Marsella 73

Horacio Cano Camacho

Elmer Mendoza, el gran escritor de novela negra “sinaloense” dice que el género se está convirtiendo en “la historia del presente” ya que puede reflejar la realidad sin las ataduras del periodismo y a través de la ficción se puede hablar de ciertos temas que al periodista, por razones de evidencias y relaciones muy peligrosas, le está vetado. Yo así lo pienso y creo que parte del éxito rotundo del noir se debe en parte a que solo en la ficción nos atrevemos a pensar y hablar de ciertos temas muy espinosos que están allí, pero no nos permitimos expresar.

Hay varios autores muy estrictos para describir el contexto de sus historias, hablando de hechos reales, pero revueltos y enmascarados como una novela, acercándose  de esta manera a una narrativa muy precisa de la realidad. Es el caso de Dominique Manotti (París, 1942), una de las grandes escritoras contemporáneas de novela negra francesa. Ella es una investigadora renombrada, doctora en historia y catedrática universitaria en historia económica contemporánea, militante política y sindicalista marxista, un personaje de izquierda realmente, que vio en el género negro “la única forma de hablar del presente” y en sus páginas se nota el compromiso social y la denuncia de los grandes poderes ocultos que corroen al sistema capitalista.

Dominique Manotti

Ha sido ganadora del principal premio de la novela negra francesa, el Grand Prix de Littérature Policière, en 2011 por el libro La honorable sociedad.  De ella reseñamos ya en este Bufete negro, Oro negro en donde presenta al detective Théo Daquin, un joven parisino, elegante, sin complejos y homosexual.

Ahora regresa con Marsella 73 (2021, Ed. Versatil), una excelente novela, llena de intriga, acción y tensión en la investigación policial sobre una serie de asesinatos ocurridos en Marsella en el año de 1973 y narran un hecho terrorista racista que sacudió a Francia. El blanco de tales ataques son los inmigrantes argelinos.

A Théo Daquin sus jefes del Obispado (nombre del edificio sede del Servicio Regional de la Policía Judicial (SRPJ)  y la Policía Urbana (PU) le encargan investigar la conexión de varias organizaciones de extrema derecha con los crímenes cometidos en Marsella y alrededores y asumidos oficialmente como “ajustes de cuentas” entre pandillas. En el proceso, deben enfrentar una división interna en al policía.

El  SRPJ y la PU ocupan el mismo edificio, pero su coexistencia no es pacífica; mientras que la primera trata de recuperar la credibilidad y la capacidad operativa en la región con agentes nuevos surgidos de la academia, y luego de los los enfrentamientos entre las bandas corzas de traficantes (la French Connection) y la cauda de corrupción en el propio aparato de investigación y justicia, la PU, agencia con más efectivos y presencia, está plagada de ligas con el narco y militantes pieds-noirs (pies negros), franceses que nacieron en Argelia durante el periodo colonial y que luego de la Independencia de la nación africana ala que se opusieron activamente, apoyaron de manera abrumadora el colapso de la Cuarta República francesa ligándose a la ultraderecha y con la mafia.

Théo Daquin y su grupo comienzan a investigar algunas de las organizaciones membrete detrás de la militancia conservadora para ir descubriendo, no sin enormes obstáculos, los vasos comunicantes entre la delincuencia organizada, los grupos ultraconservadores, racistas y segregacionistas con la ola de violencia que desangra a la ciudad: una temible alianza entre política, policía y gánsteres, con la CIA de por medio.

En realidad, Domique Manotti nos está narrando el nacimiento del Frente Nacional (antes Agrupación Nacional) de Jean-Marie Le Pen y que este año, con su hija al frente, Marine Le Pen, estuvo a punto de ganar las elecciones presidenciales. Esta organización de extrema derecha, está ligada a antiguos militantes nazis de las tristemente celebres Waffen-SS y excolaboradores de Benito Mussolini. Pero Théo Daquin va más allá y descubre el financiamiento proveniente del trafico de heroína, la prostitución, el juego y el tráfico de armas para conformar un escenario aterrador en donde la CIA, organiza todo con el pretexto de la lucha anticomunista y dirige la droga a las prisiones de EEUU para controlar a los “negros”.

Daquin es un policía extraño en Marsella, no lo aceptan por culto, parisino y homosexual, pero además por haberse formado en la universidad y ser resistente a la corrupción. Su grupo de investigación, constituido por él y los agentes  Grimbert y Delmas, el primero, un policía formado en las calles y que a pesar de su juventud, conoce los entramados de la asociación policía-mafia; el segundo es un joven entusiasta e ingenuo, pero con una gran entrega, se enfrentarán a complejas redes financieras y políticas que no entienden muy bien.

Aprovechando el sepelio de un taxista pied-noir, los políticos-mafiosos (son los mismos) organizan un acto de “homenaje” que vestirá toda una campaña bajo el lema “alto a la inmigración salvaje”, dirigida a crear un ambiente de miedo y odio hacia los diferentes, a los que culpan de la violencia que ellos mismo han desatado y que servirá para integrar al Frente Nacional y mostrar su músculo frente al gobierno federal. Este es el ambiente en que nuestro personaje deberá moverse y luchar contra la impunidad, solapada desde la policía y la justicia. Por cierto, la campaña organizada en los remotos años 70´s en Francia, es “extrañamente” similar a la campaña de “nado sincronizado” desatada por la derecha mexicana en estos tiempos.

Dominique Manotti nos ofrece una excelente novela, muy documentada, pero al mismo tiempo impecable en el canon del género y una obra de ficción basada en hechos reales que descubre el origen y ascenso del Frente Nacional y otros grupos de la extrema derecha, que no difieren mucho de la del resto del mundo.

Las opiniones expresadas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor y no necesariamente representan la opinión de el artefacto.

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