Materia oscura: Primero y último amor

Julio César Méndez Comencé a amar a Onán, digámoslo así, desde los ocho o nueve años de edad. Los compañeros de la primaria, mayores que yo, afirmaban que había que amarlo para ser hombre, y eso era algo que todos teníamos que demostrar. Sobre todo demostrárnoslo a nosotros mismos. La primera vez resultó mal. El cuerito que arremangué no quiso volver a su lugar. Cuando pasaron varias horas sentí dolor y se lo dije a mi madre, quien me curaba rasguños y otras heridas, sólo que ahora se trataba de…