Cultura en Michoacán

Caliche Caroma

Estos párrafos son una mirada parcial a la cultura michoacana, esa palabra cultura que las benditas instituciones ($$$) relacionan con todo menos con el cultivo de sí mismo, verbigracia, con el espectáculo, el show (por aquello del inglés y las ingles descubiertas) y el negocio, ¡vaya confusión, Batman! Pero entendemos que la polisemia y los acuerdos por debajo de la mesa pueden ocasionar problemas en la visión, la audición y en el entendimiento en general. La cultura nos hará ricos, muy ricos, dicen los que saben de “cultura”.

Aquí no sólo se tratará (algunos dicen abordar, pero de la Stultifera Navis hablaremos después) de las secretarías, la estatal y la municipal, también nos referiremos a algunos, pocos, particulares “culturales” que le saben bien a eso de bajar recursos con la diestra y la siniestra, el presupuesto es su deporte favorito. Sólo adelantaremos que la cultura michoacana ha resultado una mina de oro para unos pocos, y esos pocos quizá no sean los más destacados en las disciplinas artísticas y la investigación de corte humanista, pero sí son talentosos en el arte de nadar de muertito y saltar de un puesto a otro, expertos en hablar con la Virgen de los Planes Transexenales.

Cambiar todo para que no cambie nada, una de las enseñanzas que Giuseppe Tomasi di Lampedusa nos legó en su libro más famoso, El Gatopardo. Y traemos a colación al escritor italiano porque ya es 2022 y en la Secretaría de Cultura de Michoacán (Secum) ha pasado de todo y no ha pasado nada. Gabriela Molina, la titular de esta dependencia del Gobierno del Estado de Michoacán, se ha caracterizado por su exagerada discreción, la misma que antes tuvo en otros puestos, paso a pasito, en silencio, estuvo en la Secretaría de Fomento Económico del desgobierno municipal de Raúl Morón, al que no le salieron las cosas como esperaba, ¡lástima, Margarito! Antes pasó por el SMRTV (instancia que hoy se ha convertido en una secta de chavorrucos que se sienten del barrio), pero a los sindicalizados no les gustó el tono de Gaby Molina y tuvo que decir adiós muy rápido; fue legisladora, directora del Instituto Michoacano de la Juventud, entre otros puestos. Por esas rutas anda la carrera política de la actual secretaria de Cultura, ¿es apta para este puesto o fue un pago de favores? Hablando claro, Molina está a la altura de sus antecesores, los cuales han brillado por no brillar.  

Pero Gabriela Molina no anda sola, como mujer empoderada trae a un equipo de mujeres experimentadas en eso de pasar de una administración a otra, y no sólo en Michoacán, la cadena de favores es nacional (aunque ya borraron información, ¿por qué?, hay que darse una vuelta por esta página https://www.nosotrxs.org/). A Molina la anunciaron como feminista en su perfil cuando Alfredito Ramírez Bedolla llegó al gobierno de Michoacán, sólo que las feministas que tienen años en la lucha no la reconocen como una de ellas, qué extraño, ¿no creen? Será bueno investigar quiénes son las que componen ese equipo que utiliza como bandera un movimiento que, la más de las veces, es vilipendiado, pero cuando se trata de ganar adeptos se integra en el CV de la oficialidad. ¿Otro logro de la cuarta transformación es transformar a sus integrantes en lo que no son? Y hablando de transformaciones, hay algunas feministas que juraron que no participarían con el gobierno (hay capturas de pantalla y toda la cosa, ¡pruebas, pruebas!) y hoy están en el equipo de Molina-Bedolla Ramírez, son funcionarias y defienden el proyecto (o el cheque) con toda su humanidad, por eso no hay que decir «de esa agua no beberé».

El pasado reciente. No es la primera vez que una mujer está a cargo de la Secum, antes estuvo Silvia Figueroa Zamudio, un personaje gris, pero letal, entre otras terribles cosas que hizo (aparte de sus estupefacientes libros), cuando era secretaria de Cultura le echó la policía a varios artistas que se manifestaban afuera de las oficinas de la Secum, en la calle Isidro Huarte (por cierto, deben la renta), los que protestaban eran más mujeres que hombres, el reclamo era por falta de pagos durante su reinado. Luego, eso de la cuota de género no necesariamente mejora las cosas para las mismas mujeres, ni para nadie. La ambición no tiene género. Figueroa Zamudio es un claro ejemplo de cómo llegan a la Secum personas que no tienen la actitud ni la aptitud, la cultura es lo último que les importa, el poder, señoras, señores y señeres, el poder es lo que importa (dinero, poder, política, la trinidad).  

Regresando al aquí y al ahora, el gobernador de las barbas grises y los trajes ajustados, Alfredo Ramírez Bedolla, anunció hace poco que cumplió 100 días de trabajo, para lo cual echó discurso y repitió eso de que “las cosas ahora sí están cambiando” (un déjà vu político, retórico y humorístico). En la página de FB de la Secum se nota el cambio, como en los tiempos de Silvano Aureoles, cuando este sitio sólo servía para compartir los contenidos del gobierno del “montaperros y asaltacunas”, pues pasa lo mismo hoy. Allí vemos la publicidad del reemplacamiento o qué tal esas fotos de sus 100 días de logros en donde Gabriela Molina, al fondo de los secretarios de alto copete, se mira como regañada. No se entiende el porqué de esto, cada dependencia tiene sus redes sociales, ¿o es que hay que cerrar filas? ¿Eres tú, PRI? Y bueno, lo importante es que Gabriela Molina ha viajado mucho, se la pasa bien, no dice mucho, pero anda promocionando el estado por la geografía nacional y el más allá, al estilo baile folklórico (con todo respeto para los folkloristas), con corundas y tamales. Lo que nos lleva a la Secretaría de Cultura de Morelia, ¡tómalas, Ponchito el de las fotos!

La Secretaría de Cultura de Morelia desde que nació ha sido más discurso que acciones. Con sueños en HD y altos vuelos sin paracaídas, no le alcanza el tiempo o no le dan sus atribuciones y gestiones, es decir, ave de glúteos pronunciados, es decir, puro pájaro nalgón. Los pretextos sobran, la realidad golpea duro y los artistas y gestores saben de qué lado masca la institución. Morelia tiene (desgraciadamente) como presidente municipal al mágico, fotogénico y panista, fanfarrias, Alfonso Martínez Alcázar, que repite y no sólo por la boca. Ponchito puso en Cultura a otra mujer, Fátima Chávez Alcaraz, quien ya había suplido al primer secretario de Cultura de Morelia, el famoso Platanito, mejor conocido como Miguel Salmón del Real. Repetición, porque siempre caemos en los mismos errores, también como sociedad hemos fallado, de hecho.

Básicamente el plan y propósito (no sólo de año nuevo) de esta secretaría municipal es convertir a Morelia en el San Miguel de Allende de Michoacán, y lo están logrando. Su proyecto, velado, pero no tanto, es el del Teatro Matamoros, que no se sabe bien quién está detrás de él (el gobierno estatal, el municipal, la iniciativa privada, seres misteriosos, ¿quién es este pokemón?), sin embargo, en la publicidad del lugar, en los agradecimientos y las fotos aparecen Fátima Chávez y Ponchito, claro, disfrazando sus intenciones de altruismo, una jugada que nunca falla, para eso sirven los enfermos y desprotegidos. Con el secuestro del supuesto teatro de la ciudad, con tres obras de largas temporadas que se resumen en malabares, música y efectos especiales, el director Santiago Cumplido le ha cumplido a sus jefes, aplausos para él, pero la verdad es que dichas obras están bien para Xcaret, ¿qué culpa tiene la historia de Michoacán? Si no fuera por el talento de los que ahí participan…

Además, la secretaría de Cultura municipal se la ha pasado en el engaño de las lucecitas, Ponchito y Fátima creen que con sus flasmob anunciados (¡los flashmob no se anuncian!), sus meados conciertos al lado de la Catedral y las inocentes colaboraciones de artistas en sus redes ya han hecho un montón por la cultura, pero se les olvida algo muy importante, la cultura no es únicamente el folklor, por eso la referencia a la Secum (secretarías hermanas, como arpías). No es de extrañarse que, desde campaña, Alfredo Ramírez ya hablaba de una posible fusión con Turismo, porque a estos funcionarios y funcionarias (¡cómo les gusta hacerle a la retórica!) lo último que les importa es el cultivo de sí mismos, como antes se dijo, lo que les interesa es el dinero, el DINERO. ¿Alguien tiene dudas acerca de esto?

Los particulares, ¿qué tesoros escondidos habrá en el corazón de los artistas independientes? ¿Se puede ser independiente dependiendo, al mismo tiempo, del presupuesto? No hay que investigar mucho para ver qué es lo que pasa. Para muestra, un botón con seis cifras. Los resultados del Profest, un apoyo federal que se les da a los festivales en México, son públicos, se pueden consultar, para quien guste (https://festivales.cultura.gob.mx/animacion-cultural/profest/).

Echando una somera mirada, el lector se dará cuenta de que hay festivales como el Festival Arte para Todos que ya lleva un par de años (o más) recibiendo 300 mil pesos para organizar un festival que está bien para una edición, pero ¿qué nos deja? ¿Tiene la repercusión social respecto al monto que se gasta? No sabemos si la calidad es la mejor, pero los públicos que asisten a sus propuestas artísticas no han dado las mejores opiniones de él, no diremos nada de la distribución del dinero, de eso se encarga el Profest. Esto nos sirve de ejemplo para enterarnos de cómo funciona este círculo vicioso, en donde funcionarios o empleados del gobierno organizan festivales, se los dan un año, y al otro también, ¿por qué? Porque saben hacer las cosas bien…

Pasa lo mismo con otros festivales y asociaciones, civiles o no, que dizque apoyan al arte y a la cultura michoacana, como el de títeres, el de música de la familia Bernal, el de cine de la familia Ramírez, los amigos del Clavijero, el de ópera, el de órgano (con su publicidad de salchicha u órgano sexual), etcétera plutocrático. Estas personas exigen sus apoyos municipales, estatales, federales, porque, según ellos, sin sus festivales, la cultura en Michoacán no es nada. Como pasa en otros ámbitos del presupuesto, sólo que aquí el título de “cultura”, según ellos, los beneficiados, los pone en otro plano, pero no hay diferencia entre estos desfalcos (legales e ilegales) y los que hace una constructora de la cual el dueño es el secretario de Gobierno, esto es un mero ejemplo sacado de la ficción (¿?). ¿Se miente en esta nota? Quizá, quizá las mentiras, el infundio, la simulación, también forman parte de la cultura en Michoacán.

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Un comentario sobre «Cultura en Michoacán»

  1. Ramona Polino

    Mujeres empododeradas jajajajajajaja, son politiqueras. Feministas jajajaja. Esas mujeres son más misoginas que dios padre, yo viví la persecución de una de ellas, esa gris, letal.

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