Juanga: cumpleaños y recuerdos

Caliche Caroma

El siete de enero se celebró el cumpleaños de Alberto Aguilera, michoacano que es mundialmente conocido como Juan Gabriel, si estuviera vivo habría llegado a los setenta años (este texto es de 2020), pero la muerte lo visitó el 28 de agosto de 2016, hace cuatro inviernos que terminó una carrera de éxitos, escándalos y hermosas canciones que cantan casi todos en la borrachera y/o tristeza: “Aunque malgastes el tiempo sin mi cariño/Y aunque no quieras este amor que yo te ofrezco”.  

Visité su pueblo natal, Parácuaro, para el primer aniversario luctuoso en 2017, ahí me encontré con un comité que llevaba por nombre “Vuelve a casa Alberto Aguilera”, que era dirigido por Juan Antonio Carrillo Reyna, encargado en ese momento de los festejos en honor al también conocido como el Divo de Juárez. ¿Cómo que Divo de Juárez, qué no era de Parácuaro? Justo esta polémica fue la que llevó a los seguidores y coterráneos de Juanga a crear dicho comité para que las cenizas del artista visitaran su terruño, hasta el momento no se ha logrado que los restos del autor del Noa Noa lleguen a Michoacán.

En esa visita de 2017, Querida, pude entrevistar a muchas personas que conocieron a Juan Gabriel, gente que convivió con el niño, el joven y el adulto. Me hospedé en la casa de Don Trinidad, 27 y 28 de agosto, este señor en silla de ruedas desempolvó un álbum y me mostró fotografías inéditas de Alberto Aguilera Valadez: «Él vino a comer varias veces a La Fondita (así se llamaba el restaurante familiar), él le decía a mi mamá, Mija, ¿cómo estás?, yo nada más lo veía ahí, claro que sí me gusta su música, por eso guardo estos recuerdos».

Música por todas partes, es el recuerdo que tengo, Así fue, las canciones de Juan Gabriel en cada esquina de este pueblo que pertenece al municipio de Antúnez, la desviación está antes de llegar a Apatzingán, a mano derecha, el visitante verá enseguida la fotografía del cantante, ya deslavada por el sol abrasador que madura las papayas y limones, no se puede dejar de visitar el rancho Juangacuaro. Parácuaro tiene una laguna en la que seguramente nadó Alberto, son apenas unas cuadras para llegar a la plaza en donde la estatua canta: Soy honesta con él y contigo/A él lo quiero y a ti te he olvidado/Si tú quieres seremos amigos/Yo te ayudo a olvidar el pasado”.

Y a propósito de los lugares visitables, en la paletería “Acapulco”, al lado de la presidencia municipal de Parácuaro, se recuerda al Divo con cariño, sus dueños cuentan anécdotas de cuando Juan Gabriel les enseñó música a sus hijas, dos hermosas mujeres que estudian en Morelia, ellas aprendieron algo de guitarra y canto con el mejor. Alegres, entre aguas de arroz y nieves de queso con zarzamora, los paleteros recibieron el periódico con el reportaje que les entregué un año después, 2018: “Gracias, mira vieja, aquí salimos nosotros”.

En la calle Juan Gabriel, porque hay una calle que se llama así, hasta el fondo, se puede visitar la casa en donde nació Alberto Aguilera, una placa de bronce en la fachada y algunas flores anuncian al distraído que ha llegado al punto; los que habitan actualmente esa casa no tienen ninguna relación familiar con él, igual se emocionan cuando las preguntas surgen y los reporteros llegan a indagar. Uno de los vecinos, señor de ochenta y tantos años con lentes oscuros, que no quiso dar su nombre por razones desconocidas, cuenta que: “Yo lo conocí de chamaco, era un mocoso que se paraba en la puerta de mi casa, mi mamá preparaba la mejor comida del pueblo y él venía a probarla, luego se hizo famoso y regresó a visitarnos, arregló la plaza, calles, ayudó bastante a su gente”.

Juan Gabriel es recordado por muchas cosas, incluso se han escrito libros a modo de hagiografía, la vida de un santo que usaba lentejuelas y cantaba como los ángeles tequileros, quizá no sea totalmente cierto su absoluta bondad, sin embargo, demostró ser un buen tipo en los momentos difíciles, como cuando tuvo su dotación de agandalle y respondió de la mejor manera. Durante una gira en Venezuela en 1991, el equipo e instrumentos de sus músicos fueron robados, pero él lo tomó con humor y les compuso una canción a los ladrones pidiendo que regresaran lo sustraído, él los perdonaría si hacían lo correcto:

Juan Gabriel no ha podido descansar ni estando muerto, los rumores sobre su posible regreso del más allá se desataron recién se anunció su deceso, voces como la de su abogado y supuesto amante han dicho que él está vivo y pronto volverá a reclamar lo que es suyo, vaya usted a saber. Su herencia, los hijos, las disqueras, muy poca importancia tiene esto, lo que vale y quedará son los temas que seguiremos cantando más allá de los géneros pedorros y los machismos charros, porque: “Cuando tú estás conmigo es cuando yo digo/Que valió la pena todo, todo lo que yo he sufrido”.

Salud, querido Juanga.

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