25 Instantáneas de Blanca Luz Pulido o A quien más me desdora, el alma ofrezco

Héctor Alvarado Díaz

1. ¿Sientes que has publicado suficiente?

No creo que esa pregunta quede respondida por nadie hasta el día de su muerte. Si tengo suerte y no desaparecen del todo las editoriales, o se vuelven digitales por completo, aún quedan en mi tintero algunos libros más que publicar. No necesariamente de poesía; tengo interés en escribir sobre los poetas peruanos de la generación de Jorge Eduardo Eielson, Blanca Varela y Javier Sologuren. También quiero seguir traduciendo, sobre todo a poetas portugueses: además de a Nuno Júdice, autor fascinante, también a Rosa Alice Branco, y traducir más libros del gran Ruy Belo, desconocido casi por completo en México. Respecto a mis poemas, estoy trabajando en un libro inspirado en postales antiguas (los misterios del pasado que encarnan me resultan muy atrayentes), y en otro más con otros poemas que vengo escribiendo desde hace varios años.

2. ¿Eres de proyectos?

A veces, pero nunca muy rígidos ni demasiado estructurados. La poesía, sin un fuerte ingrediente de sorpresa o juego, no tendría sentido para mí. La poesía es un animal libre, tiene algo de misterioso siempre, y si crees por un momento que la puedes planificar, estás perdido. Es ella la que te elige, la que te lleva, la que si tienes suerte te va guiando hasta encontrarte, encontrarse. Como escribió Eielson, “la puerta nunca está cerrada ni abierta”: las certezas pueden ser deslumbrantes, pero son provisionales, necesariamente, y muchas veces caen en el terreno de la sombra. Por eso creo que los libros programáticos, los “libros proyecto”, fuertemente articulados, donde se pretende que cada poema esté concatenado con los que lo rodean, adolecen de una cierta rigidez. Nunca he escrito un libro de esa manera, y no empezaré a hacerlo ahora. Simplemente escribo, con mayor o menor frecuencia, eso depende de muchos factores y procesos que incluso ignoro, y después de unos pocos años va naciendo otro libro. Y ya. Hasta ahora he escrito alrededor de doce. Pero no llevo la cuenta de cada cuándo publico, ni creo que la carrera literaria sea una especie de competencia; de hecho, no es una carrera sino otra cosa, una forma de vida, una manera de viajar en el tiempo sin moverse, o viajando al interior. Y aunque los libros proyecto estén de moda, no voy a sumarme a ella. Me conformo con que los poemas que escriba, uno por uno, tengan la suficiente entidad, fuerza, sugerencias, etc., para interesar o seducir a los lectores. Y con eso sería más que suficiente.

3. ¿Te ha interesado escribir para niños?

Sí, en una ocasión escribí varios poemas, que se publicaron, junto con los de otros autores, en el libro Poemas infantiles, donde publicamos Miraceti Jiménez, Enrique de Jesús Pimentel, Víctor Rojas y yo. Fue una experiencia que me gustaría volver a repetir, aunque por alguna razón (tal vez porque no tengo hijos) los niños o el mundo visto desde los ojos de los niños no están ni han estado entre mis temas. Aunque sí me sorprendió que una vez, en Costa Rica, en un festival muy hermoso que realizan allá, el Festival Internacional de Poesía, los organizadores, antes de que llegáramos los poetas, repartían entre los niños de escuelas primarias copias de los poemas de quienes iríamos más tarde a visitarlas y leerlos, y conocer a los chicos. Ellos elegían un poema y lo ilustraban, y varios eligieron un poema escrito por mí que se llama Canta el agua, que yo ni siquiera consideraba un poema infantil. Pero a ellos les gustó, e hicieron lindos dibujos, incluyendo el poema en sus ilustraciones.  

4. ¿En qué género te sientes más a gusto?

En varios. Aunque lo primero que escribí, de niña, fue una especie de extraños cuentos con moraleja, fruto de los volúmenes de cuentos clásicos y populares que devoraba, más adelante, ya en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM –donde estudié Lengua y literaturas hispánicas. Gracias a un taller que Miguel Donoso Pareja impartía en el décimo piso de Rectoría, empecé a escribir con más intensidad, primero narraciones. Al cabo de un año fui descubriendo que me gustaba más la poesía, y poco a poco mis relatos empezaron a ser más poesía en prosa que cuentos.

Después estuve varios años en un taller con Germán Dehesa, quien me contagió su pasión por Borges, y me enseñó, entre otras muchas cosas, a distinguir un buen poema de uno malo.

El ensayo me gusta mucho también, he escrito varios libros de ensayos, es un género fascinante, cálido y abierto siempre.

5. ¿Del poema se sale indemne?

Jamás. La escritura nos cambia; al principio, los poemas que leemos nos van conformando como lectores e incluso como personas. Al igual que Borges, me enogullecen más los poemas que he leído que los que he llegado a escribir. Después, también lo que uno escribe lo afecta, porque empiezas a subir tu nivel de autocensura, como dijo en una entrevista Ida Vitale, y te vas exigiendo cada vez más. El asunto crucial es no llegar nunca al silencio completo, por un afán de autoexigencia total. Dejar que algo de eso que quiere surgir, llegue a la superficie de la mejor manera posible. Transparentar los asombros, y compartirlos.

6. ¿Cómo fue tu encuentro con el lenguaje poético?

Desde niña, me encantaba oír las canciones modernistas de Agustín Lara, las canciones en general, en varios idiomas, y los poemas de la selección que leí de en el segundo tomo de una enciclopedia infantil hispanoamericana que se llamaba El libro de nuestros hijos, que conservo aún. Ahí leí poemas de Pedro Salinas, de Rubén Darío, de Neruda, de López Velarde… Me di cuenta claramente, desde entonces, de esa manera de articular lengua y pensamiento, transformaba al idioma de todos los días, era otra cosa. Y, por supuesto, nunca se me hubiera ocurrido en aquel entonces que yo podría escribir un verso jamás.

7. Al traducir ¿te conviertes en coautora?

Es ciertamente un tema complejo, la traducción. Sin embargo, una buena traducción, por atinada que sea, no es una creación totalmente nueva: siempre está basada en el texto de partida, lo que le da siempre una originalidad derivada, digamos. Ello no quiere decir que, para hacer una buena traducción, no se emplee todo el talento como escritor que uno tenga. Hay soluciones muy creativas, pero no hay que olvidar, repito, que una traducción es siempre ancilar, siempre subordinada a servir al lector, a acercarlo al texto escrito en su lengua original. 

8. ¿Has encontrado respuestas?

Por ahora, me concentro más bien en descubrir preguntas interesantes. Creo que una pregunta bien formulada, además, trae de alguna manera incluida en ella su respuesta.

9. ¿Quiénes son tus grandes referentes?

¿Literarios o vitales? Te los daré mezclados: Beethoven, Bach, Freud, Sor Juana Inés de la Cruz, Rosario Castellanos, Jorge Eduardo Eielson, Carlos Pellicer, Eliseo Diego, Kandinsky, Cortázar, Borges, José Watanabe. Son los primeros en los que pensé.

10. ¿Eres frágil?

Estoy segura de que todos lo somos, en alguna medida. Creo que todos somos una combinación de fragilidad y fuerza, pues si no fuéramos fuertes la vida nos aniquilaría. La muerte de mi madre, el año pasado, por ejemplo, es algo que me afecta y duele todavía, y seguirá haciéndolo siempre.

Si no fuera fuerte, varias cosas por las que he pasado ya me habrían aniquilado. Por otro lado, la fragilidad también nos permite observar las cosas desde otro ángulo, ya que nos hace aprender a ponernos en el lugar de los otros, algo que es indispensable para escribir poesía. Y el otro no es nada más otra u otras personas, puede ser también un objeto, un ave, una piedra. Desde una posición de fuerza absoluta, de absoluto control, no se podría escribir y ni siquiera vivir. ¿Quién puede pensarse fuerte, si controlamos tan poco de lo que nos sucede e incluso de lo que somos?

11. Prepandemia: ¿Vas mucho al cine?

Por supuesto. Tengo, o tenía, mi credencial de socio de Cinemex. Me encanta el cine. Incluso ahora, veo cine en línea, y quiero inscribirme a filminlatino. Desde que era niña mi abuela materna nos llevaba a mis hermanas y a mí a las matinés con función doble en el Cine Ermita, o en el Cine Hipódromo, pues como vivíamos en Tacubaya, nos quedaban muy cerca. Ahí se originó mi amor por el cine.

12. ¿Puedes trabajar un poema por mucho tiempo?

En ocasiones sí, aunque hay poemas que casi se escriben solos… aunque hay otros que necesitan mucho más trabajo, y es necesasrio dejar que el tiempo los recorra y los vaya madurando. En este sentido, ni totalmente Sabines (quien llegó a decir que corregir demasiado era falsear al poema, pues nunca somos los mismos de un día para el otro, y por lo tanto, el poema debía quedarse tal como había sido escrito, o casi), ni tampoco totalmente Valéry, con su ya famosa frase de que un poema no se termina nunca, sino que se abandona.

Me inclino por el equilibrio planteado por Eugenio Montejo, para quien los poemas debían tener un tiempo de maduración de al menos tres años. Tal vez tres años sea mucho, pero de hecho, medito mucho en los poemas, los corrijo, los dejo estar antes de decidir publicarlos. Para no tener después varias versiones del mismo poema (estilo Octavio Paz), cuando al fin aparece en un libro.

13. ¿Sociable o retraída?

Antes era muy tímida, ahora lo soy menos. Pero ser el ajonjolí de todos los moles nunca se me ha dado. Prefiero la tranquilidad y el cultivo de unos cuantos amigos queridos.

14. ¿En los detalles está el secreto?

Hay muchos tipos de secretos. En el arte, en general, creo que sí.

15. ¿Te seducen los avances científico-tecnológicos?

Por supuesto. Tal vez no se refleje mucho en lo que escribo, pero me parece fascinante cómo la ciencia va expandiendo nuestra visión del mundo y de la realidad. La realidad es siempre el mayor misterio, como afirmaba el gran poeta peruano José Watanabe. Alcanzar a descifrar nuestros asombros sería más que suficiente, y en ocasiones la ciencia puede darnos algunas claves para hacerlo.

16. ¿Trabajas con la imaginación o con las experiencias vitales?

Con ambas; la imaginación impulsa a vivir y la vida se fortalece por medio de la imaginación. Escribir es unir ambas fuerzas, las de la vida y las de la más pura fantasía.

17. ¿Escribes para alguien?

Sí, para el lector, generalmente. Aunque ha habido ocasiones en que algunas personas están especialmente presentes en la escritura de ciertos poemas, ya sea de manera explícita en las dedicatorias, o no, me parece que la mayor parte de lo que escribo tiene en mente alcanzar a un lector, identificarme con él, hablarle al oído, por así decirlo. Labrar secretos que sean a la vez públicos y particulares, mensajes que cada quien descubra por sí mismo. Revelaciones personales en cada página, en cada verso, escondidas casi. A eso aspiro a llegar.

18. ¿Simpatizas con el feminismo?

Creo que desde niña era yo feminista, si por ello se entiende sentir en carne propia las desigualdades que existían (y aún existen) entre la consideración que merecen hombres y mujeres por su género simplemente. Ahora bien, las maneras actuales de la lucha feminista son más bien complejas, y aunque estoy de acuerdo con el hartazgo y la ira, estoy segura de que existen muchas trincheras diferenciadas desde las cuales luchar. No digo más. Hay muchas maneras y formas del feminismo hoy en día.

19. ¿Te has involucrado en política?

Realmente no. Aunque votar, según yo, cuenta ya como un acto político, y desde los 18 años voto.

20. ¿Lees sobre todo poesía?

Además de poesía, leo periódicos, suplementos, las publicaciones de mis amigos en Facebook, y bastante ficción y ensayo. Me gusta la novela negra, admiro a Hening Mankell y a P. D. James, a Patricia Higsmith, a Milan Kundera, Virginia Woolf, Cortázar, Mujica Lainez, Bianco, Clarice Lispector, Julio Ramón Ribeyro, y un largo etcétera.

21. ¿La poesía permite certezas?

Sí, aunque la única certeza es la ausencia de certezas, como diría un poeta de cuyo nombre no recuerdo, por cierto, ahora. Cualquier ejercicio de alguna rama artística, ya sea literaria, musical, pictórica, dramática, etc., es una incursión en los terrenos de lo desconocido, de lo que está creándose perpetuamente en la imaginación, es decir, en un campo del que sólo se nos muestra una pequeña parcela, casi como en los sueños. Nuestra única certidumbre es el deseo, el impulso de seguir intentando revelar algo de un misterio que, lo sabemos, quedará siempre más oculto que expuesto. Como escribe Blanca Varela, con quien honrosamente comparto dos nombres (mi apallido materno es Varela), en su impresionante poema Media voz (un breve poema perfecto), la poesía es estar “casi en la muerte / casi en el fuego”. Esa es la única certeza en estos terrenos: el casi, la inminencia, el umbral, la revelación súbita de una cercanía al menos por instantes, por momentos, fragmentaria y siempre parcial. Pero eso basta, o debería bastarnos.

22. ¿Tienes tu carácter?

Who doesn´t? Aunque no creo demasiado en el Zodiaco, soy Escorpio. Puedo perdonar, pero olvidar, nunca. Aunque, venturosamente, ya tengo edad suficiente para que zonas enteras del pasado empiecen a entrar en una especie de benéfica, tranquilizadora neblina unificadora. Lo que olvidas ya no puede dañarte. Mi memoria mejora con los años, se va haciendo imprecisa, lo que agradezco.

Lo que sí puedo decirte es que detesto el malhumor y a las personas que se quejan constamente, sin hacer nada para intentar cambiar las causas de su incomodidad vital.

23. ¿Cuándo dejas de corregir?

No creo en la corrección perenne, estilo Valéry. Creo que en algún momento hay que dejar en paz al poema. ¿Cuándo? Eso depende, siempre, de cada caso específico, a veces uno escribe de golpe y ya está; otras veces se da por aproximaciones sucesivas.

24. ¿Es posible el poema perfecto?

Algunos lo son. El cementerio marino, Anábasis, Piedra de sol, Décima muerte, Muerte sin fin, Cuatro cuartetos, algunos poemas de Blanca Varela, de Jorge Eduado Eielson.

Sin embargo, estoy convencida de que incluso las imperfecciones contribuyen a hacer grandes a algunos poemas. Como lo que más nos caracertiza en tanto especie es la propensión al error, a la falla, al desvarío, a la falta esencial que está siempre por debajo de las más altas aspiraciones, la perfección es algo absolutamente subjetivo; lo que para mí es perfecto tal vez para ti no lo sea, y viceversa.

25. Tus cinco músicos predilectos.

Monteverdi, Schubert, Henry Purcell, Arvo Pärt, Alfredo Zitarrosa.

Blanca Luz Pulido (Estado de México, 1956).

Poeta, ensayista y traductora. Estudió Lengua y Literaturas Hispánicas en la Universidad Nacional Autónoma de México, y la Maestría en Literatura Mexicana en la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. Fue miembro del Tercer Programa para la Formación de Traductores de El Colegio de México. En 1999-2000 estudió en la Universidad Clásica de Lisboa el Curso Superior de Traducción de Portugués, con una beca del Instituto Camões.

Ha publicado, entre otros, los siguientes títulos de poesía: Raíz de sombras (1988); Reino del sueño (1996); Cambiar de cielo (1997); Los días (2003, Pájaros (2005); Al vuelo (2006); Libreta de direcciones (2010), La tentación del mar (2012); Cerca, lejos. Antología personal (1986-2013) (2013) y Poderes del cuchillo (2015). Algunos poemas suyos se ha traducido al italiano y al inglés, y en 2013, la editorial Mantis publicó una traducción de su obra al portugués: Libreta de direcciones / Caderno de endereços. Antologia de poemas 2005-2013. En 2019, la Universidad Nacional Autónoma de México publicó una antología de sus poemas en la colección Material de Lectura, Serie Poesía Moderna, núm. 214.

Es autora también de los libros de ensayos: Una familia de árboles. Reflexiones sobre los libros y la lectura (Rayuela, Guadalajara, 2011) y Cartas lusitanas. Notas sobre poetas y narradores portugueses (UNAM, 2012).

Desde 2009 es profesora-investigadora de la carrera de Creación Literaria de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México. También ha impartido talleres de poesía y de traducción para diversas instituciones culturales, en México y en el extranjero.

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