Cientos de años

Livier Fernández Topete

Recuerda, mujer, que no solo han subestimado, ridiculizado y demonizado tu conocimiento blando nacido de la experiencia, del maternar, de la sinestesia, de la intuición desde el tercer ojo abierto en ti o desde tu sexto sentido. No solo te han arrancado ese poder y sabiduría ancestrales por considerarlos no sistemáticos, no plausibles e inciertos; históricamente, el sitio de la razón, también ha sido un lugar prohibido (real y simbólicamente) para ti, porque para la mirada masculinizante, eres tú menor, más pequeña, casi animal incapaz de pensar con autonomía, insuficiente para gobernar ciudades o países por tu volubilidad. En este mundo, hecho por hombres y para hombres, no hay cabida ni para las mujeres ni para los niños, seres incómodos pero necesarios para el servicio y la prolongación de la especie. Si el lugar de la razón no es para ti, pero tampoco el de la intuición, ni conocimiento duro ni conocimiento blando, desprovista de espacios y de sentido, caminas dando tumbos, apenas adivinando tu senda, deconstruyendo, inventando, reinventando el trayecto metódica o asistemáticamente, con o sin recursos; peleas, compites o comienzas a dialogar con otras mujeres según el contexto en el que te haya tocado crecer; vuelves a nombrarte, sigues la ruta trazada por otras combatientes, arrebatas tu lugar, sueltas la voz, sabes que quizá en cientos de años los hombres abrazarán tu ser aunque no seas tú sino otras, en cientos de años las mujeres integrarán su fuerza femenina, se conciliarán con lo masculino, los hombres reconocerán la vastedad de las mujeres, disfrutarán juntos lo que juntos puedan crear y será el principio de otra historia, una en la que serás también guionista, una digna de ser contada a niñas y niños de un orden más terso tras el caos de la disociación, la incomprensión, el desmembramiento y la gran fractura de la humanidad.   

Las opiniones expresadas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor y no necesariamente representan la opinión de el artefacto.


Imagen de portada: Ilustración de Thoka Maer

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