La doble vida de M. Laurent

Gerardo Pérez Escutia

«La novela negra es el único medio de divulgar ideas razonables»
La Marca, protagonista de La doble vida de M. Laurent

La semana pasada se habló en este Bufete negro de la nueva corriente de la novela negra que nos llega de Italia: el genere giallo, esta semana hablaremos de otro escritor italiano que se inscribe plenamente en esta corriente, la cual retrata cáusticamente a la sociedad en todas sus aristas y que en este caso lo hace con un humor negro y corrosivo capaz de “oxidar las más firmes convicciones palermitanas”.

Se trata de La doble vida de M. Laurent (Siruela, 2018) de Santo Piazzese (Palermo, Italia, 1948), quien es un biólogo molecular que se define a sí mismo como ”un biólogo prestado a la escritura”; esta novela es la segunda de su trilogía de Palermo después de Asesinato en el Jardín Botánico y que la finaliza con Il soffio della valanga (aún sin traducción al español). Esta trilogía es protagonizada por el profesor Lorenzo La Marca, biólogo y profesor de profesión e investigador privado de afición, personaje que se erige en un claro alter ego del autor.

Nuestra historia comienza cuando La Marca decide acompañar a su amigo, el comisario Victorio Spotorno al levantamiento de un cadáver. La Marca lo hace motivado por su natural propensión a meter las narices en los asuntos policiales, y también por la nada embozada intención de encontrarse con Michelle Laurent, con quien mantiene una relación intermitente y trabaja en el servicio forense.

El muerto se encuentra tirado en una callejuela de un barrio antiguo y pobre del centro de Palermo, aparece con una herida mortal en el pecho producto de un proyectil de calibre pequeño y resulta ser un conocido anticuario llamado Umberto Ghini, viejo conocido del padre de Michelle, el señor M. Laurent.

El finado Umberto Ghini, era propietario de tres tiendas de antigüedades (en Palermo, Milán y Viena), al morir deja viuda a la señora Eleonora Cottone de Ghini, una rubia falsa, en los cuarenta, vestida de firma a quien al conocerla, La Marca no duda en catalogarla como la “viuda alegre”.

 Santo Piazzese

Por azares y necesidades de su profesión, La Marca tiene que viajar a Viena y ahí, guiado por su olfato y contumaz curiosidad, llega a la tienda de antigüedades que el finado Ghini tenía en esa ciudad, y conoce a su socia Elena Zebenskimisteriosa y guapa mujer centroeuropea, que de inmediato entra en el círculo de sospechosos del asesinato del señor Ghini, y en la mente de Lorenzo se va formando un triángulo sospechoso en el que nada es lo que parece y hay tiene muchos cabos sueltos.

La investigación de la policía está estancada, no hay evidencias que apunten al autor del crimen y La Marca sigue estableciendo conjeturas. Para hacer más complejo el cuadro, en las indagaciones policiales aparece también el sr. M. Laurent como sospechoso por su relación con el muerto y en especial con la “viuda alegre”, el caso se enreda aún más…

La novela avanza como una típica historia de crimen y misterio, donde el investigador acumula pruebas, hace conjeturas y llega a diversos callejones sin salida, al mismo tiempo el autor va desplegando “otra novela”, una narración fascinante que a ratos se convierte en homenaje a los clásicos autores de novela negra mediterráneos como Vázquez Montalban, Andrea Camilleri y Petros Markaris, donde abunda la comida, el vino y la música. 

La historia abunda en conversaciones barrocas, donde La Marca hace gala de una cultura abrumadora y punzante, donde se suceden sarcasmos y oximorones (un vicio de nuestro personaje) a diestra y siniestra, llevándonos en un ritmo lento, relajado, como si fuera una larga sobremesa de domingo, de esas tan comunes en el mundo mediterráneo, tan propicias para la charla de todo y nada, donde abundan los comentarios punzantes que al calor de las copas dejan salir añejos rencores embozados, todo condimentado con una gran ironía y un humor cínico que nos arranca sonrisas y asociaciones nostálgicas a cada momento.

La investigación prosigue y la relación entre La Marca, la viuda alegre y la socia del finado Ghini, se va haciendo cada vez más compleja y se carga de un erotismo subyacente, impregnando las conversaciones y las actitudes de nuestros personajes, al darle un carácter aún más enrevesado a la historia como en una película de cine noir de los años cuarenta.

En esta historia, Palermo es el otro gran protagonista, el autor abunda en la descripción de calles, lugares, ambientes y colores de la ciudad, describe a sus personajes con un preciosismo costumbrista y nos hace desear recorrerla bajo esa visión teñida de cariño y nostalgia. Para quien la conoce será un deleite revivirla y para quienes no la conocemos, nos da una guía privilegiada y lúcida para hacerlo si se da la oportunidad.

Como toda buena novela negra que se respete, el autor nos brinda un final inesperado al que se llega gracias a las dotes deductivas de La Marca, mientras en el camino nos dibujó un espléndido fresco de la sociedad siciliana, con un sound track que abunda en el blues y el jazz como en las viejas películas de cine negro.

Todo un festín para leer en estas vacaciones.

Las opiniones expresadas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor y no necesariamente representan la opinión de el artefacto.

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