Luis Javier Alvarado Veinte minutos, dijo. Tomé la camiseta húmeda y asà la deslicé a mi torso. Dijo estás algo distraÃdo. No, contesté. Pienso en cosas. La cisterna está inservible. Y la perilla de la puerta de la entrada se zafó. Tendrás que arreglarlo. Pero no ahora. Tienes veinte minutos para recostarte y no pensar en nada. Nada que necesite arreglo en lo inmediato. Porque tú estás aquÃ. Al menos veinte minutos déjalo todo. Asà que reposé mi cuerpo en el sofá. La humedad de la licra de la camiseta…