Posada, la confusión y el artista

Caliche Caroma

Su nombre completo es José Guadalupe Posada Aguilar, esto nos lo dice José Antonio Murillo Reveles en el libro que le dedica al artista hidrocálido (Instituto Federal de Capacitación del Magisterio, 1963), ese mismo grabador al que hoy la gloriosa cuarta transformación confundió con José Clemente Orozco, ni modo, no se puede ser transformador e inmaculado al mismo tiempo (la Secretaría de Cultura de Michoacán secundó el error, al parecer nadie revisa lo que publican en sus redes).

Lo cierto es que Posada nació el 2 de febrero de 1852 (según al acta de bautismo fue a las diez de la noche), en el barrio de San Marcos, en Aguascalientes, y murió el 20 de enero de 1913, en la Ciudad de México, apenas tres años después del comienzo de la Revolución Mexicana, movimiento social en el que tuvo mucha influencia con su obra satírica y política. Sus papás fueron Germán Posada y Petra Aguilar, familia de alfareros y panaderos, tuvo muchos hermanos, como correspondía a las familias de aquellos años. 

Cartel oficial del aniversario luctuoso de José Guadalupe Posada donde aparece la foto del pintor José Clemente Orozco.

Esta redacción le mandará una copia del libro de Murillo Reveles a la Secum, tal vez en el aniversario de su nacimiento remienden su error, o quizá no, a lo mejor ponen una foto de Trotsky diciéndonos que es Posada. En contraposición con el actual gobierno, José Guadalupe se caracterizó por su aguda crítica al sistema, su trabajo retrata las condiciones en las que vivía el pueblo mexicano a finales del siglo XIX y principios del XX. Verdadero es que hizo famosos los esqueletos con atuendos tradicionales, pero dudamos mucho que haya tenido la intención de comercializarlos en los desfiles de catrinas que las secretarías de turismo tanto aman en la actualidad. Un insulto a su memoria y una genuflexión al gran dios Jamesbondtecutli

Desde niño ya hacía monitos, según cuenta Murillo Reveles, afición que su hermano Cirilo notó desde temprana edad en José Guadalupe, por eso lo llevó a la Academia de Artes y Oficios de Aguascalientes, establecimiento que llevaba el nombre de El Esfuerzo. En este lugar, Posada tuvo a uno de sus primeros y más importantes maestros de la infancia, a don José Trinidad Pedroza, quien le enseñó el arte de la imprenta y el grabado, pero además le dio consejos y lo impulso para que llegara a ser un gran artista y un ser humano preocupado por su pares, un orgullo para la humanidad.

En aquellos tiempos atravesaba nuestro artista por la niñez, casi a punto de llegar a la adolescencia, y el fondo histórico era nada más y nada menos que la Reforma, hechos nacionales que lo marcarían de por vida; otro de esos momentos fue la invasión francesa, el ascenso y la caída de Benito Juárez, la llegada de Porfirio Díaz. A propósito de esto, escribe Murillo Reveles: 

«José Guadalupe Posada aprendió en el terreno mismo de los hechos y en carne propia, a sentir un profundo amor por su patria; a defenderla de la invasión extranjera y del ultraje de los grupos retrógrados que por todos los medios pretendían escamotear al pueblo mexicano una independencia y una libertad tan caramente conquistadas».

La historia de Posada es bien conocida (y con todo y eso aún lo confunden con otros personajes), después de vivir sus primeros años en Aguascalientes, viajó a Aldama, Guanajuato, junto con su amigo y maestro José Trinidad Pedroza, luego se fue a León, donde publicó sus Primicias Litográficas del Grabador J. Guadalupe Posada. En León se casó con María de Jesús Vela. Alrededor de 1888, Posada se fue a la Ciudad de México, donde se estableció definitivamente, abrió su famoso taller, primero en la calle de Santa Teresa #1, y luego pasó a formar parte del taller de imprenta y litografía de Antonio Vanegas Arroyo, donde conoció a su amigo Manuel Manilla. 

La obra de Posada habla por sí sola, cuestión de que el lector vaya a verla en la internet o en los libros como el de Murillo Reveles, así no se le confundirá con otros artistas ni se cometerán los tropiezos que este 2022 cometió Morena y la Secum, porque Orozco no tuvo el vientre ni las técnicas de Posada, tampoco se parece José Guadalupe a Trotsky, ni es el mismo que Ricardo Flores Magón. Ojalá que este gobierno contrate a personas capaces de distinguir el surimi del tsunami. En fin, como despedida, este párrafo del libro de José Antonio Murillo Reveles en el que deja muy claro porqué es importante la figura de Posada en la historia de México:

«La razón de que ahora reconozcamos a Posada como un gran mexicano, no es sólo por su obra artística, sino, fundamentalmente, porque a través de ella defendió al pueblo; difundió la protesta constante por los atropellos y las injusticias cometidas por la dictadura y los extranjeros que se habían apoderado por diferentes medios del suelo y de la economía mexicana».

Imagen de portada: Calavera oaxaqueña, 1903.

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