25 Instantáneas de Daniel Bencomo o Dame la luz que tiene tu mirar

Héctor Alvarado Díaz

  1. ¿Hasta dónde traicionas el original?

Si hablamos de traducción poética, es interesante que se plantee la pregunta como un posible límite. Como si la traición fuese algo que se expande. El término de traición puede dar una idea inmediata, tal vez efectiva, de la traducción, pero es por otro lado bastante injusto con la labor de mediación que llevan a cabo las y los traductores literarios. Alguna vez lo puse en términos de antifidelidad. Creo que no hay forma de no traicionar. Ocurre siempre y de manera necesaria, por ello considero mucho más fructífero plantear en otros términos la operación literaria del traducir: acercar al lector al autor o viceversa; aclimatar el poema a la lengua de llegada o hacerlo un emisario de la extrañeza desde la lengua origen. Hace poco lo planteaba en términos de una lengua que busca llegar a una lengua de llegada. Estas posibilidades son las que, en todo caso, tienen coordenadas dentro del sitio que toda traducción funda y que siempre debe vencer el estado de sitio que le impone la idea de traición. Por eso vuelve a ese dónde por el que preguntas: la traición sería, en todo caso, precisamente el lugar, el espacio dinámico del poema traducido.

  1. ¿Tienes deudas con el fisco?

No, procuro estar al pendiente y al corriente.

  1. ¿Cómo llegaste a la poesía?

Quiero pensar que buscaba amistad y, en las distintas formas que se me ha concedido relacionarme con la poesía, la he encontrado de la forma más gratificante que conozco en obras y en personas; aunque no hay en realidad una respuesta honesta ni unívoca. Llegué porque no deseaba seguir el camino laboral de la ingeniería mecánica, ni en términos téoricos –que me interesaban más– ni en los prácticos. Y en ese momento emergía para mí la lectura de poesía como la actividad muy vivificante y revulsiva. En ese claro vital que la poesía proporciona se abrió la amistad como experiencia fundamental, pues fue ahí que pude encontrar a los grandes amigos a quienes agradezco su estar en mi vida, haya sido fugaz o permanentemente. La persistencia en la escritura de poesía como se la debo en buena medida a dos de mis mentores, los escritores potosinos David Ojeda y Laura Elena González.

  1. ¿A qué hora escribes?

Cuando me resulta posible. Hecho el poema de intensidades, permite a quien lo procura muy diversas formas de disciplina, que difieren mucho –sospecho– de quienes se dedican principalmente a la prosa. A veces lo hago como parte de una disciplina, una disposición de trabajo; a veces simplemente irrumpe, en otras ocurre por acumulación y descarga.

  1. ¿Eres disciplinado?

No lo sé, dependerá desde qué perspectiva se juzgue. Pero desearía ser más disciplinado.

  1. ¿Hay poetas intraducibles?

Hay poemas y textos que en teoría lo son, porque están muy imbricados en su lengua y cultura de origen. Y aún así, muchas piezas que podrían considerarse como intraducibles han encontrado nueva vida en versiones en otros idiomas, en ocasiones un con mérito mayúsculo.

  1. ¿Reconoces tus influencias?

No las reconozco lo suficiente: mi escritura es más de otras y otros escritores que mía. Pero son legión las influencias, toda buena lectura deja trazas en la propia escritura, que al final no deja de ser una red urdida con filamentos de otras escrituras. Quiero mencionar algunas muy actuales y evidentes como gesto de agradecimiento: las de la española Olvido García Valdez, el peruano Rafael Espinosa, el ecuatoriano Juan José Rodinás y el mexicano Alejandro Tarrab. También las voces de los y las poetas a quienes he traducido con mayor dedicación marcan mi escritura: Tom Schulz, Ron Winkler, Monika Rinck, Björn Kuhligk y la gran Ingeborg Bachmann.

  1. Una palabra para las siguientes palabras.

Arma: Pregunta

Galaxias: Proliferación

Viaje: Reacomodo

Neobarroco: Hálito

Elefante: Amor

  1. ¿Cómo quieres ser leído?

Hay tantas obras tan o más interesantes que la mía, que lo único que puedo pensar es en agradecer a quien se tome el tiempo y tenga el ánimo suficiente para leer mi escritura.

  1. ¿Qué hay en el centro de tu poesía?

Trazas y testimonios de distintos devenires. En mis poemas, a partir sobre todo de hace diez años, he intentado se ofrezca una experiencia sensible y de reflexión basada sobre todo en la densidad y extrañeza verbal. Me interesa ante todo que no sean poemas funcionales, es decir, que no produzcan un efecto que apunte a producir una emoción o discurso demasiado definido; prefiero que no tengan muy claro a dónde van y que en esos términos se ofrezcan a quien los lee. Que esto en efecto acontezca no me compete a mí decirlo.

  1. ¿Te identificas con alguna generación?

No en realidad, pero sí creo que mi trabajo debe mucho a poetas mexicanos y latinoamericanos nacidos en los 70 y los 80.

  1. ¿Vanidoso?

Sí, de formas que tal vez no sean evidentes, pero siempre tangentes a lo más banal, ridículo o pernicioso que puede adquirir esa forma de autopercepción.

  1. ¿Te sientes joven creador?

Ahora solo me siento joven creador cuando leo a quienes justo ahora son realmente jóvenes creadorxs, en edad y en ímpetu. En lo personal, para decirlo con palabras que una vez escuché decir alguna vez a Luis Alberto Arellano: más que un joven creador, siento que me he convertido en una vieja amenaza.

  1. ¿Crees en la suerte?

Creo que la gran mayoría de lo que acontece a una persona escapa de su albedrío, y de ella depende llamarlo suerte, buena o mala, azar, destino, necesidad, etc..

  1. ¿Te has metido en líos con la ley?

No en líos graves de índole judicial. Pero habría que ver de qué otra clase de leyes es posible hablar y con las cuales se meta uno más frecuentemente en líos.

  1. Peor pesadilla.

Una pesadilla es cada vez el peor sueño, la peor pesadilla.

  1. ¿Tienes empatía con otras artes?

Toda la que me resulta posible, en particular el cine.

  1. ¿Has padecido el racismo?

Tengo el privilegio de no padecerlo de formas directas o violentas. Pero es algo que, como las noticias día a día lo confirman, acontece en formas puntuales, estructurales y lacera a extensas comunidades y las priva de una vida digna. En México y en tanto mexicano lo he padecido y también lo ejercido –creo que en ese punto es necesario tener autocrítica– interiorizado en formas diversas de discriminación. En Alemania, país en el que vivo actualmente, existe la amenaza latente de un nuevo ascenso de la extrema derecha y su ciega negativa a aceptar que este país es un espacio cada vez más diverso, en el que toman parte otros grupos culturales riquísimos y muy valiosos –sobre todo del sur de Europa, África, Medio Oriente– que colaboran al bienestar y aportan muchas de las experiencias más vitales y gratificantes que se pueden tener en este espacio geográfico y cultural.

  1. ¿Eres preocupón?

Sí, un poco.

  1. Cinco bandas de tu corazón.

En mi corazón hay una banda de prog o de krautrock (no puedo verlo con claridad, a veces es Genesis, a veces es Can) rumbo al desierto potosino; está la banda de pueblo en la que tocaba mi abuelo paterno, Santiago, a la que sólo pude escuchar después de su muerte, algún verano remoto, en el reflejo dorado del instrumento cuando mi padre abrió para mí el estuche que lo contenía. Está una banda magnética en la que se escuchan alternativa, mezcladamente, palabras cariñosas de mi abuela y la música de Cri-Cri. Está Interpol mientras desciendo una madrugada fría y brumosa por algún callejón de Zacatecas; está Tame Impala en vivo, adentro de una burbuja de LSD, elevándose en el cielo de una noche tapatía. 

  1. ¿Qué te parece el lenguaje inclusivo?

El lenguaje inclusivo es una posibilidad abierta, hace visibles problemas de discriminación que incuestionablemente existen; no me inquieta y no me parece ni pernicioso ni más disparatado como sí lo son otros fenómenos de índole lingüístico-política. Creo, para decirlo con los argumentos de sus detractores, que sólo su paulatino uso y aceptación general por parte de la comunidad de hablantes del idioma determinará si termina por imponerse como costumbre. Mientras eso se decide, me siento cómodo usándolo o no usándolo y no me incomoda que otrxs lo usen. Hace poco traduje al español, check your habitus, proyecto en línea con voces de escritores de lengua alemana con perfiles socioculturales muy diversos; de común acuerdo con las editoras optamos por usar formas de lenguaje inclusivo.  Por otro lado, tampoco creo que su mera adaptación vaya a solucionar la problemática que busca evidenciar. Y a eso es preciso también estar alerta.

  1. ¿Puedes sostener una conversación por horas?

Depende de las personas con las que me encuentre, de si ellas tienen la suficiente paciencia conmigo y el afecto necesario para atenderme por tanto tiempo.

  1. ¿Estás en tus poemas?

Estoy en mis poemas, por supuesto. Pero por lo regular no de una manera explícita, confesional, biográfica o experiencial. No busco que mi persona se mimetice necesariamente con la voz que dice desde y en el poema. Sigo creyendo que eso permite mostrar críticamente desde otras posiciones y efectuar despliegues intensos de lenguaje poético.

  1. ¿Llegará el tiempo de las minorías?

Espero que llegue el tiempo en que las sociedades contemporáneas estén abiertas al diálogo e integren de mucho mejor forma las demandas justas de aquellos grupos sociales y subjetividades que, en un determinado momento, se autoperciben o son percibidos dentro de una dinámica social como minorías –en México es urgentísimo que se promuevan condiciones equidad laboral y seguridad básica para las mujeres, mayoría a la que en no contadas circunstancias se le trata cual si fuese una minoría no bien vista. Eso podría acercarnos a la comprensión de que las minorías menos favorecidas en una sociedad también forman parte de una constelación mayor: una mayoría que independientemente de sus diferencias es precarizada por las elites dominantes. En lugar de estar confrontados con aquello que no conocemos, hay que acompañar con empatía lo que hay de fuerza disgresiva y transgresora en estos movimientos, en lugar de dejar que simplemente la reterritorialice el status quo capitalista y así la neutralice. Ya que los grupos sociales, entre ellos las minorías, están en constante redefinición, se trata siempre de un proceso dinámico, para el cual lo más importante sería generar, ante todo, un ethos de hospitalidad y dignidad humana ante todas las formas de diversidad y nuevas formas de subjetividad que emergen, más que una determinada posición ante una determinada minoría o perspectiva.

  1. ¿En qué estas metido?

Terminando la traducción de una antología de una poeta alemana; intento avanzar penosamente con una tesis de doctorado; cuando me resulta posible leo y escribo poesía. Corro y camino en el bosque. Persigo con un miralejos los trazos en el aire de las aves locales. Yo mismo intento localizarme: estar en el aquí del presente, de ocuparme y pensar lo que aquí ocurre. Voy en bicicleta entre un pueblo y otro. Aprendo a cocinar mejor. Vivo.

Daniel Bencomo. San Luis Potosí, 1980.

Su libro de poesía más reciente es La mutación de Lo en Lo (Cuadrivio-Secretaría de Cultura, 2018) al que preceden Espuma de Bulldog (Luzzeta Editores, 2016); Alces, Rejkyavik (Magenta Libros-Conaculta, 2014) y Lugar de Residencia (FETAA, 2010) Premio Nacional de Poesía Joven Elías Nandino. Como traductor de poesía alemana ha publicado El poema cruza un cuerpo y no saluda, de Björn Kuhligk (Taberna libraria/IZC, 2021), Últimas noticias de la zona aleatoria, de Ron Winkler (Posdata-UANL, 2018), La calma entre el cero y el uno, de Björn Kuhligk (Bonobos Editores, 2015) y Canon previo a la huida, de Tom Schulz (Cuadrivio-Dirección de Literatura SLP, 2015), además de poemas de Hugo Ball, Hans Arp, Ingeborg Bachmann, Friederike Mayröcker y distintos poetas contemporáneos. Fue becario del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (FONCA) en la categoría Jóvenes Creadores durante los periodos 2010-2011 y 2012-2013. Lleva el blog bencomodaniel.wordpress.com.

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