Una de pintores: La Balsa de la Medusa

Rafa Flores

«La Balsa de la Medusa» ocupa un lugar privilegiado en el Museo del Louvre y es la obra más representativa del Romanticismo. La enorme pintura al óleo de 5 x 7 metros fue pintada por Théodore Géricault a los 25 años, siendo un precoz pero ya consumado maestro con plenos poderes creativos.

El 2 de julio de 1816 la fragata francesa «Medusa» se estrelló contra unas rocas en el mar Mediterráneo debido a la incompetencia de su capitán Duroy de Chaumereys, que había conseguido esa misión por favoritismo político. La mitad de los viajeros se apretujaron en seis botes salvavidas, incluido el capitán, que huyó dejando a 175 personas abandonadas a su suerte en el barco que se hundía. Estos desdichados construyeron a toda prisa una balsa de 20 x 7 metros y flotaron en el mar sin ninguna orientación. La primera noche la situación empeoró; 20 hombres fueron asesinados al desatarse una riña por la única caja de galletas y dos contenedores de agua que cayeron al mar. En los siguientes días navegaron sedientos, hambrientos y desquiciados. Algunos se suicidaron, otros más murieron de inanición y el resto devoraron los cadáveres para sobrevivir. El 17 de julio se cruzaron por casualidad con la nave Argus y 15 hombres fueron rescatados con vida. El incidente se convirtió en una vergüenza nacional.

Thédore Géricault, impactado por el hecho, se dio a la tarea de pintar su gigantesco cuadro. Construyó una maqueta a escala de la balsa para realizar sus bocetos y entrevistó a dos sobrevivientes, el ingeniero Alexandre Corread y el cirujano Jean Savigny, quienes le contaron la catástrofe con todos sus detalles. El empeño de Géricault lo llevó a visitar hospitales y depósitos de cadáveres para observar el color y la textura de la piel de los agonizantes y los muertos. La pintura exhibida en el Salón de París de 1819 provocó una enorme polémica entre el público. Algunos espectadores elogiaban apasionadamente al pintor mientras otros condenaban su ánimo amarillista y morboso.

«La Balsa de la Medusa» quedó para la historia como una muestra de las fronteras de la experiencia humana, la imagen viva de la desesperación.

Las opiniones expresadas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor y no necesariamente representan la opinión de el artefacto.

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