Materia oscura: Primero y último amor

Julio César Méndez

Comencé a amar a Onán, digámoslo así, desde los ocho o nueve años de edad. Los compañeros de la primaria, mayores que yo, afirmaban que había que amarlo para ser hombre, y eso era algo que todos teníamos que demostrar. Sobre todo demostrárnoslo a nosotros mismos.

La primera vez resultó mal. El cuerito que arremangué no quiso volver a su lugar. Cuando pasaron varias horas sentí dolor y se lo dije a mi madre, quien me curaba rasguños y otras heridas, sólo que ahora se trataba de una parte que ella no podía tocar. Llamó a un médico, el cual, sin dificultad, desarremangó lo arremangado.

Mas esa mala experiencia no me desanimó. Cuando llegué a la edad en que el volcán podía hacer erupción, desarrollé mi amor por Onán casi con desesperación. Pero surgió un problema: al terminar, quizá por lo que decían los sacerdotes, afloraba con fuerza el remordimiento. Por fortuna cuando tenía unos 20 años un psiquiatra  me hizo comprender que no debía arrepentirme, que aceptara y viviera esa etapa con plena felicidad.

Tan convencido estaba de que amar a Onán era una prueba de hombría, que intenté que mi hermano menor, cuando iba a llegar a la adolescencia, también lo amara. No me hizo caso. Antes de los 30 años entendí que no había que demostrarle nada a nadie, pero para entonces ya estaba enamorado profundamente de Onán, por lo que seguí recurriendo a él, sobre todo cuando no encontraba en otra parte la felicidad que él me daba.

Ahora, a mis casi 70 años, cuando otros viejos patéticos recurren al Viagra por la falta de firmeza, mi volcán todavía hace erupción. Hemos sido fieles mutuamente, nos queremos bien y nunca nos hemos fallado. Él me enseñó sus secretos y yo le di casa y cobijo.

¿Qué ya la etapa ha sido un poco larga? No me importa, los grandes amores exigen grandes sacrificios. Lo demás es silencio.

Julio César Méndez. Allende (N. L, 1940).  

Licenciado en Derecho por la Universidad Autónoma de Nuevo León. Actualmente jubilado como maestro por la misma institución.

Ha publicado tres libros de relatos y ha participado en 7 libros colectivos.

Fue Becario del Centro de Escritores de Nuevo León. Miembro del Consejo de Historiadores del periódico El Norte, Monterrey 400, durante el centenario de la ciudad. Ha publicado en los principales periódicos y revistas locales impresas y digitales.

Ha editado varios periódicos y revistas marginales como El Chile Acostado y el periódico mensual El Santacatarinense.

Fue Encargado del Archivo Histórico Municipal de Santa Catarina del 2003 al 2006.


Imagen de portada: Josh Boot

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