La chica salvaje

Horacio Cano Camacho

Tenemos la idea que, para escribir, hay que comenzar temprano. No los sé, pero al menos es la impresión que nos hacemos. García Márquez comenzó a los 28, Juan Rulfo tenia 38 cuando publicó Pedro Páramo. Hay casos excepcionales, José Agustín publicó La Tumba a los 20 años, pero escribía desde los 14… La verdad resulta un asunto peregrino, José Saramago comenzó a los 60 años, Julio Cortázar a los 32. No hay una edad para comenzar, la mayoría de los y las escritoras tienen experiencias previas cercanas al periodismo, la edición, la divulgación o diversas formas de trabajo escrito. El “éxito”, es decir, la publicación formal de alguna obra les llega en algún momento, más temprano a más tarde.

Este inicio extraño es porque muchas ocasiones lo que se destaca de algún escritor es la edad en que publicó. Así ha sido con Pierre Lemaitre que diversos foros destacan por la “edad tardía” para su primera novela (56), de Raymond Chandler (45), de Ian Manook (64). Delia Owens, la autora que ahora recomiendo, comenzó lanzando su primer y fenomenal éxito a la edad de 70 años…

Pero Delia, como todos los demás no era ajena al mundillo de la escritura. Es zoóloga y etóloga de profesión y ya ha publicado tres libros de éxito sobre divulgación acerca de la vida silvestre y ha publicado diversos artículos científicos en revistas tan importantes como Nature. Aquí hay un paralelismo con Fred Vargas, arqueozoologa y renombrada especialista en la edad media y su cauda de enfermedades. De manera que puede resultar un tanto extraño que una bióloga se mude a la novela negra. Su primer libro, y espero que rápido llegue el siguiente, es La chica salvaje, editado en español por Ático de los libros (Barcelona, 2019. ISBN 9788417743383).

El libro fue publicado en el 2018 con el titulo original de “Donde cantan los cangrejos” (Where the crawdads sings) y se convirtió en un éxito de ventas de forma inmediata. Es hasta ahora, el libro más vendido del 2019, con cerca de 4 millones de libros vendidos solo en los EUA, edamés de la pelea por los derechos de televisión y cine. Todo un fenómeno…

La novela centra su historia en las marismas de Carolina del Norte. Una marisma es un terreno pantanoso situado por debajo del nivel del mar y que ha sido invadido por el agua del mar que al mezclarse con el agua dulce produce agua salobre. En este espacio se desarrolla la historia de Kya Clark…

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Kya tiene apenas siete años cuando es abandonada por su madre y poco después por sus hermanos, quienes huyen de un padre violento y abusivo. Kya queda en la soledad con un padre alcoholico, quien también le abandona al poco tiempo. Queda sola y aislada en las marismas de Barkley Cove, un pueblo pequeño de pescadores de Carolina.

Kya sobrevive gracias a su capacidad y conocimiento del mundo que le rodea y con el apoyo de unas pocas personas, marginales como ella.

La naturaleza se convierte en su unica acompañante y su mejor maestra en un medio donde la sobrevivencia es una virtud de quienes luchan y aprenden. La gente del pueblo, a pesar de conocer su historia, la rechaza por prejuicios clasistas y raciales y contribuye a su aislamiento. No es casual. Las marismas son terrenos “fértiles” para los marginales. Su abandono, por ser considerados terrenos “improductivos”, impulsa a los rechazados, los que huyen de algo, a buscar refugio en este espacio que se convierte en mundo para la sobrevivencia, a cualquier precio.

La novela va narrando el crecimiento de Kya y su vínculo con la naturaleza, mientras paralelamente nos narra el descubrimiento del cádaver de un joven -este sí- respetado en el pueblo. Un hecho rapidamente atribuido a la chica salvaje, que de esta manera deberá enfrentarse, ahora sola, a un medio probablemente más agresivo que la marisma, lleno de prejuicios y violencia. De manera que nos sumerjimos en dos historias que van convergiendo, el crecimeinto de Kya y el misterio del crímen.

La chica salvaje es un canto a la naturaleza. Una defensa apasionada de un medio que nos afanamos en destruir. Kya nos lo va mostrando en toda su complejidad y diversidad y nos hace amarlo y respetarlo. Es una novela preciosa y mediante una historia conmovedora nos va planteando la interrogante ¿qué es más salvaje, la naturaleza o la sociedad que no la comprende? Al mismo tiempo es una novela criminal con giros sorprendentes que nos dejan boquiabiertos.

Delia Owens es una naturalista y a cada página  se hace patente su conocimiento del medio y la preocupación por su destino. Pero lo hace de una manera muy sútil y emotiva, casi como un texto de divulgación científica. Y como buena narradora, nos atrapa y provoca en el lector montones de preguntas y las ganas de saber más de estos ecosistemas y su enorme fragilidad. Lo recomiendo ampliamente, como historia policiaca vertiginosa y como libro de divulgación…

De alguna manera, nuestra autora encontró, como lo han hecho tantos otros, que la novela negra era un medio poderoso para una denuncia de la crisis ambiental, pero también de la condición de doble marginación de la mujer, por su pobreza y su naturaleza de mujer. Al mismo tiempo nos muestra la fascinante fortaleza de esta chica, de todas las chicas. No se la pierdan, les encantará y tal vez, si el gusanillo del noir aun no les ataca, este sea el momento definitivo.

Las opiniones expresadas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor y no necesariamente representan la opinión de el-artefacto.

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