Partes de guerra

Gerardo Pérez Escutia

En este puto país, quizá eso es lo peor, aquí cualquiera se convierte en monstruo.
(Pasaje de Partes de guerra)

En la frontera entre México y Guatemala, a orillas del Usumacinta, cerca de un poblado llamado Corozal, dos migrantes descubren el cuerpo masacrado de una adolescente, pronto se sabe que se trata de Dayana, una adolescente de 14 años, vecina del pueblo, también pronto se sabe que fue asesinada por Jacinto y Saraí, adolescentes también y amigos de ella en presencia de Britney y Kevin, dos niños de ocho y diez años.

Este crimen brutal, con la agravante de haber sido cometido por adolescentes y con la posible participación de unos niños, llama la atención de Luis Roth, director y fundador del CENA (Centro de estudios de neurociencias aplicadas), quien decide junto con su equipo formado por especialistas en psicología, psiquiatría y neurobiología, trasladarse a este remoto y olvidado lugar para entrevistarse con los protagonistas de esta tragedia, con la intención de entender los mecanismos neurológicos que determinan esta conducta, desentrañar la génesis del horror de un crimen en un país en el que ya casi nada nos sorprende y así sumergirse en el «corazón de las tinieblas» de la violencia en México.

Esta es la premisa con la que arranca el libro que reseñamos esta semana en el Bufete negro. Se trata de Partes de guerra (Penguin Random House, 2022) de Jorge Volpi (Cd.de México, 1968).

Jorge Volpi es tal vez el novelista mexicano más prestigiado en la actualidad, creador de una vasta obra que ha sido traducida a más de 30 idiomas que lo han hecho ganador de múltiples premios literarios, de hecho ya hemos reseñado en esta columna su anterior obra Una novela criminal, un libro basado en hechos reales, de la estirpe de A sangre fría de Truman Capote y El adversario de Emmanuelle Carrere.

Jorge Volpi

En esta ocasión regresa a la ficción con esta novela, pero escrita desde la realidad más atroz, la realidad del feminicidio y de ese segundo crimen que siempre le sigue, la revictimización y la impunidad que caracterizan a un país que se ha olvidado de la justicia, que le ha dado la espalda a sus víctimas, donde se configura una realidad tan terrible que solo la ficción permite describirla y abarcarla fehacientemente, y Volpi con su oficio de narrador consumado lo hace magistralmente en esta su nueva novela.

Luis Roth y su equipo de investigadores, comandado por Lucía Spinosi, su mano derecha y quien será la narradora omnisciente de esta historia. Llegan y se instalan en Corozal, consiguen los permisos pertinentes (no olvidemos que son un prestigiado equipo de investigadores de la universidad más importante del país con contactos en círculos políticos y académicos) y se disponen a comenzar su investigación entrevistando a cada uno de los protagonistas de esta tragedia, al mismo tiempo el ambiente, la convivencia forzada y la cercanía del equipo van haciendo que surja una historia oculta entre ellos, una historia larvada a través de muchos años en la que van apareciendo rencores, traiciones y envidias que no han sido resueltas entre este prestigiado grupo de investigadores y el motivo central de su estudio pasa a un segundo plano ante la magnitud del drama que se está gestando dentro del grupo. 

Cuando aún se están definiendo tareas y responsabilidades, Luis sufre un accidente terrible de auto y muere; Lucía tiene que tomar la batuta de la investigación y además lidiar con los descubrimientos que emergen tras la muerte de Luis, quien se revela como un consumado narcisista y manipulador que tenía una doble vida, la cual emerge abruptamente tras su muerte, arrasando con el precario equilibrio que existía en el grupo.

Ante la importancia del proyecto, el grupo decide continuar con la investigación y a partir de ahí la historia discurre en dos vertientes; por un lado, la investigación y las entrevistas a los protagonistas del crimen que nos van revelando un entorno de precariedad e ignorancia, un caldo de cultivo proclive a la violencia extrema caracterizado por familias disfuncionales, pobreza y sobre todo por una normalización de la violencia como mecanismo expedito para solucionar casi cualquier problema.

En el entorno de las neurociencias, los investigadores despliegan diversas teorías y ejemplos de cómo se disparan los mecanismos de la violencia y como actúan estos en el cerebro. El autor denota un amplio conocimiento de los avances en neurobiología que buscan explicar los mecanismos detonantes de la agresividad extrema, así mismo nos deleita con sesudas discusiones entre los miembros del grupo en las que cada uno quiere hacer prevalecer las teorías de su especialidad.

En paralelo, nos narra la deconstrucción personal y psicológica del grupo de investigadores, en donde la muerte de Luis y el ambiente asfixiante de la investigación se convierten en el catalizador que hace aflorar las miserias y conflictos no resueltos entre ellos.

Volpi nos narra dos mundos en las antípodas: el de una comunidad marginada en la frontera con toda su cauda de miseria y problemas sociales, así como el de los académicos de élite, investigadores de las diferentes disciplinas que estudian la mente, y además protagonizan otra tragedia. En sus mundos tan distantes se hermanan en las pulsiones más básicas, en las más primitivas, donde se origina la violencia y a la vez, el autor nos brinda una meditación acerca de las identidades ocultas que todos tenemos.

La historia mantiene todo tiempo una tensión y equilibrio entre ambos mundos, con un final que nos mueve a la reflexión. Una novela dura sin concesiones, que refleja un mundo que es así, por desgracia nuestra realidad mexicana no da mucho margen para describir otros escenarios, la violencia que todo lo cubre y todo lo engulle es hoy por hoy la principal fuente de nuestra narrativa.

Novela lúcida, inteligente y actual, que a nadie deja impávido, la recomiendo ampliamente.

Las opiniones expresadas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor y no necesariamente representan la opinión de el artefacto.

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