¿Quién ha visto la agenda?

Juan Velasco

Para dar crédito debo decir que el presente texto surgió a partir de una conversación en Facebook donde se señaló con justa razón que un comentario mío era muy poco entendible. En mi esfuerzo por aclarar el comentario el texto comenzó a extenderse –ya ven como son a veces los textos- y decidí hacerlo un chilaquil. Espero al menos lograr acercarme al objetivo.

El punto se suscitó a partir de una sugerencia (casi afirmación) según la cual hay quienes –por su odio/rechazo hacia el actual titular del Ejecutivo y su programa, tergiversan sus dichos buscando descalificarlo o ridiculizarlo. Con dicha práctica se estaría –según esto- poniendo en riesgo o despreciando el valor verdad que debería ser uno de los ejes de una discusión pública sana. Estoy de acuerdo en la importancia de la verdad para la discusión pública. Sin embargo…

A ver, partamos de lo que considero el principio ¿cómo se realizan las llamadas mañaneras y cuál puede ser su objetivo? El titular del Ejecutivo las ha presentado como un ejercicio de comunicación que abona a la transparencia y la rendición de cuentas. Sin embargo, un ejercicio de ese tipo implicaría al menos proporcionar datos verificables y contrastables, precisamente para que puedan ser verificados. Pero, salvo en casos muy específicos, dichos datos faltan. Y llama la atención el hecho de que cuando los ha habido, desde distintos frentes tanto sociales como académicos, han surgido críticas que señalan al menos serias inconsistencias. Quizás eso explique en parte el surgimiento de la muletilla que se ha vuelto choteo: “yo tengo otros datos”.

¿Entonces? Me parece que es más adecuado leer las llamadas mañaneras como un ejercicio de propaganda política mediante el cual uno de los actores, el titular del Ejecutivo, intenta posicionar sus temas en la discusión pública. Dicho de otra manera la llamada mañanera es un intento político por fijar agenda en la discusión pública. Se trata de intentar definir desde el atril qué se discute, cuándo y desde cuál perspectiva. En mi opinión es válido. Tiene derecho, mientras lo haga dentro de la ley. De hecho casi toda administración lo hace, aunque la frecuencia diaria en este caso la haga excepcional en términos históricos. Y digo que es diaria porque las llamadas mañaneras, que hasta el momento son de lunes a viernes, se complementan con los mítines de fin de semana en las giras.

Los problemas aparecen en otras dimensiones. La más formal, que igual considero importante, es que si se presenta un ejercicio de propaganda como si fuera una rendición de cuentas se está engañando al receptor del mensaje. Quejarse después por la forma en que se recibe y se retransmite alegando “tergiversación” o “falta a la verdad” suena a un reclamo que viene con una pata coja. Qué es lo que se pide ¿que se acepte algo falso o al menos incomprobable? ¿que se difunda tal cual, sin filtro? Si es eso, me parece cuestionable.

La otra dimensión problemática que quiero abordar es más compleja, más sensible. En una sociedad democrática como pretende serlo la mexicana, existen distintas voces que de manera válida intervienen en la discusión pública para intentar influir en la agenda y posicionar sus temas, preocupaciones y demandas. Estas voces van desde organizaciones civiles, académicas o políticas. Del mismo modo intervienen quienes se dedican al periodismo, los medios mismos, las empresas, los sindicatos y en algunos casos las iglesias.

Sin ánimo de hacerle al psicólogo (lo mío es otra cosa) en términos políticos parece que el actual titular del ejecutivo percibe el espacio público donde se dan los debates como girando alrededor de él y su proyecto. Si a eso se suma su actitud de “demócrata moderno” –el que cree que al ganar la mayoría tiene derecho a hablar en nombre de la totalidad- el resultado es un personaje que tiene una visión binaria de la realidad. Quienes están de su lado (para nada importa el motivo y la razón) y quienes están en su contra (otra vez, para nada importa el motivo o la razón).

Quizás esto explique la desconcertante falta de empatía hacia movimientos y actores que se siguen manifestando, como lo han hecho desde hace mucho tiempo. Las familias que buscan a sus desaparecidos, los pacientes y sus familias que exigen su derecho a los servicios de salud, las mujeres que gritan y rayan paredes por la violencia machista, las comunidades que defienden sus territorios y recursos naturales, las personas que hacen prensa a nivel de calle, quienes crean y gestionan arte y cultura de manera independiente…. Ni siquiera sería posible decir con honestidad que el reclamo sea, en específico, hacia la actual administración y mucho menos que quienes reclaman justicia estén necesariamente en contra; muchas y muchos votaron por su propuesta.

El punto es que desde esta visión binaria quien se manifiesta de manera crítica o en contra en automático pasa a ser adversario. Para nada, lo repito porque me parece la clave, para nada importan sus motivos o razones. Es un envío envenenado de quienes se oponen al proyecto. Manipulación, corrupción, enojo por pérdida de privilegios. Las únicas luchas y reclamos históricos que tiene validez son las que se alinean con el proyecto del inquilino de palacio. Detenta el monopolio del reclamo justo y válido. Lo demás es reacción.

Comencé a escribir este chilaquil hace casi un mes. Antes de que estuviéramos en la situación que hoy estamos. Leo lo que escribí y lo sostengo. Sólo cambio lo que era mi conclusión por una suerte de corolario, a la luz (¿la sombra?) del coronavirus.

Cuando el problema que se enfrenta requiere diálogo, reconocimiento y cooperación los liderazgos unipersonales y monologantes pueden llegar a ser altamente disfuncionales y tener altísimos costos. ¿Costos político-electorales? sí. Pero en este momento son lo que menos me importan.  Ya se verá cómo salimos del vendaval que es esta combinación de crisis de salud y económica a nivel mundial.

La llamada mañanera y su protagonista podrían ser un enorme instrumento para enfrentar la crisis ya que no lo son de rendición de cuentas y transparencia. Invito a quien me lea a seguir, hasta donde les sea posible, las directrices del gabinete de salud. Nos veremos del otro lado para continuar el diálogo. Ánimo.

Saludos.

Las opiniones expresadas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor y no necesariamente representan la opinión de el-artefacto.

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