Aprender inglés con el negro más chingón de América

Caliche Caroma

En Azcapotzalco sucedió. Los habitantes de la unidad habitacional donde viven el Johny, la Tifanny, el Brayan, el Manolo y demás compañía, con sus “despectivas” familias, todos toditos, están involucrados en el secuestro de personas, venta de droga y otras calamidades del siglo XXI. Por si esto fuera poco, es época de elecciones, el partido oficial regala propaganda con la que los habitantes de este “fraccionamiento” envuelven los cadáveres que arrojan a los botes de basura: “¡Aviéntalo a la orgánica! Es el bote verde”.

Bye Bye Bird, ópera prima de José Manuel Hidalgo. El título de esta obra fue tomado de la canción de Sonny Boy Williamson que lleva el mismo nombre: “No one here can love or understand me/Oh what hard luck stories they all hand me/Make my bed and light the light, I’ll arrive late tonight/Blackbird, bye, bye”. Y a propósito del inglés, fuck you little bastard! Porque en Azcapotzalco, acá y acá, tienen al negro más chingón de toda América, toca la armónica, no le gusta usar condón y les enseñó a los muchachos el juego del “cir-culo”.

La compañía teatral Foro 4 llevó a escena Bye Bye Bird, pero su propuesta, a diferencia de la de Alejandro Ricaño, fue en monólogo y la presentaron el lunes siete de octubre (2019) en el Teatro Ocampo de la ciudad de Morelia, a las siete de la noche fue la recepción. Bajo la dirección de Sergio Camacho, el joven actor Luis López les dio vida a los personajes creados por José Manuel Hidalgo, también joven realidad de la dramaturgia mexicana. Un montaje arriesgado, con pocos elementos escenográficos, las luces juegan un papel crucial, además están los recursos de perifoneo que nos remiten a las colonias más populares de nuestro México Mágico: “Se les comunica a todos los habitantes…”  

El actor Luis López supo interpretar con destreza los diálogos crudos, sangrientos y desalmados; con la asistencia de Sergio Camacho, les dio el toque de humor negro que el dramaturgo les imprimió a sus palabras, hizo reír al público y también les compartió el miedo, el terror que se puede sufrir en este país de secuestros exprés, complicidades criminales y batallas campales en los patios compartidos. Bye Bye Bird es una obra de teatro para adolescentes y adultos, pues en ésta hay sexo, drogas, asesinatos y, lo peor, publicidad del PRI.

Si cada unidad habitacional tuviera su Bye Bye Bird, no se necesitarían clases de inglés, chavas y chavos hablarían fluidamente el idioma de las papas fritas y las hamburguesas con queso. Y sí, alguien dirá que esto no es cierto, que las hamburguesas vienen de Hamburgo y que no hay nada mejor para aprender otro idioma que irse de mojado. Puede ser, sólo que aquí la única esperanza era ese afroamericano amante del blues y el whisky, era, porque ya le metieron un tiro en medio de la frente. ¿Ahora qué hacemos con el cadáver?

Dos detalles para corregir. El primero: hay una música de fondo que no se detiene en toda la obra, incluso la escuchamos cuando aparece el perifoneo de la unidad habitacional y otros momentos en donde sólo se necesita la voz del personaje, esto le resta al esfuerzo actoral de Luis López. El segundo detalle: varias veces el actor fuma en escena, pero oh my goodness!, agarra el cigarro como si tuviera artritis o no supiera cómo se fuma, aquí se requiere trabajo de campo. Quizás, perhaps, si se mejora esto, el teatro crecerá. 

Recomendable adaptación del texto de José Manuel Hidalgo, con pocos elementos, la compañía teatral Foro 4 logra una decente adaptación de Bye Bye Bird, dramaturgia ganadora del Premio Nacional de Dramaturgia Joven “Gerardo Mancebo del Castillo” en 2016. Hidalgo también ha escrito Bajo el signo de Tespis.

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