas y los encuentros entre creadores. Se trata, en general, de que sea una casa abierta para la gente, como lo era en tiempos de Alfredo Zalce.

No entiendo a una secretaria de Cultura que le da patadas a la cultura. Cerrar estos espacios es quitarnos la oportunidad de acceder a lo que nos hace mejores humanos, y justo en tiempos en los que necesitamos más del arte. Yo sé que es propiedad del gobierno, pero ¿dónde está el compromiso con el que dicen es su mejor artista, el más representativo de Michoacán? Esta casa es un símbolo, nadie haría de la Catedral unas oficinas. Yo veo la casa como la segunda piel de mi papá, un lugar de amorosa creación.

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