Entre Eduardo Solís, Memo Portillo y un cuásar desnudo

Caliche Caroma

Este primero de julio de 2022 se reestrena Cuásar, obra de Eduardo Solís Marín que pasó de ser electroacústica a convertirse en un concierto para saxofón barítono y orquesta, esfuerzo gigantesco que se podrá escuchar en el Teatro Ocampo, en el Centro Histórico de Morelia, Michoacán, el viernes a las 20:30 horas, dentro del programa denominado Sonidos del Conservatorio de las Rosas: Concierto en homenaje al Maestro José de Jesús Carreño.

Guillermo Portillo Hofmann será el encargado de sonar el saxofón barítono en Cuásar, pero esta dupla, Solís y Portillo, no es nueva, han sido ya varias ocasiones en las que los dos artistas han colaborado, amigos y compañeros creativos. Será la Orquesta Sinfónica de Michoacán (Osidem) la encargada de darle vida a esta obra, en la Osidem Guillermo Portillo es el flautista principal, pero su trabajo como saxofonista es por todos reconocido, verbigracia, su participación en la Banda Elástica.

Respecto al primer aniversario luctuoso de José de Jesús Carreño y la relación con Cuásar, Eduardo Solís compartió con el-artefacto lo siguiente: “La primera vez se tocó en 2018 en un homenaje al maestro Jesús Carreño por sus 92 años, esto sucedió en la Sala Niños Cantores del Conservatorio de las Rosas, y estuvo dedicada a él. Tocó Guillermo Portillo el saxofón barítono y se acompañó por un sistema de sonido 4.1, cuatro bocinas y un buffer”.

Guillermo Portillo Hofmann / Foto: Wendy Rufino

Continúa Eduardo Solís: “Cuásar está planteada a partir de un experimento con números áureos, que en esta capacidad de contención desbordan el sonido que hacen que surja el cuásar. Es una teoría de los números llevada a la escena, con la estética de la disonancia. Ahora se reestrena en esta versión sinfónica, a partir del deseo de mi amigo Guillermo Portillo, que propuso se montara para orquesta, se dio una retroalimentación, el diálogo. Se dio. En sí, una decisión toral, ya que implicó una traducción de sistemas de un código a otro. Estoy muy satisfecho con el resultado y con la dirección de Román Revueltas Retes y, lo subrayo, por la propuesta de Memo”.

También entrevistado, nadie se salva, Guillermo Portillo nos habló sobre Cuásar y el desafío que esta obra le significa: “Todas las obras son un reto, y esto es lo apasionante con la música. Hace dos semanas estaba en chinga con Serguéi Rajmáninov, y ahora ando en friega con Lalo Solís. Todo el tiempo estudiando, viendo la música para llegar con el máximo conocimiento al concierto. Estudio la partitura no sólo para conocer las notas y para orejear las otras partes de la orquesta, sino para saber qué intención tiene esta obra, la intención es lo más importante. Es ésta la labor del intérprete, hay que tratar de empaparse completamente de lo que uno va a tocar”.

Eduardo Solís: “En 2018 muere Stephen Hawking y yo, aficionado de la divulgación científica y de los libros de este astrofísico, emprendí un programa a través de los números y la deducción de figuras que se expanden y se contraen, todo esto con una aritmética básica, muy elemental, y así formé la obra. Una de las sorpresas cuando escuchas Cuásar es que se forma un torbellino, parecía que no tenía sentido así, lo que hice fue humanizarla, crear ciertas estaciones que es donde Memo fluye. El cuásar es como un ser gigante, despedazado, donde la gravedad está en los graves, apareciendo, en glissandos y trémulos muy difíciles de lograr. La participación con Memo ha sido muy importante, él es muy transparente y me ha dicho lo que es y lo que no es, y eso me favoreció mucho como escritor de la obra”.

Eduardo Solís / Foto: Wendy Rufino

Eduardo Solís: “Como te dije antes, se plantea Cuásar en 2018. Un día de esos en el Conservatorio de las Rosas, una maestra amiga mía me dijo que el maestro Carreño andaba decaído, triste, por lo que decidimos hacerle un homenaje. Acaba de entrar de director Raúl Olmos. Les dediqué Cuásar a don José de Jesús Carreño y a don Stephen Hawking. Debo decir que yo fui alumno de Carreño en los años 80 y en las últimas veces, cuando hablamos de música, ya estábamos desfasados, en el buen sentido artístico de esta palabra. Llegó a pasar que algún momento me corrió de sus clases, me dijo que yo ya había perdido el hilo y le respondí que él hizo lo mismo con su maestro, cambió, dejó de ser el alumno. Le dediqué esta obra, una de las más experimentales que he hecho, abstracta, pura, como él mismo. Es una traducción del conocimiento y de la luminosidad de un ser que sigue aquí presente entre nosotros”.

Guillermo Portillo sobre el público y su reacción: “Mira, ya de entrada la gente sabe que es música contemporánea y que esta pieza se llama Cuásar, esto debe ser una advertencia de lo que escuchará, para mí lo es. En varias partes donde hay cadencias improvisadas es donde quiero reproducir el cuásar, porque según yo he visto cuásares, esas estrellitas que mutan de color, rojo, verde, amarillo… así se ven. Un poco eso de allá, lo lejano, cómo surge eso que nos inquieta; intento crear en esas cadencias una atmósfera fuera de este mundo, en el sentido de que no nos pertenece, nada nos pertenece. Bueno, nos pertenece, pero sólo en lo que Hawking nos ha dado en sus libros. Yo también soy aficionado a la divulgación científica, aunque a veces se me olvida gran parte, es muy sugestiva esta lectura para imaginar, aunque cuesta entender y retener el 100 % de lo que ahí se lee. Esto mismo pasa con la música contemporánea, y más porque como tiene poca difusión, los académicos tenemos suerte de que aún se mantiene esta consideración de que algo importamos, valemos. Finalmente escuchar Mozart es igual de difícil que lo contemporáneo, tú lo escuchas y el tiempo pasa y te das cuenta de que ya no estás escuchando. Si lo vemos más allá de los conciertos en vivo, que son actos sociales, la gente va y se toma la foto y hasta opina, es muy poca la difusión que la música tiene, por lo tanto, la atención e introspección respecto a la música es poca. Habrá a quien sí les guste, pero lo que digo es que los vasos comunicantes son pocos. Propongamos estos retos más seguido, tanto para la Osidem como para el público”.

 Y por último Lalo Solís: “Están invitados a escuchar a este ser que nace y renace y que se llama Cuásar, el cual intenta desbordar algo en la escena de nuestros días, en esta partitura que leemos cuando nos levantarnos, esta obra quiere ser ese pequeño objeto que se le olvidó a un bemol o a un sostenido una tarde de julio de 2022”.

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