Noir a ritmo de blues

Horacio Cano Camacho

El country es claramente una música de blancos, pero el blues es el auténtico legado de los texanos negros. Hay quien dice, incluso, que Texas es la verdadera cuna del blues, antes que la mismísima Nueva Orleans y aun más, que esta música es realmente una herencia asumida, ampliada y mejorada por los negros de diversos géneros de la música campesina mexicana (de cuando Texas era “nuestra”). Claro, esta idea suena muy alucinada, pero es bien bonita, ¿no cree? De manera que dispónganse a leer una novela negra, muy negra, a ritmo de blues.

Se trata de Texas blues de Attica Locke (AdeN, 2018. ISBN 9786077449874) en una traducción de Ana Herrera Ferrer. Señalo el nombre de la traductora, porque además de hacerle justicia, extrañamente si buscan el libro por el nombre de su autora en la edición digital, no les aparecerá y si mediante el de la traductora.

Este es el primer libro en español de Attica Locke y el primero de la serie del Ranger de Texas Darren Mathews y de la mítica <Carretera 59>. Serie que, con este primer volumen, se anuncia imprescindible… La carretera es una ruta que cruza Estados Unidos de norte a sur y al llegar a Texas se convierte en un contexto propicio para las historias de terror, al cruzar el corazón del racismo y la organización del Ku Klux Klan.

Y Locke sabe de lo que habla, ella nació allí (Houston, Texas, 1974). Es una autora de mucho éxito, ganadora de múltiples premios, no sólo el el género negro. En todos sus libros, reivindica la lucha contra el racismo. De esta nueva novela, la autora comenta que terminó de escribirla días antes de la victoria de Donald Trump, y se dio cuenta que su libro no necesitaba cambio alguno, pues esta nueva situación no hacia más que quitarle la careta a una nación y que los hombres y mujeres del color equivocado despertaron a una pesadilla que se hizo realidad, como descubrir que debajo de las piedras se encuentran agazapados los bichos más peligrosos y todo fue cuestión de levantar esas mismas y pesadas rocas.

Texas blues (Bluebird, Bluebird en el original, en inglés) narra la historia de Darren Mathews, uno de los pocos negros miembros de los Ranger de Texas. Darren es otro personaje borde, con algunos problemas de alcoholismo, una madre siempre ausente, un matrimonio quebrado, pero lo es fundamentalmente por haberse mantenido fiel a su lucha personal contra el racismo (una nota simple: debe escuchar country si quiere ser aceptado por sus compañeros blancos de la policía).

Attica Locke

A Darren le toca investigar dos muertes (un hombre negro y una mujer blanca) en la localidad de Lark, un caserío sobre la carretera 59. Estas dos muertes, por las circunstancias extrañas en que ocurrieron, parecen estar vinculadas al contexto que les rodea. Rápidamente se desatará el infierno de odios raciales con la Hermandad Aria de Texas como principal protagonista.

Resulta que Lark -pueblo imaginario- se encuentra en el corazón (de la tinieblas, agrego yo), del racismo y la segregación. En un radio de unos pocos kilómetros se encuentran algunos de los complejos penitenciarios de más triste fama de EUA. Hay pueblos de 200 habitantes que viven de la industria de la muerte, con hasta viente prisiones especializadas en aplicar la pena capital (el corredor de la muerte, le dicen), pero sus clientes son fundamentalmente negros y mexicanos. Clayton, tío de Darren y abogado de prestigio dice “la ley es una mentira de la cual los negros necesitan protegerse, un conjunto de normas escritas contra nosotros desde los primeros tiempos en que la tinta manchó los pergaminos”.

Como la novela lo narra, y la realidad lo confirma, los negros y latinos comprenden lo fácilmente que el comportamiento de un hombre “de color” puede convertirse en cuestión de vida o muerte…

Darren Mathews, como su creadora, Attica Locke, están orgullosos de la herencia de sus antepasados, que se encuentran entre los que dijeron “no” y resisten lo terrible de los nuevos tiempos que se viven, atenazados por el odio de los blancos.

Darren, en su investigación sobre las extrañas muertes, va describiendo como, detrás de una aparente calma, bonhomía incluso, de los pueblos de la carretera 59, estos viven bajo el terror de la Hermandad Aria. Esos pueblos son un “territorio del Klan” y todo se debe mirar a través del filtro del odio y el miedo, comenzando por la justicia.

Texas Blues es un recorrido muy bien documentado, pero ágil, vigoroso  y vibrante de este lado muy simbólico de la sociedad norteamericana que se mueve con los mismos criterios y reglas que hace docientos años. Es una historia triste, no solo por los odios que despliega, lo es también al comprender la historia y el destino de estos pueblos de agricultores que siempre miran hacia el norte en busca de progreso o definitivamente se resignan a su triste destino. Y aquí el blues juega un papel fundamental con su sonido melancólico. Dispóngase a leer mientras suena en su rocola la voz de John Lee Hooker, de cuya canción se tomó el titulo original (Bluebird), que suena en todo momento junto a T-Bone Walker, Blind Lemon Jeffersson, Big Mama Thornton y otros grandes del estilo Texas Blues. Si siente que la piel se le oscurece un poco, también puede escuchar a ZZ Top, Stevie Ray Vaughan y los hermanos Winter, un blues-rock texano, heredero de los músicos negros.

Sin duda es un libro indispensable en estos días de la más que probable reelección de Trump y lo que todo el mundo nos jugamos…

Las opiniones expresadas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor y no necesariamente representan la opinión de el-artefacto.

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