Grafitis feministas: cuando los muros gritan

Wendy Rufino

Del grafiti como protesta resalta con gran fuerza el feminista, se plasma en morado, rosa, verde y negro en las paredes de la ciudad que grita su lucha contra el patriarcado, por la autonomía de su cuerpo y denunciando la violencia de género. En un país donde 10 mujeres son asesinadas al día, el grafiti feminista se constituye en un discurso político que se apropia del espacio público para adquirir presencia, visibilidad y denuncia; el mensaje es claro, directo y rápido: «Aborto libre», «no hay nada más punk que ser mujer», «insurrección», «pelea como mujer», «vivas nos queremos», entre otros.

En el paisaje urbano es común ver mensajes escritos con aerosol en edificios, portones, muros, casas abandonadas, vagones de tren, mobiliario urbano; los conocemos como grafitis, del que se derivan las tags o firmas, iconos, personajes, trhow up o bombas, letras grandes de trazos rápidos, wild style o de carácter geométrico complejo, junto a stickers, stenciles y carteles con grabados.

Estas expresiones urbanas, aunque suelen ser consideradas actos vandálicos al producirse en la clandestinidad y sobre edificaciones históricas o monumentos, también forman parte la configuración de la memoria a través de un diálogo trasgresor entre los habitantes de cada ciudad y las autoras de los grafitis.

En 1982 se publicó Off the wall, un libro de pintas feministas en baños públicos, estaciones, metros, que recogían la rabia y la historia de la lucha política de la mujer por su liberación con frases como «The future is female”, «Is there life after marriage», etc.


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