Poemantas para darle la vuelta a los narcomensajes

Raúl López Téllez

Alternativa real, las poemantas nacen como oposición a las narcomantas en un periodo de los muchos que han sido difíciles en la historia reciente del estado, sobre todo para quienes habitan y resisten desde ciudades y comunidades de la Tierra Caliente de Michoacán.

Uriel Ramírez Hernández inició con esta iniciativa en Apatzingán apoyada por el colectivo Revolución Cultural, fundado hace 25 años, con todo el propósito de “darle vuelta a la narcomanta, que es violenta, amenazante, agresiva; la poemanta le da vuelta con un mensaje de amor, paz, esperanza”.

Ramírez escribió Poeman, título de su libro de poemas y con el que inició las poemantas, donde a modo de un superhéroe describe a un niño que escribe historietas, “un betseller en Tierra Caliente, con más de mil 200 copias vendidas en aquella región, muy popular en las escuelas”.

“Desde que yo era chavo, unos 18 años, el narcotráfico siempre ha persistido en esa región. Yo ya veía venir algo grave, por lo que consideré que con el colectivo, sobre todo con la poesía, se debería trabajar por la paz”, indica. Respecto a los proyectos culturales planteados en el mandato de Alfredo Castillo –calificado como El Virrey-, como intento para recomponer “el tejido social” en aquella región, destaca que si bien algunos nunca vieron la luz u otros desaparecieron tras ese periodo, la librería del Fondo de Cultura Económica en Apatzingán ha tenido repercusión entre la sociedad.

“En su mayor parte fue discurso, pero quiero rescatar algo importante”, dice con cierta sorna: “uno de los pocos aciertos de Enrique Peña Nieto, fue hacer en Apatzingán un centro cultural del Fondo de Cultura Económica, ha tenido impacto”, aunque no deja de lamentar que en esos esquemas no se consideren a los colectivos independientes y gestores culturales locales.

Libros para la paz

Además de las poemantas, las ferias del Libro por la Paz y Esperanza es otra iniciativa para ofrecer ante la sociedad de municipios con altos niveles de violencia, un acercamiento y alternativa a la lectura, a talleres con cuenta cuentos y eventos que se vinculan además con los niños a través de ejercicios para armar relatos, como ocurre actualmente en la actividad que se desarrolla en la Plaza Benito Juárez, a un costado de la Plaza de Armas y donde permanecerá hasta el día 22.

La Feria del Libro “nace como una respuesta pacífica, cuando en el 2012, 2013, a la violencia que vivía aquella región; Apatzingán estaba en lo boca del mundo, como plataformas para que la gente tuviera una alternativa de vida, que la gente cantara, escribiera, leyera y no nada más estar llorando a sus muertos, a sus desaparecidos”, dice el impulsor de la actividad, expresivo y afable.

Fue tanto el impacto de esa primera feria, dice, “que se tuvo que ir a Buenavista, a Parácuaro, después se sumó Lombardía, llegamos a Uruapan, a Pátzcuaro, a Tancítaro, a Tlalpujahua, a Morelia, a Pichátaro, a Gambara, y vamos a llegar a Coalcomán, a Tepalcatepec”, además de que la Feria tuvo presencia en Torreón, Monterrey, Aguascalientes “y ya estamos invitados para la Ciudad de México”.

 “Ojalá que los gobiernos hagan bajar los recursos” a favor de la cultura comunitaria, expresa, al indicar que los gobiernos de la Tierra Caliente no se han interesado en apoyar estas ferias del Libro por la Paz y Esperanza, las cuales tiene una base de libreros que exponen itinerariamente y a la que se suman expositores locales, con el aporte de ellos mismos al pago por espacios. Del Ayuntamiento de Morelia, a través de la Secretaría de Cultura expresa que han recibido “mucho apoyo” respecto a otros, “ni siquiera del de Apatzingán”.

“La Tierra Caliente ha dado pasos agigantados, hoy en Apatzingán la gente lee; en noviembre hicimos cinco ferias del libro, consecutivas, se acabó en Nueva Italia, fue a Lombardía, de ahí a Buenavista, a Parácuaro y luego a Apatzingán y de ahí, aquí a Morelia”.

Para este activista cultural y poeta, la intención del colectivo fue trascender con actividades que rompieran un estigma de aquella zona: “porque siempre han dicho que desde Apatzingán se ha propagado la violencia a todo el estado, y ahorita Morelia está más peligrosos que Apatzingán. Quizá tengan o no razón, vamos a dejar esa parte, lo que queríamos y hacemos es hacer ver que la gente de Apatzingán quiere propagar la cultura”.

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