De la monogamia

Livier Fernández Topete

La especie humana es de las pocas que persisten en hábitos monogámicos, pero una cosa es la monogamia social y otra la monogamia sexual. La primera es la imagen proyectada socialmente sobre la vida en pareja y la segunda es a veces más un ideal o un mito que una realidad, pues es la práctica de la exclusividad de la pareja en el terreno de lo carnal.

Según algunos, la necesidad de más de una pareja sexual tiene una componente genética, quienes son proclives a la monogamia carecen del gen alelo 334, que gestiona la vasopresina, una hormona que se reproduce naturalmente con los orgasmos. También se ha dicho que una compopnente químico-cerebral influye en el asunto: quienes tienen niveles más bajos de dopamina y serotonina, son más propensos a la poligamia. Y claro, en la lista encontraremos más influencias de carácter psicológico, cultural, emocional, etc.

Conceptos como fidelidad o infidelidad están, tal vez por aberración cultural, íntimamente ligados a los de monogamia y poligamia, confudimos unos con otros.

La fidelidad o su contraria, son constructos hiper arraigados a nuestra cultura, sus orígenes parten de ideas religiosas y económicas y por ende, altamente cuestionables. Lo interesante y complejo es que estamos atravesados por estos constructos, lo conceptual y la praxis chocan seguido, dejando secuelas de incongruencia, de complejidad y en ocasiones, hasta de complicaciones existenciales. Por poner un ejemplo, en especial las mujeres, provenientes de la tradición judeocristiana y pensamiento occidental, pese al análisis, reflexión y apertura sobre el tema, llegamos fácilmente a la culpa, sentimiento que además de inútil resulta muy incómodo.

La monogamia o el acuerdo poligámico como régimen de una pareja, es una cuestión compleja y sólo de dos, la carga moral tejida alrededor de la pequeña red resulta risible y a veces síntoma de envidia. Hay acuerdos tácitos e implícitos, nombrar confiere peso y en este tema, quizá, angustia ¿Habrá algo de perverso en explicitar un acuerdo poligámico con la pareja? ¿Será engaño el permiso sobre el propio cuerpo? ¿Será un experimento que ponga en riesgo la estabilidad de la pareja? ¿Podemos escindir lo sexual del proyecto amoroso? ¿Podemos sustraernos del discurso dominante en el universo de lo íntimo?.


Imagen de portada: Pareja apoyada en almohadas, Toulouse-Lautrec.


Las opiniones expresadas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor y no necesariamente representan la opinión de el-artefacto.

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Un comentario sobre «De la monogamia»

  1. S

    Y la siguiente (¿o misma?) pregunta es si la intimidad emocional y/o mental tiene que manifestarse con la misma persona que la intimidad sexual. Que en mi opinión también es un constructo bastante arbitrario….

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