Del miedo

Livier Fernández Topete

El miedo es, considerando un mix de referentes (La enciclopedia de la psicología de Farré Martí y Lasheras Pérez; la RAE y otros diccionarios) una sensación o conjunto de sensaciones desagradables que se desencadenan tras la percepción de una amenaza en el entorno. Las reacciones emocional y fisiológica pueden ser las mismas que suceden a la angustia, la diferencia entre ambos es que el miedo se relaciona con un objeto específico, mientras que la angustia puede ser más difusa en torno a su desencadenante.

Quien siente miedo, advierte una amenaza o daño, sea real o imaginario, entra en un estado de alerta a nivel corporal y puede fundirse este temor con la angustia por la presencia (real o imaginaria) de algún peligro.

El miedo brota de una fuente dividida en dos chorros: el del miedo a la muerte y el del miedo a la vida. El que tiene miedo, sea cual sea su recelo, en el fondo, le teme o a la muerte o a la vida.

El miedo es necesario para la supervivencia, ha mantenido en este planeta a nuestra especie, es un llamado de atención ante el peligro inminente, un ruido y un hervor precisos para salvarnos; pero el problema del ser humano siempre ha sido hallar el justo medio, si se le pasa la mano y la fantasía domina la mente, entonces el miedo se vuelve innecesario y tortuoso.

Por lo general, el miedo frente a un estímulo amenazante y real, proviene de la cascada del miedo a la muerte; es probable que muchos de los miedos frente a amenazas imaginarias, manen del chorro del miedo a la vida; el miedo excesivo, aunque fuera a algo real, también podría venir del mismo venero.

El miedo a la muerte, condición humana por excelencia, si es presencia que impide el flujo de lo cotidiano, quizá sea miedo a la vida. El primero es un miedo que generalmente salva, sobre todo si se trata de un peligro real, el segundo es un miedo que todo lo atropella, comenzando por el sí mismo.

Temerle a la vida es paralizarse, congelarse, ser torpe y entorpecer por cargar el peso de los miedos que lleva en la espalda el que por más que se le presenten otras miradas, otros paisajes, otros discursos, necea con el miedo en los ojos, en la sangre y en un corazón que a fuerza de opresiones, parece no latir aunque suplica el ritmo natural del palpitar allá en el centro de eso que llamamos yo, necea con el miedo en los ojos, nubla lo que ve, apaga la chispa, mas el órgano estrujado contiene su canto, relámpago obstruido en espera esperanzada de emancipación.

No. 6 de la serie Huacayñan de Oswaldo Guayasamín

Las opiniones expresadas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor y no necesariamente representan la opinión de el-artefacto.

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