Paraíso

Livier Fernández Topete

Irás al cielo de los poetas
Emmanuel Alcalá

Ezra Pound es un niño que quiere subir por escaleras eléctricas, jugar con inventos motorizados, deslizarse como si flotara, adulta yo en mi sueño lo ayudo, lo tomo de la mano y me recita versos mientras el ascenso, pareciera que soy la guía, pero es él quien dirige la ruta. Las edades y el tiempo quedaron atrás, ahora sólo el capricho de las ensoñaciones: paramos en la bóveda celeste, un destino que tiene su dosis de infierno, de otro modo no sería edén. Al día siguiente amanezco sirviendo té para habitantes inusitados: Sylvia Plath me sorprende con su presencia fantasmagórica, se sienta a la mesa y espera el té negro que será el comienzo de todas las mañanas siguientes. Bukowski, cerveza en mano, discute con Rosario Castellanos sobre el boom latinoamericano, al tiempo que le guiña un ojo a Pizarnik y ella le responde con gesto agrio. Whitman recita poemas de Hojas de hierba, Rimbaud y Verlaine se besan con fruición provocando de soslayo al Luis Javier Alvarado del futuro. Jaime Sabines prepara café de su tierra para la ronda post té, Octavio Paz conversa con T. S. Eliot y María Panero lanza risotadas a diestra y siniestra. García Lorca se mece junto a la la luna, una nube le sirve de hamaca. Benedetti traza líneas con letras que forman un cuerpo de mujer. Yourcenar nos confirma que los dioses no han muerto y en cada alma demencial retumba el aullido de Ginsberg. Leonard Cohen nos deleita con su música de fondo, que seguido se cuela a través de los silencios, abriendo grietas, creando espacios, convirtiendo sus canciones (sin querer) en primeros planos. Sigo con el servicio de té que a veces se vuelve vino, no musito palabra, dichosa despliego oídos con la esperanza de multiplicarlos, con la fe puesta en otra vida que me permita recordar y reproducir los versos dictados en el cielo de los poetas.

Las opiniones expresadas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor y no necesariamente representan la opinión de el-artefacto.

Imagen de portada: Wind, Clouds and Tea, Christian Schloe

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