Gabriela Cázares: no hay justicia en la miseria   

Caliche Caroma

La cita fue en un tugurio céntrico, el Cactux, a las cuatro de la tarde. Gabriela Cázares Blanco aún estaba en sesión a esa hora, pero nos avisó que “ya mero, ya casi”. Diputada en la LXXV Legislatura de Michoacán, poeta, madre y mujer convencida de que las cosas tienen que cambiar para mejorar, en el trayecto anda y no se quita, brechas van, brechas vienen. Llega bella ella, vestido negro, aún no ha comido. En el ínterin comida-entrevista, las fotografías. Estas son sus palabras, habla de ella misma, de las batallas y de los oasis, de su existencia que florece, la edad no se dice, pero para qué quieren saber eso:  

¿Quién soy? Soy Gabriela Cazares Blanco, nací en Uruapan, Michoacán, estudié la licenciatura en filosofía en la Facultad de “Filosofía Samuel Ramos Magaña” de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo (UMSNH). Hice una maestría en filosofía en la Universidad de Querétaro y también soy licenciada en educación prescolar.

Durante muchos años me dediqué a la docencia, principalmente a nivel preparatoria y licenciatura, también trabajé en una editorial en el área de capacitación; tuve una escuela de prescolar y maternal durante 10 años, ahí, además, teníamos actividades de sala de lectura, deportes, artes gráficas, danza para niños de todas las edades…

Siempre me ha gustado el arte, escribo un poco de poesía, ensayo y prosa de esa que suele molestar a las santas conciencias de algunos (risas). Me han publicado mis poemas en varias antologías de Michoacán y de otros estados, en periódicos de Uruapan, Apatzingán, Guanajuato, en algunas revistas impresas y digitales.

Durante muchos años participé también en colectivos de promoción del arte y de la cultura, porque para mí el arte es otra forma de conocer y de transformar el mundo, el arte nos transforma desde adentro, nos humaniza, nos libera y se convierte en un arma más para luchar contra todo aquello que nos encadena, contra la injusticia y el abuso de poder, contra la violencia en todas sus formas.

¿Arte o política? ¡Arte y política, ésa es la combinación perfecta! Yo estuve muchos años en la trinchera del activismo, me había negado a participar en la política partidista porque veía mucha incongruencia. Sin embargo, decidí entrar cuando me di cuenta de que, quienes pensamos distinto, necesitamos también estar en estos espacios donde se pueden tomar decisiones.

Ya no basta con quejarnos de quienes nos gobiernan, debemos hacer algo más, cada una desde su propia trinchera, y yo he decidido hacerlo desde este espacio (diputación). No para buscar un beneficio personal, no por el reconocimiento ni por el aplauso, yo tengo la intención de trabajar como siempre he creído que deberían trabajar los diputados, con el pueblo y por el pueblo porque soy pueblo también. Sé que este parece un discurso muy trillado, que lo han manoseado mucho y muchas veces con intereses mezquinos, pero tengo el firme propósito de no hacer lo mismo que durante años critiqué y denuncié como ciudadana.

Sé que no es fácil, pero no pretendo ser una diputada que sólo venga a levantar la mano y a quedar bien con todo mundo. Habrá temas difíciles y polémicos, temas a los que pocos le quieren entrar porque están calculando el costo político y lo bien o mal que eso les hace ver, antes que considerar si son, o no, temas importantes para la sociedad, si tienen que ver con los derechos humanos y deben ser atendidos, aunque sean impopulares, aunque no nos gusten ni estemos de acuerdo, hay que entrarle. Arte para despertar y sacudir conciencias. Política para luchar por la defensa de los derechos humanos. Arte y poesía para ambas cosas.

Mujeres en la política. Las mujeres hemos luchado mucho para poder estar en un cargo público, quiénes estamos aquí tenemos un gran compromiso con la sociedad entera, pero en especial con las mujeres, no podemos ser tibias ni seguir la agenda machista que nos excluye y nos limita perpetuando los techos de cristal que nos impiden avanzar. Tenemos que hacer un frente común contra la violencia de género, la discriminación y la injusticia porque sólo así podremos abrir espacios para otras mujeres e incidir en las políticas públicas para garantizar el bienestar para todas y para todos.

Muchas mujeres lucharon y dieron su propia vida para que pudiéramos estar en estos espacios, para votar y ser votadas, para estudiar, para decidir y la lucha aún no acaba porque, aunque existen leyes que buscan erradicar la desigualdad entre hombres y mujeres, en la práctica seguimos viviendo condiciones desiguales, seguimos padeciendo violencia de todo tipo: violencia machista, patriarcal, violencia que busca mantenernos subordinadas. Aún falta mucho por hacer y somos las mujeres quienes podemos lograr el cambio.

¿Puede la poesía ser política? La poesía, como cualquier otra expresión artística, es un acto político, expresa lo que somos, lo que pensamos y nuestra forma de estar en el mundo. Usemos la poesía como un arma más contra la injusticia y la desigualdad. ¿Sueños? Mi sueño es seguir siendo yo, con eso me conformo. En un mundo tan falso, sólo eso quiero, seguir siendo yo y seguir haciendo lo que dicte mi conciencia.

Mujer. Qué pienso de la palabra «mujer», pienso que se ha usado muchas veces para justificar posturas patriarcales, cuando se habla de las mujeres hay quien lo hace en tono rosita, con florecitas, quieren «protegernos», pero muchas veces lo hacen porque nos consideran su propiedad y no porque somos seres humanos. Se dice «mujer» y se piensa muchas veces en un ser débil e indefenso, si bien nos va, porque algun@s aún nos ven como si fuéramos inferiores intelectualmente y por ello requiriéramos la tutela de un hombre.

El feminismo surge precisamente del reconocimiento de esa desigualdad y de la lucha por ser reconocidas como iguales en derechos y en capacidades. El feminismo no es el odio a los hombres, es la lucha por el reconocimiento, el respeto a nuestros derechos como mujeres y el acceso a la libre autodeterminación.

Y en este punto quiero aclarar que como feminista no odio a los hombres, reconozco que hay muchos que han comprendido nuestra lucha y que se han convertido en aliados en esta batalla contra la injusticia; pero aún hay muchos que creen que somos exageradas, dicen que «no aguantamos nada», que no podemos ni sabemos de muchas cosas, todavía hay bastantes en quienes el adoctrinamiento patriarcal sigue bien instalado.

Vida, un concepto complejo; un ser vivo no se resume en una célula o un pedazo de tejido, no es ni siquiera el que respira porque hay muchas personas que respiran y se mueven, pero sufren por distintas causas y son tan infelices que difícilmente podríamos llamar a eso vida.

Para mí la vida es la posibilidad de hacer lo que me gusta, de resolver o intentar resolver lo que no me gusta, la vida está en esos retos que enfrento a diario para crecer como persona, para ayudar a crecer a mis hijos, para aportar un granito de arena a este mundo y todo lo que me rodea. Cuando se acaben los retos, las ganas o las fuerzas para hacer, decir y pensar, entonces la vida habrá llegado a su final.

La juventud no es el futuro, es el presente. Basta con voltear a ver los grandes movimientos sociales de los últimos años, han sido los jóvenes quienes los han encabezado, y principalmente las jóvenes mujeres. Por eso me gustaría que México fuera un país donde se reconocieran plenamente los derechos de las mujeres, un país proderechos que proteja a los grupos vulnerables y que haga lo necesario para ir reduciendo las desigualdades, donde todas y todos tengamos acceso a las mismas oportunidades. Un país donde podamos salir a la calle sin miedo, donde todos tengamos lo necesario para vivir dignamente, porque no hay paz donde no hay justicia, y no hay justicia en la miseria.


Fotografías: Wendy Rufino





Caliche Caroma

Escritor putrefacto que deja el alma en cada tecla, a veces es grasa esa alma. Ganador dos veces consecutivas del premio «Mejor dedícate a otra cosa». En su casa lo conocen como Panchito porque baila el cha cha cha. Quiere adelgazar, pero no puede.

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