Años de sequía…

Horacio Cano Camacho

Estamos asistiendo atónitos a una de las consecuencias más devastadoras de la sequía, los incendios forestales en Australia. Pero es necesario saber que esta situación no es nueva ni es la primera vez que sucede, pero existe evidencia abrumadora de que el cambio climático está desempeñando un papel destacado al empeorar las condiciones de esta tragedia ambiental en todo ese territorio.

Las sequías son fenómenos “normales” y recurrentes en el mundo. Y la historia ha documentado varios de ellos por sus consecuencias ambientales profundas tanto como su costo humano tan alto, si bien, todo indica que esta última se ha prolongado más y ha ocurrido de manera simultánea en muy bastas regiones.

La imagen que siempre nos hacemos del territorio de Australia es casi siempre muy benigna: playa con surfees, mucho glamur es sus grandes ciudades y cazadores intrépidos. Pero es un continente muy basto y agreste, con un clima extremo. En estos sitios (la mayoría del territorio), la sequía, el calor y la desolación pueden empujar a los habitantes al aislamiento, el alcoholismo y la violencia. Eso es lo que nos retrata la recomendación de hoy…

Se trata del debut de Jane Harper, narradora australiana que sorprendió a todos con su muy atractiva primera novela. Años de sequía es su presentación y en español se arriesgó la editorial Black Salamandra (2017, ISBN 9788415631927) con una autora nueva y sin mayor trayectoria en el noir.

Jane Harper

Su primer libro es también la presentación del detective Aaron Falk, policía federal especializado en finanzas quien, en esta primera aventura, retorna luego de 20 años al pueblo de su infancia para el sepelio de su gran amigo de entonces y su familia.

El asunto es que los muertos lo son en una circunstancia trágica, al parecer Luke, el padre, asesinó a su esposa Karen y su pequeño hijo Billy y luego se mató. Todo apunta a un caso sencillo: un pequeño ganadero, que está agobiado por las deudas provocadas por la debacle ambiental generada por una prolongada sequía “decide” terminar con la muerte lenta de su familia. No sería extraño, Luke, como todos los habitantes de Kiewarra (pequeño pueblo de ovejeros), está rodeado de un ambiente claustrofóbico y oscuro en donde nadie se fía de nadie y el odio al prójimo es la norma. Pero como en toda buena novela negra, el mundo no es tan simple como parece.

Aaron Falk es empujado por los padres de Luke a indagar un poco más en esta historia para probar a todos que su hijo no sería capaz de tal monstruosidad. Para Falk, este caso, tomado de manera involuntaria, es un regreso de sus propios demonios. En esta historia hay un muerto más, pero este de su adolescencia: Ellie, su gran amiga, muerta en circunstancias extrañas y cuyo caso motivó una acusación injusta sobre el joven Falk lo que lo orilló a abandonar el pueblo.

Contada de una manera potente y con un desarrollo nada predecible, la novela nos atrapa desde el principio. Está narrada a dos tiempos, que parecen no seguir alguna regla y brotar en cualquier momento: el actual de la investigación del triple homicidio y flashbacks que nos llevan a comprender el peso de nuestros errores del pasado. Se puede pensar que esos fardos que todos arrastramos, en mayor o menor medida, pueden ser abandonados, deslastrados, que basta que lo deseemos, desaparecerán. Pero la novela nos demuestra que es indispensable regresar sobre nuestros pasos y enfrentarlos. Puede que Falk no sea el culpable directo de estas muertes, pero ellas lo reclaman… En este sentido, Jane Harper se acerca mucho a uno de los grandes “clásicos de la culpa”, Fiódor Dostoyevsky quién nos demuestra en Crimen y Castigo y en especial, en Los hermanos Karamasov que la culpa siempre es compartida, aunque exista un solo y directo responsable. Hijos, hermanos, amigos, siempre terminan cargando con ella…

Esta forma de narrar se vuelve todo un recurso para ir entendiendo el presente a través de pequeños actos del pasado, una forma que resulta muy atractiva y nos envuelve por completo. Es un estilo resulta de los más interesante y atrevido y terminamos por entender que no es nada casual.

¿Quién mató a la familia de Luke? ¿fue él, en un arrebato de locura a la que empuja la tragedia alrededor? ¿es posible que la explicación esté en su pasado y con ello Aaron Falk sea parte de esta tragedia? Las respuestas no son nada fáciles y la autora nos prepara un final inusitado…

La novela es oscura, y está contada de una forma directa, sin artificios. Pero va más allá de la simple historia de los crímenes. El contexto es un personaje central. La sequía se muestra como el mayor elemento de desolación, ambiental y humana. Falk va mirando como la sequía lo destruye todo, lo lanza al abandono y presagia el futuro. Por cierto, futuro que estamos mirando solo dos años después de publicado el libro y nos presenta una Australia como el anticipo de los que terminará por alcanzarnos a todos.

Hay un pasaje muy inquietante sobre la tragedia ambiental y que de alguna manera nos advierte sobre los años de sequía que están por llegar, para todos: “El enorme río se había convertido en poco más que una cicatriz polvorienta en la tierra. El lecho vacío se extendía a lo largo y ancho en todas direcciones, con sus curvas serpenteantes señalando el lugar por donde antes había fluido el agua. La grieta que los siglos habían cavado era ahora un batiburrillo de rocas y matojos. En la orilla, las raíces grises y nudosas de los árboles habían quedado expuestas como telarañas. Era espantoso…”

Luego del inusitado, aunque bien merecido éxito de Años de sequía, Harper publicó Naturaleza salvaje (2019, Black Salamandra), segundo libro de Aaron Falk y que pronto comentaremos en Bufete negro. Vengase con nosotros.

Las opiniones expresadas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor y no necesariamente representan la opinión de el-artefacto.

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