El caso Hartung

Horacio Cano Camacho

Hoy quiero recomendar una serie de televisión de reciente estreno. Es sobre un libro que reseñamos en el inicio de nuestra colaboración en esta columna. Se trata de la adaptación de El caso Hartung, que recientemente Netflix estrenó en forma simultanea en todo el mundo, basada en la primera novela del productor y guionista de televisión, el danés Søren Sveistrup.

Este autor tiene una experiencia amplia como guionista de series y películas del género negro. Lo conocimos por la serie danesa Forbrydelsen, con gran éxito de público y crítica. Debido a esto se realizó una versión en la televisión norteamericana llamada The Killing que a pesar de su aceptación rotunda fuera de EUA, fue un sonado fracaso comercial en ese país y por ello fue retirada de manera más o menos escandalosa antes de concluir. La fama de nuestro autor se consolidó con la adaptación de El muñeco de nieve, basada en el séptimo libro de la serie ya clásica sobre Harry Hole, personaje central de Jo Nesbø.

Søren Sveistrup

El fracaso del remake The Killing se debe, según todos los indicios a que el personaje central era una mujer, la impresionante Sarah Lund (esto fue en 2011, y ya por fortuna muchas cosas se han movido desde entonces) y en ese momento esto no gusto a los gringos: Una mujer se enfrenta a muchas más cosas que los hombres dice Søren Sveistrup, no solo debe demostrar de formas más contundente sus capacidades, mismas que serán retadas por el solo hecho de ser mujer, “…sino también a una sociedad construida para tenerlas en casa de adorno o como trabajadoras no asalariadas. Para que se les acepte de la misma manera que se acepta a los hombres, deben trabajar mucho más”. explicación de que no gustara en EUA es que en el “estilo nórdico” hay una clara vinculación entre crímenes y política, crímenes y poder económico y no un simple enfrentamiento maniqueo de buenos contra malos.

En El caso Hartung vuelve a esta idea. Su personaje central es Naia Thulin, policía muy inteligente y dura que se enfrenta al más machista de los mundos posibles: la investigación policíaca. Naia Thulin es una mujer joven, madre soltera, que tiene muy claro su modelo de familia y sabe exactamente lo que quiere y como lo quiere y eso a buena parte de la sociedad no le gusta…

La trama es por supuesto, la misma que en la novela: Rosa Hartung vuelve a su trabajo como ministra de asuntos sociales del gobierno danés después de un año de ausencia, al haber pasado por la desaparición de su hija de 12 años. Linus Berger, un joven que sufre de una enfermedad mental, confesó haber matado a la chica, pero es incapaz de recordar donde enterró las partes del cadáver, que fue desmembrado. Pronto se intuye una correlación muy compleja entre el caso de la hija de la ministra y una serie de asesinatos sangrientos de madres solteras…

El mismo día que Rosa vuelve al parlamento, se encuentra el cadáver de una joven que ha sido brutalmente asesinada en su casa, en un suburbio de Copenhague. Hay claras evidencias de que ha sido torturada. Naia Thulin, junto a Mark Hess, inspector que acaba de ser suspendido de una comisión en Europol por “rebelde”, descubren en el lugar del crimen una figurilla humana hecha con castañas y la huella digital de la niña desparecida y declarada muerta un año antes. El libro se llama El hombre de las castañas, en el original en danés…

A partir de aquí Thulin y Hess se enfrentan a un caso muy complejo que cruza los intereses políticos con un proceso de degradación del estado de bienestar y que se expresa en la desatención de las mujeres en situación de desamparo y de sus hijos. Descubrir al asesino o asesinos es exponer el fracaso de la política social del país y eso hace más tortuoso el camino de los inspectores.

No les cuento más. Es una historia muy poderosa y sin concesiones, que nos muestra un lado brutal de la realidad de las sociedades del bienestar que no solemos mirar, pero que están allí. Es una serie destacada visualmente sin caer en los efectos visuales gringos, con un ritmo y una estética inquietante. Tal vez donde -los que leímos el libro- podemos tener ciertas reticencias con la serie televisiva es en la profundidad. El libro nos confronta no solo con los crímenes atroces, sino con el machismo en cada punto del camino. Thulin se topa con expresiones a veces descaradas, a veces sutiles, de actitudes que impiden su trabajo y van agravando el caso. Estos micromachismos son mostrados con mucha atención hasta que nos percatamos de lo odioso y hostigador de muchas de nuestras conductas cotidianas. La historia tiene elementos muy desgarradores, junto con una investigación muy detallada que cuida los diálogos, las reflexiones, los ambientes y las actitudes.

En la pantalla, esta profundidad se pierde un poco. Las necesidades de adaptación hacen muy complejo trasladar mecánicamente estos detalles, que no son discursos sino actitudes, miradas, comentarios al paso. Tal vez Søren Sveistrup, también guionista de la serie pensó en que fundamentalmente la audiencia inicial se compondría de los lectores de la novela (por el éxito conseguido) o que la serie los empujaría a entrarle al libro, llenando esos vacíos que una miniserie de seis capítulos difícilmente podría explorar con tanto detalle.

Podemos notar vasos comunicantes con The Killing, además de que su protagonista es una mujer a la que le han endilgado un compañero hombre para intentar controlarla. Pero el libro va más allá, así que luego de ver el programa, le recomiendo ampliamente pasar al libro.

No obstante, este “defecto” que señalo, la serie (como el libro) nos llevan a meditar sobre lo que ya parece una degradación lenta, pero permanente de la vida de las sociedades alguna vez ejemplares, del norte de Europa, tal como la novela negra escandinava lo ha venido vaticinando… Creo que la serie cumple con creces y nos va llevando de la mano por un camino de desasosiego que va creciendo conforme pasan los minutos, señal del oficio del guionista y el director. Véala, seguro le resultará muy interesante y contrastante con sus pares gringas.

Las opiniones expresadas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor y no necesariamente representan la opinión de el-artefacto.

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