Oro negro

Horacio Cano Camacho

Aún existe mucha gente que se creyó la idea de que le habíamos dado las buenas noches a los combustibles fósiles y era la época de las “energías limpias” … por más que la terca realidad nos diga lo contrario. Y no es una historia nueva, en realidad las guerras (soterradas o abiertas) del petróleo se fraguaron en los inicios de la década de los años 70´s del siglo pasado y se planificaron en los despachos de financieros, especuladores y …mafiosos.

Y la crónica de estos hechos también ha llegado a la novela negra de la mano de una de las grandes autoras del noir francés: Dominique Manotti, que el Oro negro (Or noir), la primera novela de esta autora traducida al español (Ediciones Versátil, 2020), nos trae una obra del más puro estilo de la novela negra clásica, con petróleo, transnacionales y multimillonarios de fondo, ah, y crimen.

Dice el escritor Carlos Zanón en la portada que “si te gusta la novela negra y no has leído a Manotti estás de enhorabuena: leyéndola te va a gustar más” y yo estoy de acuerdo. Dominique Manotti practica todos los elementos que caracterizan el género, pero para nada cae en clichés u obviedades. Nos ofrece una historia en muchos sentidos basada en hechos reales, documentada y que hace muy certera la frase de “sigue la ruta del dinero…”, destapando la estrecha relación entre políticos, empresarios y mafiosos

Dominique Manotti

Marsella, Francia, 1973, el comisario Théo Daquin, joven, parisino, elegante, culto, homosexual y sin prejuicios, con apenas 27 años, acaba de ser destinado a esta ciudad luego de una estancia en la que prestó servicios de seguridad diplomática en el Líbano. Marsella es probablemente el destino más conflictivo para un agente de investigación en toda Francia. Esta ciudad se encuentra enclavada en el corazón de la French-connection, la transnacional del crimen corso, el tráfico de heroína y corrupción que ensangrentó por décadas al país y cuyas ligas llegaron hasta Estados Unidos (recuerde la película de culto French Connection -en México conocida como Contacto en Francia- de 1971).

En Marsella, lo envían al “obispado” la oficina del Servicio Regional de la Policía Judicial (SRPJ), encargada de lidiar con una ciudad ensangrentada por los enfrentamientos de grupos rivales, en donde casi todos los crímenes se  “resuelven” asignándolos a “ajustes de cuentas” entre bandas (¿le suena?) porque el sistema ha decidido que ante la abrumadora presencia del crimen organizado, es mejor dejar que se maten entre ellos y no perder ni tiempo ni recursos en investigar los casos, cuando en realidad, tras estas posturas se oculta la complicidad de las autoridades con la mafia.

Daquin recibe su bautismo el primer día en que se presenta en el obispado: unos sicarios acribillaron a los pasajeros de un automóvil ante la mirada acostumbrada de la sociedad y la indiferencia de la policía que simplemente anota el hecho para las estadísticas. Nuestro joven comisario decide investigar un poco más, a pesar de la orden de archivar y dejar pasar, y su esfuerzo se ve recompensado con otro asesinato de un mafioso local, surgido como lugarteniente de la “connection” y ahora reconvertido en respetable empresario naviero.

En la vecina Niza, Maxime Pieri, prohombre de nuevo cuño de la burguesía local es asesinado al salir de un casino del brazo de Emily, joven esposa de un alto ejecutivo de una compañía minera de gran calado y nieta de uno de los hombres más ricos del país del apartheid.

Este dato es lo que llama la atención de nuestro comisario, ¿qué hacia esta bella mujer del mundo de las finanzas y la muy alta sociedad del brazo de un tipo de dudosa respetabilidad y miras muy locales? Mientras que la policía local y el fiscal de Marsella atribuyen el crimen a un venganza tardía de los numerosos enemigos de la juventud de Pieri, sin conexión alguna con su nuevo rostro, a Daquin le resulta inverosímil pensar que un sicario cualquiera, bajando de una motocicleta en marcha, mate de diez balazos certeros a la víctima, sin rosar siquiera a su compañera.

Théo Daquin transforma sus dudas en un “permiso” a regañadientes de sus jefes, para ahondar un poco más en el caso y le asignan un par de compañeros, una oficina y un tiempo límite para presentar indicios de que se trata de algo que rebasa el ajuste de cuentas y merece ser investigado…

La investigación va encontrando conexiones insospechadas de la mafia local, especializada en la droga, la prostitución, el juego y las armas, pero ahora vinculada a otras corporaciones, estas, en apariencia, totalmente respetables y progresistas dedicadas al comercio y la industria. A este crimen le suceden otros más, que marcan que algo muy complejo se esta cocinando en algún lado, cuyos tentáculos se tocan con otro hecho, aparentemente inconexo: la reunión de la OPEP en Viena, con los por entonces respetadísimos satrapas del Irán del Sha Mohammad Reza Pahlaví​​​, Muamar Gadafi​ en Libia y Sadam Huseín de Irak que por entonces deciden plantarles cara a las poderosas empresas petroleras, conocidas como las siete hermanas…

Las ramificaciones que van surgiendo tocan a Israel, la Rumania gobernada por Nicolae Ceaușescu, los paraísos fiscales de Malta y Panamá, mezclados con mafia, mucha mafia y hasta el mercado del arte…

Anímese con Oro negro, un buen ejemplo de literatura de gran calidad aderezado con una reflexión muy sagaz del futuro del mundo, regido por el petróleo, y los minerales, donde las fronteras entre el crimen y los negocios se confunde con la venia y protección de la política y la policía. Théo Daquin es encantador, es un investigador precoz, brillante, atractivo, y homosexual, con una vida clandestina en un mundo de machos de billete y pistola. Muy recomendable para estos puentes y que preludia muy bien lo que se viene de esta misma autora y que en unas semanas reseñaremos: su novela más reciente, Marsella 73, en donde analiza las ligas entre la mafia y la ultraderecha que hace días estuvo a un tris de hacerse con el poder de Francia…

Las opiniones expresadas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor y no necesariamente representan la opinión de el artefacto.

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