25 Instantáneas de César Gándara o Aquí está mi alma, allá tú si no aprecias lo que vale

Héctor Alvarado Díaz

1. ¿Qué harías con el dinero del Nobel?

Desde que supe que autores como Inés Arredondo, Juan Rulfo, Virginia Woolf, Kafka, Cortázar, Onetti o Borges no lo ganaron, algo me decía que la carrera de un autor no debe plantearse en base a premios, sino a una búsqueda, en mi caso, de historias. Nunca pienso en el Nobel. No hago quinielas ni me ocupo mucho de cuáles son los candidatos favoritos. Me entero de los ganadores varios días después del anuncio. Ni siquiera tengo idea de cuánto es el premio. Pero si me lo dieran, me lo gastaría con mucho gusto. En lugar del premio Princesa de Asturias, me gustaría ganar el Princesa de Historias.

2. ¿Cómo es vivir en Hermosillo?

Nací en Guaymas y estuve allí durante mi primer año de vida. Luego mis padres me llevaron a la Ciudad de México y a partir de ese momento mi vida ha sido un peregrinar por ciudades como Saltillo, Monterrey, Ensenada, Barcelona y de nuevo a la Ciudad de México. Nunca he vivido en Hermosillo, sin embargo, siempre he tenido contacto con esta ciudad. Toda mi familia es de allá, y he pasado ahí largas temporadas, sobretodo en mi adolescencia. Muchos de mis grandes amigos (me gusta preciarme de tener muchos amigos) son hermosillenses. Sin embargo, mis paisanos piensan que no soy uno de los suyos, y lo mismo me pasa en las diferentes ciudades en las que he vivido. Me consideran un extranjero. Ahora que radico en la Ciudad de México tengo un grupo de amigos originarios del terruño y nos gusta autonombrarnos Sonoguachos. Mi corazón tiene varios compartimentos en los que caben perfectamente cada uno de esos lugares en los que he habitado, sus costumbres, sus ideologías, su  alimentación y su manera de hablar.

3. ¿Tiras los dados o eres metódico?

Tengo la metodología de tirar los dados de vez en cuando. Cada proyecto pide cosas diferentes. En general, cuando trabajo una historia de aliento largo, hago planes y pienso en los personajes y en sus trayectorias para tener un panorama menos incierto. He aprendido que la novela es un territorio donde no se trata de inventar, sino de descubrir. Pero incluso en los cuentos, en los que la mayoría de las veces me dejo llevar por el instinto, trabajo pensando en los finales. Y entonces cada palabra que escribo va dirigida a ese destino final. También he escrito cuentos empezando por una imagen, o por una frase que me atrapa. Entre más tiempo paso en el oficio, más pienso en los personajes, y ellos me van revelando la historia. Son muy difíciles de escribir, los cuentos.

4. ¿Cuánto tardas en escribir un libro?

El que menos me dio batalla tardó como tres años en quedar listo; el que más, seis. En este momento tengo una novela en la que he invertido seis años y todavía no veo para cuándo. Al parecer se quiere llevar el reconocimiento a la más difícil de domar.

5. ¿Siempre cuentas la verdad?

Si me interesara contar la verdad, tal vez me hubiera dedicado a ser sacerdote, o agente financiero, o político, o economista o filósofo. No creo en las verdades absolutas. A mí más bien me gusta manipular esas verdades y contar historias con ellas. A veces utilizo el humor, a veces no se puede.

6. ¿Has tenido la tentación de plagiar?

Una vez alguien me contó que en el Casón del Buen Retiro, en Madrid, hay una frase de Eugenio D´Ors escrita con letras doradas: “Todo lo que no es tradición, es plagio”. Nunca averigüé si esto es verdad, si existen esas letras doradas. Ni siquiera tengo la certeza de que exista el Casón del Buen Retiro. Pero me encanta esa anécdota y, sobretodo, pensar en que no existe la originalidad sin la tradición. El concepto de plagio es una idea muy moderna. Cuando estudiaba música me contaban mis maestros que Bach tenía una obra para órgano que era básicamente una transcripción de “L´estro armonico” de Vivaldi. En la escuela se hablaba mucho de que el autor alemán tomó elementos estructurales del italiano para usarlos en sus propias obras, sobretodo al inicio de su carrera como compositor. Tampoco sé si esto sea verdad, pero me encanta esa anécdota. Cuando puedo, trato de que mi escritura dialogue con lecturas que me han cautivado, molestado, descolocado, perturbado o invitado a retomar algunos temas. También hay varios libros escritos por otros autores que me hubiera gustado escribir, pero esa ya sería otra pregunta.

7. ¿Cómo iniciaste?

Mis abuelas me iniciaron. Mi abuela Marcela me contaba historias sobre las ánimas del purgatorio. Una vez nos contó que mientras se bañaba se le apareció la imagen de una muchacha por el reflejo del espejo. ¿Quién eres, muchacha?, le preguntó. Tomo una toalla para cubrirse y al salir de la regadera no había nadie. Las gotas de agua escurrían por sus piernas y ella miraba a todos lados. Mis tías, mis primas y yo la escuchábamos arrobados. Ella comenzaba a describirnos a la joven, sus facciones, la expresión de su mirada y de su rostro. Una de mis tías comentó que por la descripción hecha, le recordaba mucho a una compañera de la preparatoria. Mi abuela le dijo: Ponte en contacto con su familia, esa muchacha ya está muerta y necesita que recen para que su alma salga del purgatorio. Mi otra abuela, Martha, salía conmigo a la banqueta de su casa y observábamos a los transeúntes mientras nos comíamos una paleta de hielo. Una vez pasó una vecina y la saludó. Luego de que avanzara varios metros, me dijo: Esa señora, ahí donde la vez con su carita de mustia, le pone los cuernos a su marido con su propio hermano, y entonces comenzaba a contarme un montón de cosas que a mis pocos años me parecían terribles y fascinantes a la vez. Así inició mi gusto por las historias.   

8. ¿Escribir libera o esclaviza?

Escribir es un acto de libertad al inicio, pero una vez que estableces las reglas del universo ficcional que quieres construir, te vuelves un esclavo de la historia y tienes la obligación de trabajarla hasta sus últimas consecuencias.

9. Tus cinco bandas favoritas.

De rock: Black Sabath, Led Zepelin, The Cure, The Smiths y Soda Stereo.

De clásico: Bach, Leo Brower, Beethoven, Mussorgsky y Schumann.

10. ¿Tu escritura se alimenta de otras artes?

Vivir de la escritura es algo muy difícil, algunos dicen incluso que imposible. En algún momento trabajé haciendo discursos para un político prominente, y en simultáneo daba clases de cuento en una escuela de escritura. Cuando no me daba la vida para cumplir con las dos obligaciones, tomaba un cuento y se lo llevaba al político como si fuera su discurso. Y lo mismo hacía con los discursos: los llevaba a la escuela y los presentaba como cuentos. Me percaté de que nadie se daba cuenta. Incluso recibía elogios. Entonces descubrí la relevancia de otras disciplinas para enriquecer la escritura -lo que ahora llaman “contaminación de lenguajes”-. Desde entonces, mi vida y la manera en que abordo la escritura cambió para siempre. También escribo guiones y estudié música. Todo ello me da herramientas para contar historias.

11. ¿Cuál es tu peor pesadilla?

Un mundo sin carne asada ni tortillas de harina. De sólo imaginarlo se me pone la carne de gallina. Un mundo sin conchas de chocolate también sería terrible, pero hace mucho que me prohibieron las conchas de chocolate.

12. ¿Te sientes maduro?

Cuando me invitan a tomar unos tragos entre semana me lo pienso dos veces sólo de imaginar la cruda y los pendientes del día siguiente. He aprendido que el secreto para salir exitoso de una fiesta de trabajo es llegar tarde y marcharme temprano.  No bebo una taza de café después de las seis de la tarde para poder conciliar el sueño. ¿Eso cuenta como madurez?

13. ¿Eres paciente?

No mucho, desafortunadamente hay que esperar mucho para que sucedan las cosas que más me interesan. He tenido que aprender a sobrellevar la ansiedad.

14. ¿Quisiste ser otra cosa que escritor?

Músico, cocinero, biólogo marino y hasta profesor de física. Hice mis intentos en cada una de estas disciplinas. Era muy joven, y la vida se me presentaba como un monstruo informe y amenazador al cuál no sabía por dónde llegarle. Luego las cosas comenzaron a tomar su rumbo y terminé dedicándome a esto.

15. ¿De dónde surgen tus títulos?

Tengo la fortuna de tener maestros de escritura que luego se convirtieron en mis amigos. Y también amigos, entrañables escritores, que luego se convirtieron en mis maestros. Todos ellos me enseñaron que un título debe ser la concreción de la historia que cuentas. O una pequeña clave que te invite a regresar a él cuando terminas de leer. Trato de hacerles caso.

16. ¿Qué opinas del éxito?

Me parece algo muy subjetivo, y por lo tanto, entre más personal sea el significado de “éxito”, más satisfactorio. La mejor manera de disfrutarlo es valorando profundamente el fracaso. He aprendido mucho más de éste último que de lo que normalmente se entiende por éxito. Además de que pocas veces llega en la forma que uno lo desea.

17. ¿Tienes a alguien en un altar?

A la amistad. La venero y le prendo una velita cada noche.

18. ¿Eres un buen corrector de tus textos?

Durante mucho tiempo me obsesionaba este tema. Luego comencé a darme cuenta que las historias no avanzaban por concentrar mucha atención en corregir. Y entre más leía a otros autores, más encontraba placer en las historias que contaban. Dejé de fijarme en cómo escribían y me concentré en lo que contaban, en cómo construían sus historias, sus personajes. Cada vez me interesa más saber qué mueve a los personajes a comportarse de tal o cual manera. Admiro a esos autores que al escribir parece que iluminan con una linterna esas zonas oscuras de sus personajes que muchas veces no conocemos ni de nuestras personas más cercanas. Sigo pensando que hay que encontrar un balance entre el lenguaje y las historias, pero ahora valoro mucho más una buena historia que tenga “errores”, o descuidos en la prosa, o en el tratamiento del lenguaje, que las prosas perfectas que cuentan poco de la condición humana.

19. ¿Cómo te sentirías en un planeta habitado sólo por mujeres?

Pasé mi infancia y adolescencia en un planeta muy similar al que planteas. Viví rodeado de mujeres, algunas eran las jefas del clan y otras mis semejantes. Los pocos hombres de la familia andaban seguramente en otras galaxias tratando de cazar a la ballena imposible. La pasé muy bien, feliz, protegido, lleno de amor, y sólo tengo buenos recuerdos. La vida era más fácil entonces.

20. ¿Atesoras el qué sobre el cómo?

Una historia necesita contarse lo más sencilla para que el lector no se pierda en filigranas y concentre su atención en lo importante, lo profundo, el río subterráneo que late bajo nuestros pies.

21. ¿Te has metido en política?

De joven uno comete muchas estupideces.

22. ¿Piensas con frecuencia en la muerte?

Es la única certeza que tenemos. Vivimos en una sociedad que nos enseña a no hablar, o a hablar poco de la muerte. La imaginamos como algo doloroso, apabullante, como una tragedia. Creo que si pudiéramos aceptarla como parte de un proceso, el proceso de vivir, sufriríamos menos. Pensar con frecuencia en ella me parece saludable, nos ayuda a quitarnos muchas taras y a disfrutar lo que verdaderamente vale la pena.

23. ¿Te seducen algunos temas?

La amistad, el desierto, el mar, la pertenencia, la familia, la comprensión del otro y las relaciones de poder son los tópicos que más me seducen.

24. ¿Le das vueltas a los finales?

Mucho, en algunos casos -como en La joroba de la bestia– me han llevado a cambiar al narrador para que el final se sienta contundente. En otros casos, los finales son el faro que le da dirección a mis relatos; y en otros más se vuelven una pesadilla a la que hay que explorar a través de multitud de caminos sinuosos, posibilidades, hasta que algo se acomoda y le da sentido a lo contado.

25. ¿Nunca te aburres?

Tengo dos hijos (una adolescente con una agenda muy nutrida y un pequeño que le gusta que le lea libros por las noches); mi esposa es una gran conversadora y coreógrafa de danza contemporánea, nos turnamos para la crianza; siempre que puedo frecuento a mis amigos; hay que pagar las cuentas; cocino de vez en cuando; me gusta conversar y beber café; a veces me queda tiempo para leer, escribir, escuchar música o tocar la guitarra. Antes de la pandemia andaba en bicicleta.


César Gándara.

Es narrador, guionista y dramaturgo. Originario de Guaymas, Sonora. Estudió la carrera de Letras Españolas en la Universidad Autónoma de Nuevo León, y una maestría en literatura comparada en la Universidad de Barcelona.

Autor de los libros La joroba de la bestia (Ediciones B, 2018), Sombras del vacío (Nortestación, 2014), Rebelión de los fanáticos (Terracota, 2013) Alguien tiene que perder (JUS, 2008) y Es el viento (Programa Editorial de Sonora, 2006). Ha sido publicado en varias antologías, así como en diversas revistas literarias de México, Perú y España.

Fue becario del Consejo Estatal para la Cultura y las Artes de Nuevo León, del Instituto Sonorense de Cultura, y del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes. Ha escrito muchas series de televisión, entre las que destacan Yankee (Netflix), Un extraño enemigo (Amazon), José José, el príncipe de la canción (Telemundo/Netflix) y Hasta que te conocí (BTF Media). También ha trabajado con directores como Felipe Cazals, Gabriel Ripstein y Carlos Carrera.

Sueña con dejar el trabajo y dedicarse a ver pelis, series de televisión, a la lectura y a tocar la guitarra.

Foto: vía Facebook

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